El escándalo de las tropas fantasma que luchan contra el Talibán de Afganistán
A 15 años de la invasión liderada por Estados Unidos, el "ejército fantasma" hace aún más difícil vislumbrar un respiro de paz
¿Cuántos soldados tiene el país donde se libra uno de los conflictos más cruentos del mundo?
La respuesta es que nadie, ni siquiera la potencia internacional que ha invertido miles de millones de dólares en entrenar ese ejército, lo sabe.
“Es preocupante que ni Estados Unidos, ni sus aliados en Afganistán saben cuántos soldados o policías afganos existen en la realidad”.
La admisión se encuentra en un informe del organismo estadounidense que monitorea la reconstrucción afgana, la oficina del Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR por sus siglas en inglés).
El documento fue divulgado el 30 de abril.
“El plantel autorizado de fuerzas afganas ha sido durante años 325.000 soldados y policías”, señala el informe.
Pero no sólo no hay idea de cuántos militares están en el frente, sino que su equipamiento y capacidad de respuesta es otro gran interrogante, según el documento.
A lo largo del país, listas de regimientos son llenadas con nombres falsos o de soldados muertos.
Y un informe reciente del concejo municipal de una de las provincias más afectadas por la guerra, Helmand, en el sur del país, encontró que cerca del 40% de las tropas que figuran en listas oficiales simplemente no existen.
El problema de los soldados inexistentes afecta seriamente la lucha contra el Talibán, el grupo islamista radical que controla vastas regiones del país y sigue ganando territorio.
Y estamos hablando de un conflicto con un extraordinario costo humano, de la prolongación de años de una guerra devastadora que desde 2001 ha costado la vida de más de 90 mil afganos, incluyendo cerca de 26.000 civiles, según un estudio de Brown University en Estados Unidos.
La gran pregunta es: ¿a qué se debe la extraordinaria magnitud del ejército fantasma de Afganistán?
Corrupción
La invasión liderada por Washington en Afganistán en 2001 puso fin al régimen islamista del Talibán.
Tras el fin formal de la misión de la OTAN en territorio afgano en 2014, la lucha contra el grupo radical es responsabilidad de tropas afganas.
Estados Unidos ha invertido más de US$60 mil millones en la formación y entrenamiento de fuerzas de seguridad afganas en los últimos 14 años, según informes en la prensa estadounidense.
Pero el ejército afgano sigue marcado por la corrupción.
Toofan Waziri, analista político que visitó la provincia de Helmand, dijo a la prensa británica que encontró una base en la que el comandante había despedido a la mitad de su regimiento de 100 hombres sin notificar a sus superiores para cobrar todos los salarios.
“Los militares fantasma son un problema general en todo el país”, dijo a BBC Mundo Inayatulhaq Yasini, editor del sitio online del servicio en lengua pastún de la BBC para Afganistán.
“Cuando algunos comandantes que peleaban por su cuenta durante la guerra civil en los años 90 fueron incorporados al ejército trajeron sus tropas, y en algunos casos reportaron mil hombres para cobrar más salarios, cuando en realidad tenían cerca de cien”.
Favoritismo y baja moral
La corrupción no es la única explicación de los soldados fantasma.
Algunos generales no comunican el verdadero número de bajas para ocultar sus derrotas.
Y otro grave problema es la deserción por baja moral.
“Hay soldados que abandondan las filas porque no les pagan. Pero hay otras razones”, dijo Yasini a BBC Mundo.
“Hablé con un soldado en el este del país que ha estado combatiendo en el frente y a pesar de sus peticiones no le han dado ni un día para visitar a su familia en seis meses”.
“Pero estos soldados ven como algunos compañeros sí tienen descanso, porque son favoritos del comandante”.
“Ese favoritismo influye también a la hora de decidir quién es enviado al frente y quien cumple otras funciones. Y en este país multiétnico algunos perciben que sólo ciertas etnias obtienen beneficios”.
La escasez de alimentos en el frente también afecta seriamente la moral. El informe elaborado en Helmand cita el caso de soldados que ofrecieron un lanzador de mortero al Talibán a cambio de arroz.
El documento también apunta que algunos oficiales están involucrados en la venta de drogas.
Números inflados
Combatir la epidemia de las tropas inexistentes no será fácil. El informe de SIGAR de abril afirma que “el problema tiene por lo menos una década”.
Ya en 2006, antes de la creación del organismo estadounidense, inspectores del Departamento de Estado en Washington advirtieron sobre “números inflados” en las listas de soldados afganos que recibían salarios, según el documento de SIGAR.
Las mismas advertencias fueron reiteradas en 2009 por una agencia del gobierno estadounidense que monitorea el uso de dinero público, Government Accountability Office o GAO.
La corrupción es un problema endémico en Afganistán, que ocupa uno de los peores lugares en el Índice de Percepciones de Corrupción de 2015 elaborado por Transparencia Internacional.
“¿Por quién estamos muriendo?”
Para Inayatulhaq Yasini, la corrupción a nivel de base sólo disminuirá si se combate lo que la población percibe como amplia corrupción a nivel oficial.
“En muchos casos no hay dedicación o deseo de pelear por el país”, afirmó Yasini.
“Cuando los soldados ven que la corrupción es endémica al más alto nivel, en las instituciones, naturalmente se preguntan, ¿por quién estoy peleando? ¿Por quién estamos muriendo?”.
El editor del servicio pastún de la BBC asegura que en el pasado “el ejército era considerado bueno, un baluarte, pero a medida que la guerra se prolonga, el impacto de la corrupción y su influencia en la guerra aumentan”.
“Los ejércitos no se hacen en un día”, dijo Yasini a BBC Mundo.
“Problemas graves como el de los soldados inexistentes tendrán un impacto de larga duración en la seguridad nacional. Tal vez sea necesario un día rehacer las fuerzas de seguridad”.
A 15 años de la invasión liderada por Estados Unidos, el “ejército fantasma” hace aún más difícil vislumbrar un respiro de paz en la guerra que permea Afganistán.