Editorial: La lucha de la mujer inmigrante

Todavía falta recorrer un largo camino para emparejar las oportunidades, trato y compensación para las inmigrantes

En este Día Internacional de la Mujer es justo recordar el valioso aporte de las inmigrantes al crecimiento de nuestro país. Ellas han estado del inicio a la vanguardia de los derechos laborales en Estados Unidos y, si bien se han logrado avances a lo largo del tiempo, la mujer inmigrante permanece relegada.

Las inmigrantes fueron y siguen siendo un pieza importante en el desarrollo de la economía y el movimiento por los derechos de los trabajadores. La situación inhumana en los talleres de costura donde trabajaban del siglo19 condujo a las protestas laborales en que la mujer jugó un papel primordial. Trágicamente se necesitó el incendio de uno de estos talleres el 25 de marzo de 1911, que causó la muerte de 146 personas. Unas 123 eran mujeres inmigrantes recién llegada de Israel e Italia entre los 16 y 23 años. Esto condujo a las primeras leyes laborales contra la explotación laboral de este tipo.

Mas de un siglo después del incendio, ya no encierran a los trabajadores en los talleres de costura, pero la explotación de la mujer inmigrante continua. Es cierto que hay profesionales  exitosas que trabajan con tesón, voluntad y aprovechan las oportunidades que encuentra, pero no es fácil. Se estima que de un 32% de mujeres que son profesionales en su país, solo 13% llega a serlo en Estados Unidos, según American Media.

La realidad es que la mayoría de las mujeres inmigrantes están muy debajo en el escalafón laboral y tienen empleos sin beneficios que la condenan a la pobreza. Se estima que para 2013 había 13.1 millones de trabajadores inmigrantes -7% de la población laboral- de las cuales hay una gran cantidad de indocumentadas que están expuestas a la explotación de sus empleadores.

La falta de papeles también la hace especialmente vulnerable al maltrato en el hogar, a la violencia doméstica, siéndole difícil huir de esta situación ante la falta de suficientes refugios culturalmente sensibles.

La amenaza de la deportación y de separarla de sus hijos es un tortura incesable.

Todavía falta recorrer un largo camino para emparejar las oportunidades, trato y compensación para la mujer inmigrante. El dato más optimista es el que la muestra que 52% de ellas -más que el hombre- se ha hecho ciudadana cuando pudo hacerlo. Esto muestra un deseo y un interés de participar políticamente en defensa de otras inmigrantes y por el progreso de sus hijos. 

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