Hambre y desnutrición mata a más de 400 mexicanos al año

Todavia en muchos hogares, aún con posibilidades económicas, no saben medir los contenidos nutricionales de los alimentos

MÉXICO – Axel llegó al hospital de Nuevo Laredo, Tamaulipas, con desnutrición severa. Los médicos le colocaron una sonda nosogástrica para poder alimentarlo porque su estómago estaba tan débil que ya no toleraba alimento sólido después de que las autoridades lo rescataron del descuido de los padres.

El caso de Axel quedó documentado por los medios de comunicación  a finales de 2015 en Nuevo Laredo Tamaulipas como uno de los pocos rostros del problema nacional que recientemente reconocen las autoridades.

Lo cierto es que todavía en este país mueren personas por falta de alimentación. Exactamente 432 en sólo un año (2014) según cifras de la Secretaría de Salud que dio a conocer recientemente en secretario de vinculación Ernesto Monroy.

Pero las cifras podrían ser mucho más altas debido al tipo de registro de defunción que se hace oficialmente. “Ningún médico te va a decir que alguien murió por desnutrición; te van a decir que fue por diarrea”, comenta Jesús Sánchez, un promotor del programa civil Un Kilo de Ayuda.

Datos de la misma  de salud, anualmente mueren en promedio 800 niños por problemas derivados de diarreas.

De acuerdo con el informe “El doble reto de la malnutrición y la obesidad” de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el problema de la mal nutrición en México está directamente relacionado a la ignorancia un reto que endosa a las autiridades a las que aconseja “aumentar los esfuerzos en promover una dieta saludable u equilibrada”.

Todavía en muchos hogares, aún con posibilidades económicas, no saben medir los contenidos nutricionales de los alimentos y mucho menos saber lo que necesitan según su perfil de salud.

“El abuso de los carbohidratos es algo muy común y eso provoca, por ejemplo, gordos desnutridos”, dice la nutriologa Maribel Yañez, creadora del concepto Sí Nutre.

El gobierno en cambio se ha centrado en un cuestionado programa de dádivas económicas para las zonas más marginadas con un presupuesto a merced de la corrupción.

En 2015 la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades por alrededor de siete millones de dólares en el programa estrella del presidente Enrique Peña Nieto, “Sin Hambre”  por contratos mal elaborados.

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