Ayudando a los refugiados e inmigrantes

Al poco tiempo de asumir el poder, el Presidente Trump dio a conocer al público estadounidense las órdenes ejecutivas destinadas a cambiar la forma en que este país acogerá y tratará los inmigrantes y refugiados por un buen tiempo. La última orden, suspendida por lo menos temporalmente en los tribunales después de haber entrado en vigor, causó angustia e incertidumbre: por su fin de prohibir indefinidamente la entrada de refugiados sirios; suspender el Programa de Reasentamiento de Refugiados de los Estados Unidos por 4 meses; reducir en más de 60,000 el número de refugiados que pueden ser admitidos en los Estados Unidos; y por suspender por 90 días a todos los inmigrantes de 7 países específicos.

Abogados de Caridades Católicas se movilizaron inmediatamente en los aeropuertos internaciones JFK y Newark para responder a la crisis humanitaria que se creó entre las familias que buscan reasentarse y reunificarse. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que la suspensión de cuatro meses bloqueará a más de 20,000 refugiados, mientras que en sólo cuatro días se hizo imposible para varios miles de personas tomar sus vuelos a pesar de tener visas válidas y un estatus legal vigente.

Estas personas estuvieron atrapadas en circunstancias peligrosas, separadas de sus seres queridos, de sus trabajos, escuelas, y de sus hogares. La agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (conocida en ingles por las siglas CBP) reconoció que esta semana más de 800 personas fueron detenidas en los aeropuertos en apenas cuatro días, creando la crisis que llevó a la intervención de cientos de abogados como los nuestros en los principales aeropuertos de los Estados Unidos.

Reunidos cada día en las terminales de llegadas internacionales en Nueva York y Nueva Jersey, los abogados de Caridades Católicas se reunieron con cónyuges que tuvieron que dejar a sus familias; se entrevistaron con refugiados documentados quienes fueron amenazados con ser devueltos a países en guerra y violencia de los tuvieron que huir; se reunieron con hombres y mujeres empresarios a quienes se les negó la entrada;  y trataron de ayudar a estudiantes, visitantes y residentes permanentes legales que fueron detenidos durante horas mientras eran entrevistados, reexaminados, y requisados.

Esto es sólo el comienzo, y esta orden ejecutiva afectó principalmente a los que están fuera de los Estados Unidos. Las otras dos órdenes abarcan políticas restrictivas que van desde la construcción de un muro físico, el castigo de las ciudades consideradas santuarios, el aumento de la detención y deportación de inmigrantes, hasta la reactivación de programas locales de aplicación de la inmigración que habían sido en gran parte suprimidos en los últimos años. Las demandas y la resistencia a las órdenes ya han comenzado en muchas formas y una suspensión temporal fue emitida en la corte federal. Anticipando la implementación de las órdenes ejecutivas, tenemos que prepararnos y construir nuestra capacidad legal para ayudar a las familias, los niños y los trabajadores.

Nuestra nación tiene el derecho de proteger sus fronteras para mantener a nuestros ciudadanos seguros. Al mismo tiempo, proteger los derechos y la dignidad de los más vulnerables es un principio importante de nuestro país. Debemos hacer ambas cosas dentro de los límites de nuestra Constitución y de los derechos que la misma nos garantiza. También debemos hacer ambas cosas dentro de nuestra propia capacidad de entendimiento a nivel nacional de que la imaginación, la decencia y la dignidad humana nos han guiado durante más de dos siglos. Hay mucho en estas órdenes ejecutivas que viola estos muy sagrados principios sagrados.

(Mario Russell, Esq. Es abogado de inmigración y Director de Servicios de Inmigrantes y Refugiados para Caridades Católicas, NY)