La derecha religiosa tiene aliados en la administración Trump para avanzar agenda

Se perfila como uno de los movimientos políticos más influyentes en Estados Unidos

WASHINGTON.- La derecha religiosa ha ganado importantes batallas en las legislaturas estatales a favor de sus causas  y, ahora, no sólo ha conseguido aliados en la administración Trump sino que se perfila como uno de los movimientos políticos más influyentes en Estados Unidos.

La derecha cristiana es ahora no sólo uno de los movimientos políticos más poderosos en el país sino también una fuerza clave en el gobierno federal”, afirmó Frederick Clarkson,  analista y experto en asuntos religiosos de “Political Research Associates”.

Grupos conservadores y de la derecha religiosa han aplaudido la configuración del Gabinete presidencial, pero también están atentos a las medidas que adopte el presidente Donald Trump a favor del movimiento que lo llevó al poder, en particular el nombramiento de un juez “pro-vida” en el Tribunal Supremo

En ese sentido, el activista conservador Eugene Delgaudio,  encabeza desde su grupo “Public Advocate” una campaña de presión contra el juez William Pryor, por considerar que el exfiscal general de Alabama no hizo lo suficiente por defender la creencia en Dios en sitios públicos, y no avanzaría la agenda conservadora desde el estrado.

En su página web, la Coalición de Fe y Libertad (FFC, en inglés), promete sumar fuerzas para “influir en la política pública y adoptar legislación que fortalezca a las familias, promueva los valores de toda la vida, proteja la dignidad de la vida y el matrimonio”.

De hecho, la mayoría de los evangélicos apoya eliminar el derecho al aborto, según una encuesta reciente del Centro de Investigación Pew.

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Otras prioridades incluyen la reducción de impuesto para las familias y pequeños negocios, y recortes al gasto fiscal.

Endeudado con sus votantes

Trump ganó la presidencia con el respaldo de los evangélicos y cristianos conversadores en general, a quienes prometió defender el derecho a la vida y la libertad religiosa, y prevé anunciar la próxima semana a un juez vitalicio al Tribunal Supremo con inclinaciones conservadoras.

Según sondeos a boca de urna, la abrumadora mayoría de votantes blancos evangélicos apoyó a Trump en un 81%, en comparación con el anémico 16% que recibió su rival, la demócrata Hillary Clinton.

Los evangélicos han conformado el 26% del electorado desde al menos 2004, y en cada elección presidencial, la mayoría se ha inclinado por republicanos.  El pasado 8 de noviembre, Trump ganó incluso un mayor porcentaje del voto evangélico que el que logró el presidente George W. Bush en 2004.

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Además, los votantes cristianos conforman la mayoría en varios de los estados clave que ganó Trump ese día, incluyendo Ohio, Pensilvania y Wisconsin, según muestra un mapa del Instituto Público para la Investigación Religiosa (PRRI, por su sigla en inglés).

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La prioridad es la agenda conservadora

Estos votantes aparentemente dejaron de lado el hecho de que Trump ya lleva tres matrimonios y tiene, según sus detractores, un historial de acoso sexual de mujeres, comportamientos que no son consecuentes con valores conservadores.

El pacto implícito en el apoyo hacia Trump era que, aunque no es “uno de ellos”, al menos éste lucharía por las causas de la derecha religiosa, y con esa meta salieron a votar en masa, según observadores.

Clinton, en cambio, se presentó como una candidata progresista, y promovió todo aquello que los conservadores religiosos rechazan, como el derecho al aborto y los matrimonios homosexuales.

Ahora, instalado en la presidencia, Trump ha firmado ya 10 órdenes ejecutivas, incluyendo, para agrado de la derecha religiosa y grupos como Family Research Council y FFC, una que restablece la llamada “política de la Ciudad de México”, firmada en esa ciudad en 1985 por el entonces presidente Ronald Reagan.

La medida, que ha sido suspendida por gobiernos demócratas y restablecida por gobiernos republicanos, prohíbe fondos de EEUU para organizaciones no gubernamentales que ofrezcan o promuevan servicios de aborto en el exterior.

“La comunidad pro-vida agradece a la Administración Trump el fin inmediato al uso de nuestros impuestos para promover y realizar abortos en todo el mundo. La industria del aborto y las organizaciones que lo realizan y promueven, ahora tendrán que buscar fondos de otras fuentes y no de los contribuyentes estadounidenses”, dijo Tim Head, director ejecutivo de FFC.

Mientras, el vicepresidente, Mike Pence -que se califica como un cristiano, conservador y republicano, en ese orden- ha trabajado bajo el radar para armar un equipo de líderes de la derecha religiosa en puestos de alto nivel dentro de la Administración, según Clarkson.

Durante su tiempo como gobernador de Indiana, Pence dio prioridad a temas que destacaran la defensa del matrimonio y de la libertad de culto, y la oposición al aborto.

El movimiento de la derecha religiosa no solo le pasará factura al binomio Trump-Pence sino que le recordará que tendrá que apoyarse en ésta si aspira a la reelección en 2020.

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