Editorial: Solidaridad con Ecuador
Hay que ayudar en la urgencia de salvar vidas, como en preparar la atención de los que perdieron sus hogares
La tragedia cayó sobre los ecuatorianos en forma de un terremoto de 7.8 registrado que ya lleva cientos de muertos, miles de heridos y pérdidas millonarias. Es un momento para la solidaridad internacional, para ayudar a quienes han perdido su hogar, para acompañar en el dolor a quienes tienen seres queridos muertos o desaparecidos y para reflexionar sobre la vulnerabilidad humana ante la violencia impredecible de la naturaleza.
Este tipo desastres muestran la rapidez con que se mueve la ayuda internacional. Cientos de rescatistas de distintas partes del mundo llegaron con sus equipos en una carrera contra el tiempo para salvar a los sobrevivientes que todavía están atrapados entre las ruinas de edificios derrumbados. Los cientos de réplicas dan todavía más urgencia. Cada que se rescata alguien entre los escombros, como la niña en el edificio municipal de Pedernera, es una victoria de la vida en medio de tanta tristeza.
Este es el momento de la emergencia, pero también es válido evaluar si se hubiera podido evitar el nivel destrucción. Hasta ahora es imposible anticipar un terremoto, pero la experiencia dice que se puede mitigar el impacto con la preparación tanto de la infraestructura como de la población. Este no parece ser el caso de Ecuador.
El diario El Comercio reportó en 2014 sobre las distintas fallas geológicas y las preparaciones para hacer frente a un terremoto, señalando que en ese entonces las provincias de Manabí y Esmeralda, epicentro del terremoto, no tenían planes concretos para enfrentar un sismo. Mientras que la ciudad portuaria de Manta, en Mambí, de amplio desarrollo en los pasados 15 años tampoco tenía planes de evacuación y estaba en planes para reforzar más del 50% de la casas que no son antisísmicas y construidas sobre lomas de mediana o baja inclinación. Ecuador no tiene la cultura de preparación para el temblor como en Chile o Japón, aparentemente la atención estaba más en los volcanes que en los sismos.
Lo ocurrido en Ecuador invita a la reflexión sobre los desastres naturales y la impotencia ante ellos. Cada uno sabe cual es la amenaza sobre su área, si son sismos, huracanes, tornados u otros. Es necesario estar preparado con los elementos y los planes necesarios para ese día que esperamos que no llegue pero si ocurre estaremos listos para hacer frente de la mejor manera posible.