Leon Krauze, y todas las historias que le cuentan en “La Mesa”

El periodista monta una mesa y dos sillas en cualquier esquina de Los Angeles, y así se entera de muchas historias de nuestra gente. El las comparte sin intervenir demasiado.

Contar las historia de la gente que no es famosa, la gente de todos los días, es una de las cosas que más le gustan a Leon Krauze del periodismo.

Es por eso que en las más de 50 historias que contiene su nuevo libro “La Mesa”, el periodista y anchor del Canal 34 de Los Angeles, no está su voz, no están sus preguntas, no interviene para nada, aunque sí estuvo frente a cada uno de los entrevistados, escuchando, que es algo que a veces parece que han olvidado los periodistas.

“Quise mantener las voces de la gente intactas”, dijo Krauze. “Además, desde muy chico me encanta escuchar las historias de la gente como uno, así que pensé que llevando una mesa y dos sillas a la calle podría invitar a mucha gente a conversar”.

Lo que encontró, dice, fue un tesoro.

Han sido más de 100 las entrevistas de gente que se sentó en la mesa de Krauze, colocada “en esquinas arbitrarias de Los Angeles”.

La número cien fue con el Chicharito Hernández, los otros noventa y nueve fueron personas a las que no conocía, gente anónima, que nunca recibe un nombre pero si un espacio para contar lo que quieran de sus vidas.

Hubo de todo: padres ausentes, madres heroicas, cicatrices de la distancia, raíces en una nueva tierra, hijos de dos culturas, la conquista del norte. Todas secciones del libro que contienen numerosas historias cada una.

El presentador León Krauze se acaba de mudar con su familia a Los Ángeles.
León Krauze, quien conduce desde hace cinco años los espacios informativos de Univisión en Los Angeles, es hijo del historiador Enrique Krauze y de la investigadora Isabel Turrent.

León: ¿fue fácil hacer que la gente contara sus historias personales?

Mucho más de lo que yo hubiera pensado, especialmente ahora que la gente ha visto la sección y saben de que va el asunto. Una vez que se sientan frente a mí es notable cuanto la gente tiene ganas de compartir y eso es parte de lo que para mí ha sido una muy agradable sorpresa.

¿Qué has aprendido de estas entrevistas?

Un millón de cosas, sigo aprendiendo especialmente la verdadera naturaleza de la experiencia de la comunidad hispana en Estados Unidos. De donde viene la gente, sus aspiraciones, las tensiones originales. No todos han sido migrantes, algunos nacieron aquí porque la entrevista fue al azar.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es la relación que la mayoría tiene con este país. Algunos pensarían que tras tan duras luchas había resentimiento. Pero no, es todo lo contrario. Hay agradecimiento, ganas de pertenecer, gozo en enfrentar el reto diario de vivir. No hay patetismo ni conmiseración, sino ganas de seguir adelante con gozo.

Sin embargo en los medios nos centramos más en lo negativo, lo difícil, las deportaciones, etc. ¿Estamos equivocados?

Es cierto que esos problemas existen en la vida de muchos de los entrevistados, pero la vida no se termina con la deportación, la vida continúa y la manera como lo hace es parte también de la experiencia hispana.

De nuevo, mis abuelos me enseñaron que no debo generalizar, no conozco a todos, pero en mi experiencia, incluso frente a retos así, la gente se adapta, aprende, sigue adelante y vive vidas profundamente interesantes, relevantes, hermosas, con dolor en el corazón, vidas riquísimas que no están definidas por la ausencia la tragedia el sufrimiento sino por la vida.

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¿Qué historias te llegaron más?

Es muy complicado escoger alguna porque todas tienen algo distinto. Siempre me remito a la persona más joven  y a la de mayor edad. Don Manuel, ex bracero de 84 años, tiene una vida compleja: perdió a su madre a los 11 años, vino a este país y su historia tiene una conclusión que todavía me cierra la garganta.

También está Jessica Aguilar una “dreamer”, de padre deportado, que tiene tatuado en la muñeca “Hecho en Mexico” pero cuya relación con este país es profundísima y de gran pertenencia. Entre estas dos están otras 48 historias…

¿Qué pueden aprender en sus países de la gente que se fue a vivir fuera?

En primer lugar, el número de entrevistados mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos, se parece mucho a la composición demográfica de la ciudad, por pura suerte. Muchos países están representados en el libro y lo que yo esperaría es que comprendan allá es la complejidad de la vida en Estados Unidos. A veces hay una incomprensible y desagradable manía de desechar a los que se han ido y en ese sentido son más de su país hasta con mayor intensidad que los que se quedan.

Tu has tenido tu propia experiencia al mudarte de México para acá…

Si, así es. Tengo casi 5 años aquí. Me gusta recordar que cuando me fui de México tenía un hijo y ahora tengo tres. El hallar esa tierra fértil es la definición de mi experiencia, el darse cuenta lo que es estar en un país que no es el de uno, tener que adaptarse a todo, desde pagar impuestos a comprar un auto.

No es lo mismo visitar que vivir, yo pensé que conocía a Estados Unidos como estudiante y es una experiencia distinta, sentir por momentos que perteneces y en otros que no perteneces, esa complejísima relación con el país adoptivo.

Datos Biográficos

León Krauze, quien conduce desde hace cinco años los espacios informativos de Univisión en Los Angeles, es hijo del historiador Enrique Krauze y de la investigadora Isabel Turrent.

Tiene 41 años, está casado y tres hijos, dos de los cuales nacieron aquí.

La Mesa, publicado por Harper Collins Español, es su séptimo libro. Antes ha escrito una novela, varios libros de historia deportiva (comenzó como periodista deportivo) y de política estadounidense.

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