Quién es Michel Temer, presidente interino de Brasil
Sustituye a Rousseff luego de que el Senado aprobó el juicio político en su contra
Cuando el juicio político contra Dilma Rousseff era solo una iniciativa que aún debía ser aprobada por el Congreso de Brasil, el entonces vicepresidente Michel Temer ya ensayaba su primer discurso como presidente interino.
El 12 de abril pasado, casi una semana antes de que la Cámara de Diputados realizara la primera votación para permitir el enjuiciamiento Rousseff, la mandataria denunció la existencia de una grabación en la que Temer daba como un hecho su impeachment.
Para ella, se trataba de una prueba irrefutable de la existencia de una conspiración contra su gobierno y acusó a su vicepresidente de ser el “jefe de los conspiradores”.
Temer negó los señalamientos, mientras sus partidarios le defendieron con el argumento de que el político de 75 años sólo se preparaba, responsablemente, para una eventualidad que podría catapultarlo a la presidencia.
Esa posibilidad ya es un hecho y Temer, quien hasta ahora era una figura con poco peso real en el gobierno, se ha convertido de forma temporal en el mandatario de todos los brasileños.
“Un vice decorativo”
Descrito públicamente como “superencantador” pero también como “un mayordomo de película de terror”, Temer era la principal ficha del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en la coalición que llevó a Rousseff a la presidencia en 2010 y 2014.
El PMDB es, por número de diputados y senadores, el partido más grande de Brasil.
Pese a ello, no ha tenido candidato propio a la presidencia desde 1994, lo que no ha evitado que sea el partido que más presencia ha tenido en el gobierno federal desde el regreso de la democracia a Brasil hace 30 años.
Y, fiel a su estilo, solamente se retiró de la coalición del gobierno liderado por el izquierdista Partido de los Trabajadores el pasado 29 de marzo, sin que por ello Temer se sintiera obligado a renunciar al cargo de vicepresidente.
En una carta enviada a Rousseff seis días después de la apertura del proceso de juicio político, sin embargo, Temer se quejó de no haber sido más que un “vice decorativo” y una víctima de la “desconfianza” y “menosprecio” del gobierno.
Y el tono sentimental de la misiva, que lo colocó en abierto curso de colisión con la presidenta, también terminó obligando a una revaloración de la reputación de político “ponderado”, “conciliador”, “cerebral” y “tranquilo” cosechada por Temer.
“Si bien en la historia moderna brasileña hubo otros roces y tensiones entre presidentes y vicepresidentes, muchos aquí coinciden en que el nivel de hostilidad que alcanzaron Rousseff y Temer es totalmente inusual”, hizo notar el corresponsal de BBC Mundo en Brasil, Gerardo Lissardy.
Poco popular
Lissardy destaca el bajo nivel de apoyo popular con el que cuenta el nuevo presidente interino de los brasileños.
Efectivamente, según estudios de la encuestadora Datafolha previos a la suspensión de Rousseff, solamente el 2% de la población votaría por Temer en una elección presidencial, mientras que el 60% pide su renuncia.
Y un 58% opina que el vicepresidente también debería ser sometido a un juicio político.
Aunque como recuerda el periodista de BBC Brasil Thiago Guimarães, ni la falta de popularidad, ni los escándalos, han evitado en el pasado el avance político de este hijo de católicos maronitas que llegaron a Brasil huyendo de Líbano en 1925.
Para su orgullo, los habitantes de Btaaboura, la aldea de 200 habitantes en el norte de Líbano de la que salieron sus padres, ya pueden a ajustar el letrero con el nombre de la principal calle de la localidad: “Michel Tamer (sic), vicepresidente de Brasil”.
Nada mal para el último de ocho hermanos nacidos en una zona rural de Sao Paulo en 1940 y que entró en el mundo de la política relativamente tarde, destacándose primero como abogado y profesor de derecho en la principal universidad de su estado natal.
En 1982, sin embargo, el actual vicepresidente dejó su bufete y las aulas para asumir el puesto de Procurador General de Sao Paulo, para luego pasar a la Secretaría de Seguridad Pública del estado, que él mismo había recomendado crear.
“Eran tiempos de redemocratización y agitación popular, y su gestión estuvo marcada por episodios en los que el secretario negoció personalmente el fin de invasiones de predios públicos por parte de estudiantes y militantes ‘sin techo‘”, recuerda Guimarães.
“Y como logros de su período le gusta mencionar la creación de las primeras delegaciones de defensa de la mujer y de los derechos de autor en el país”, agrega.
Tarso Mendonça, quien trabajó con él en la secretaría, lo describe como alguien “muy organizado”.
“Delegaba en personas de su absoluta confianza. Nada se le escapaba y sabía tomar medidas“, le dijo a la BBC.
Cuatro años después, Temer entró en la asamblea federal como diputado suplente, camino que repitió en 1990 no sin antes pasar por la Asamblea Constituyente, cuando votó en contra de medidas como la reforma agraria y el derecho al voto a los 16 años.
Y luego consiguió ser electo como diputado titular en 1994, 1998, 2002 y 2006, período durante el que poco a poco fue ascendiendo dentro del PMDB.
Llegó a ser electo presidente del partido en dos oportunidades y presidente de la Cámara de Representantes en tres.
Bombero
La influencia que Temer llegó a tener durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) disminuyó notablemente con la llegada al poder de Luiz Inácio Lula da Silva, hasta que los escándalos de corrupción que empezaron a afectar al gobierno de Lula en 2005-2006 propiciaron un acercamiento entre PT y el PMDB.
“El PMDB apoyó la elección del PT a la presidencia de la Cámara de Representantes para el bienio 2007-2009 a cambio de garantizárselo para el período legislativo siguiente. Y en 2009 Temer -quien había retenido su escaño con los restos del cociente electoral del PMDB– asumió la presidencia del Congreso por tercera vez”, explica Guimarães.
Las dotes de “bombero” de este miembro de la orden masónica fueron requeridas una vez más en 2010, cuando el PT lo invitó a presentarse como candidato a vicepresidente para garantizar la estabilidad de un futuro gobierno de Rousseff.
Temer -quien en 2009 fue implicado en un escándalo por financiamiento ilegal a cargo de una de las constructoras involucradas actualmente en la llamada operación “Lava Jato”, finalmente desestimado por el Tribunal Superior– no participó, sin embargo, de forma especialmente activa en la primera campaña y no fue muy visible durante el primer gobierno de Dilma.
Y, a juzgar por su carta, el rol mucho más activo que jugó en la reelección tampoco se tradujo en mayores responsabilidades para el Palacio de Jaburu, la residencia oficial del vicepresidente de Brasil.
Casado en terceras nupcias con una exmodelo de 32 años de edad que está embarazada del segundo hijo de ambos, Temer tiene además tres hijas de su primer matrimonio y un hijo de otra relación.
Haya sido por suerte o por conspirador, Temer tiene ahora su momento estelar bajo los reflectores.
Queda por ver cómo gestionará la crisis múltiple (económica, social, política) que sacude a Brasil.
Rousseff, por lo pronto, lo que le ha dejado en herencia es una silla caliente.