‘Los fideicomisos en México usan dinero público de manera opaca’

La figura puede nacer con un buen propósito pero se transforma en herramienta de la corrupción

MÉXICO.- La Lotería Nacional que por décadas fue pieza clave para el ingreso público en México está a un paso en la quiebra debido a malos manejos –según reconocen sus directivos- entre los que se incluyen desvíos de dinero que hace años  hizo a favor de la organización civil de Marta Sahagún, esposa del expresidente Vicente Fox.

La transferencia de estos recursos se hizo a través de un “fideicomiso”, una figura legal que permite a funcionarios mexicanos abrir una cuenta bancaria particular con dinero público y que gozó durante años de las ventajas del secreto bancario, es decir, que sólo los involucrados tenían acceso a sus movimientos financieros.

En 2014 una reforma quitó el impedimento del secreto bancario pero aún quedan lagunas legales que los gobernantes aprovechan para manejar millones en la opacidad.

“Ahora conocer el presupuesto anual que se entrega del erario público a los fideicomisos pero no el patrimonio integral de los mismos” que también reciben aportaciones privadas, observa Óscar Arredondo, analista de Fundar, una asociación no gubernamental a favor de la transparencia. “Lo más importante sería eliminar todas las trabas para transparentarlos”.

En enero pasado la Auditoría Superior de la Federación recomendó a la Cámara de Diputados aprobar una ley que regule la creación, operación, duración, vigilancia y extinción de los fideicomisos con la finalidad de tener control de todos los recursos.

La petición derivó del más reciente escándalo protagonizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación que utiliza  220 millones de dólares de su presupuesto para pagar pensiones, seguros y atención médica de los ministros en hospitales privados a través de un fideicomiso y no de manera directa.

Sospechas de mal uso

Cientos de sospechas sobre mal uso de fideicomisos le preceden. En 1991 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público abrió un fideicomiso para la “modernización educativa” que dejó de operar poco después, sin embargo, la contabilidad en 2007 siguió registrando depósitos del dinero público al fideicomiso por alrededor de 100 millones de dólares anuales y nunca se aclaró dónde o a favor de quién fueron a parar.

El caso de la organización Vamos México operó así: con dinero de la Lotería Nacional se fundó el fideicomiso Transforma México y se instaló un consejo de administración que “decidió” entregar los recursos económicos a la fundación civil de Marta Sahagún que operó sin transparencia.

“Los fideicomisos han sido un método sencillo y perverso para disponer de recursos públicos de manera opaca”, resumió Irma Eréndira Sandoval, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en un documento para la organización Fundar que empujó la apertura del secreto fiduciario.

De acuerdo con la cuenta pública de la Secretaría de Hacienda actualmente existen 352 fideicomisos con aportaciones de los gobiernos federal  y estatales que en total suman alrededor de 62,000 millones (la mitad del presupuesto de egreso anual del país).

La creación del fideicomiso tiene en principio buenas intenciones: apoyos financieros para estabilización presupuestaria, pensiones, prestaciones laborales y subsidios, pero la ASF ha detectado que muchos de ellos se utilizan para manejos turbios como cubrir subejercicios del presupuesto y  no devolver el dinero a la tesorería de la federación.

O para contratar deudas y evitar su registro público como ocurrió en recientemente en hospitales de Ciudad Victoria, Tamaulipas; Ixtapaluca (Estado de México) y el Bajío (Guanajuato).

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