Los riesgos en el fútbol americano dependen de la posición que se juegue
Una universidad llevó a cabo un estudio entre jugadores universitarios y descubrió quiénes son los más propensos a sufrir algún tipo de cardiopatía
El aumento de la presión arterial en quienes practican fútbol americano puede depender de la posición que tengan en el campo de juego, según sugiere un estudio publicado hoy en la revista del American College of Cardiology.
Según la investigación, los guardalíneas, que son los que suelen colocarse al frente de todos, son los más propensos a una mayor presión arterial y su corazón puede sufrir cambios relacionados con el tamaño, la forma, la estructura y las funciones.
“El estudio confirma una asociación entre la participación en el fútbol, la presión arterial alta y la remodelación cardíaca”, considera Aaron Baggish, director asociado del programa de Desempeño Cardiovascular del hospital general de Massachusetts en Boston y autor del estudio.
Si bien existe un trastorno denominado “corazón de atleta”, por el que los deportistas tienen un músculo cardíaco de mayor tamaño con paredes más gruesas, la remodelación vista en los guardalíneas tenía un patrón distinto, más parecido al que tienen las personas mayores que sufren hipertensión.
Es la primera vez que los especialistas identifican una población atlética con una remodelación que parece denotar una mala adaptación, lo que provoca preocupación debido a las consecuencias que podría tener esto a largo plazo.
El estudio, precisamente, apuntaba a validar observaciones previas que ya sostenían que los jugadores de fútbol americano eran propensos a tener presión arterial más alta y un corazón agrandado.
Para eso, los expertos estudiaron a 87 deportistas que se desempeñaban en su primera temporada de fútbol americano universitario: el grupo incluyó 30 guardalíneas y 57 jugadores de otras posiciones.
Antes de la temporada, el 57 por ciento de los guardalíneas tenían prehipertensión, un cuadro en el que los valores de la presión arterial son más altos de lo normal, es decir, mayor a 120/80 pero menor a 140/90 mmHg.
Lo que sucedía después de la temporada de fútbol era significativo: el 90 por ciento de los jugadores de esta posición tenían prehipertensión o hipertensión de grado 1.
En el caso de los que se desempeñaban en otras posiciones, el porcentaje de quienes tenían una presión arterial elevada se mantenía similar antes y después de la temporada.
Estos cambios en la presión arterial también estaban acompañados por paredes del corazón más anchas y una leve pero significativa baja en la contracción.
Según la Organización Mundial de la Salud, las complicaciones derivadas de la tensión arterial elevada provocan unas 9,4 millones de muerte cada año.
Además, el trastorno causa aproximadamente “la mitad de todas las defunciones por accidente cerebrovascular o cardiopatía”.