Del refugio en NYC a la Universidad
100 recién graduados en high school se preparan para sus estudios superiores tras superar la secundaria siendo desamparados
Amarfi Collado tiene 17 años, es dominicana y lleva cinco años en Estados Unidos. Como muchas adolescentes, se graduó esta misma semana en high school, y ya está pensando en su próximo destino, la Universidad. En su caso la de Saint Joseph en Brooklyn, donde estudiará Justicia Criminal. Quizá es su seriedad, las gafas o la determinación con la que se expresa esta joven lo que deja pocas dudas de verla en un futuro no muy lejano con ese título bajo el brazo.
Cuando eso ocurra, Collado habrá hecho una carrera en la que ha tenido que sortear muchos más obstáculos que muchas jóvenes de su edad. Ella se ha graduado en el high school y terminado como la valedictorian de su clase por sus buenas calificaciones, viviendo en un refugio para desamparados.
Su familia tuvo que optar por esta vida durante el último año al quedarse sin techo tras haber llegado de la República Dominicana hace cinco años, según cuenta su madre, Paulina Collado, de 44 años, entre lágrimas. “Ha sido duro y difícil pero me emociona que ella haya llegado donde yo no pude”.
Madre e hija fueron el miércoles por la noche dos de los más de 300 invitados que se dieron cita en la Biblioteca Central de Manhattan para celebrar la graduación y marcha a la universidad de 99 graduados más procedentes de refugios para desamparados. Los invitados eran, en su mayoría familiares (padres, abuelos, hermanos, tutores) y todos ellos celebraron haber llegado esa meta pese a las dificultades en un acto organizado por el Departamento de Servicios para Desamparados de la ciudad. Algunos de los estudiantes han sido aceptados en la Academia de las Fuerzas áreas, otros en St. John´s University, John Jay College, University of Maryland, Ithaca, Sunny…
Todos ellos son parte de los 2,500 estudiantes de high school que viven en hogares para desamparados en Nueva York aunque hay un total de 16,000 en edad escolar en estas circunstancias.
Collado explica que en su país era una niña de clase media. Su padre tenía negocios que finalmente no pudo mantener y junto con su esposa y su hija emigró a Nueva York donde tenían familia. “Pero no había sitio en la casa para todos y mi padre creyó que iba a ser una buena idea que nos mudáramos a un shelter (refugio de desamparados). No, no fue una buena idea”.
En el refugio vivieron con poco porque como comenta su madre, su padre ha estado enfermo no ha podido trabajar y ella ha tenido que hacer limpiezas para mantener a la familia. En la habitación que compartían los tres, no era fácil estudiar y todos han tenido que hacer sacrificios. “Me sentía mal porque a mi madre le gustan las telenovelas y para ella era la forma de distraerse y evadirse pero yo no podía estudiar así”, explica Collado. “Ella ha hecho el sacrificio para que yo estudiara y para mi abrir los libros y hacer mis tareas ha sido la forma de dejar mis problemas fuera y abrir la puerta a la realidad de lo que puedo hacer”.
Para Collado, que vive en Queens, lo más difícil para un adolescente es la falta de privacidad y espacio además de los estrictos horarios y los permisos que se necesitan. Esta joven ha vivido en dos refugios y el segundo, en el que está ahora “es más básico que el primero, no tenemos ascensor y pocos servicios”. Dice que al principio no dijo a nadie que vivía en un refugio y que cuando finalmente lo confió a sus amigos hubo sorpresa y muchas lágrimas. Esta dominicana lamenta que la imagen que la gente tiene de los refugios es la de personas descuidadas, violentas y que van a fallar en la vida.
El miércoles, recibió un computador como regalo, al igual que el resto de los graduados. “Nunca ha tenido uno, cuando lo ha necesitado lo ha tenido que tomar prestado”, afirma su madre.
No será lo único que estrene. La familia Collado va a recibir ayuda de sección 8 y pronto esta estudiante que dice que se ve en una oficina, con su nombre en la puerta, siendo su propia jefa y ayudando a niños, tendrá un techo para sentirse como en casa.
Una tarea de todos
“Que estos chicos salgan adelante es una tarea de todos”, afirmaba el miércoles la canciller de educación Carmen Fariña. “Estos chicos ya han demostrado que los problemas que uno tenga no deben apartarle de sus metas”, explicaba. Fariña celebró que la alcaldía esté ligando a distintas agencias para sacar adelante programas comunes y que se hayan puesto bibliotecas en los refugios además de hacer el esfuerzo de mandar a los niños a shelters que estén cerca de sus escuelas. Fariña dijo a las familias que llegar a la universidad es difícil pero que el freshmen year, el primero, es muy complicado y los estudiantes van a necesitar apoyo. “Porque difícil es llegar pero también acabar”.