Voluntarios se entregan en cuerpo y alma para ayudar a Hillary Clinton en duro final electoral
Cientos de neoyorquinos siguen dedicando su tiempo en llamadas y golpeando puertas en otros estados para evitar que Donald Trump llegue a la presidencia
Érick Benitez no puede mantener el equilibrio por si solo y camina con ayuda de una silla de ruedas o andadores especiales. Pero eso no ha sido impedimento para que en los últimos meses se haya entregado en cuerpo y alma como voluntario de la campaña de Hillary Clinton, donde trata de convencer a votantes para que este próximo martes 8 de noviembre acudan a las urnas a apoyar a la candidata demócrata.
La vida de este hondureño de 38 años, quien actualmente estudia para obtener su certificado G.E.D. de secundaria, gira totalmente en torno a la contienda política, considerada la más dramática de los últimos tiempos. Él sigue “metido de cabeza” trasnochando, madrugando, durmiendo poco y haciendo su mayor esfuerzo para que Hillary sea la próxima presidenta de Estados Unidos y no Donald Trump.
“Antes la política no me interesaba y nunca me había envuelto en debates ni trabajos de voluntario, pero en el 2008 comencé a meterme en esto por el gustito hacia Hillary y luego hacia Obama”, comenta Benitez. “Y este año más que nunca al oír el discurso de Trump me volví a meter porque ante semejantes amenazas sabía que no podía quedarme de brazos cruzados”.
El centroamericano, quien sueña con trabajar en Washington junto a Clinton, al menos de recepcionista, asegura que este año desde que se vinculó a su labor ha hecho cientos de llamadas y ha golpeado docenas de puertas en viajes que buses cargados de voluntarios hacen a estados vecinos donde la contienda entre Hillary y Trump está más cerrada.
“He ido más de cinco veces a Pensilvania, y este sábado y domingo voy a volver, porque tenemos que movernos más, ahora que las elecciones están a la vuelta”, dijo el hondureño, explicando que en compañía de varios voluntarios viajará en la mañana fuera de Nueva York y regresará a altas horas de la noche ambos días, con su silla de ruedas.
“Esto no es para mí un impedimento. Mucha gente se queda asombrada cuando me ve pero yo estoy bien y sabía a lo que me iba a exponer y sabía que incluso iba a tener que enfrentar cierta clase de personas que siguen a Trump; si él gana eso si va a ser un problema para todos”, mencionó el voluntario, agregando que lo que más dolor le ha causado en su tarea es ver que hay latinos apoyando a Trump con fervor.
“Una señora me dijo que nunca iba a votar por Hillary y que quería que la metieran presa y cuando le dije que Trump ofendía a las mujeres y tenía denuncias de haber tocado a otras, me respondió que eso no la afectaba porque a ella no la tocó”, dijo el inmigrante, quien guarda como un gran tesoro una foto de mayo pasado junto a Hillary cuando ella se le acercó para agradecerle su labor y lo recordó de su campaña anterior.
Frankie Crescioni, puertorriqueño, de 40 años, quien trabaja en la universidad de Nueva York, es otro de los fervientes voluntarios de la campaña de Clinton, y es tal su pasión y compromiso con estas elecciones, que hasta ha usado días personales para ir a golpear puertas en Pensilvania y Rhode Island. Eso sin mencionar que sus fines de semana y varias noches se las ha dedicado a ayudar.
“Lo que queremos es aumentar el entusiasmo yendo a hogares específicos, donde se cree que hay demócratas, pero a veces uno va de puerta a puerta en toda una cuadra y se encuentra con personas que no están en la lista”, dijo. “Allí te puedes topar con gente que no apoya a Trump pero si a un tercer partido o personas que estaban en realidad decepcionadas con todo el proceso”.
El boricua explicó que la campaña les provee transporte pero no gastos de comida, algo que no le importa en absoluto, pues es su manera de contribuir con una causa que considera vital para el futuro de Estados Unidos.
“Cada uno compra su propio desayuno y almuerzo pero eso es nada para quienes estamos dispuestos a dedicar nuestros días completos a hacer campaña”, dijo. “He tomado días libres de mi trabajo para hacer trabajo local, para sentirme más proactivo y sé que aunque esto ha consumido parte de mi vida cotidiana, mis amigos me apoyan y saben que si los he puesto en pausa es por una buena causa”.
El puertorriqueño también mencionó que en el fondo espera que esto acabe pronto, porque es tal el nivel de ansiedad que tiene, que hasta se ha deprimido cuando escucha que Trump va adelante en las encuestas.
“Con el nivel de ansiedad colectiva de estas elecciones, uno quiere ver un punto final. Parte de mí quiere que esto se acabe porque es una angustia prevalente que se ha agudizado al ver que cualquier cosa puede ocurrir, pero tengo que tener esperanzas de que va a rendir frutos”, dijo.
Y con apenas 18 años, Etsio Flores también se ha sumado a las labores en favor de Clinton. El joven, activista de la organziación Se Hace Camino Nueva York, ha visitado varios hogares y ha promovido un amplio trabajo de registro de votantes para que el próximo martes el país entero le diga “no” a Trump.
“Mis padres son indocumentados y vemos que un discurso como el que maneja Trump no corresponde con los principios de este país, por eso hemos estado muy activos para que la gente salga a votar y que los latinos nos hagamos sentir”, asegura el joven.
“El racismo no es un chiste y no podemos permitir que Trump suba”, agregó el joven, quien ha combinado su escuela con su labor de voluntario en zonas como Long Island donde Trump tiene muchos simpatizantes, y quien ha dejado de lado su vida personal por un momento.
La campaña de Clinton aseguró que el fin de semana pasado fue el de mayor presencia de voluntarios, con lo que se completó un total de 75,000 trabajos de voluntariado.