El cuidado que prestan los enfermeros es vital para la salud

Durante la Semana Nacional del Enfermero se reconoce el loable trabajo de estos profesionales

La enfermera de atención a domicilio, Neely Bagley, visita a uno de sus pacientes.

La enfermera de atención a domicilio, Neely Bagley, visita a uno de sus pacientes. Crédito: VNSNY

Del 6 al 12 de mayo se celebra la Semana Nacional del Enfermero, un reconocimiento a los hombres y mujeres que han dedicado sus vidas al campo de la enfermería. Los enfermeros marcan la diferencia en nuestras vidas todos los días; ellos están en la escena (o detrás de escena) en muchos lugares, desde hospitales y clínicas hasta escuelas, oficinas y en nuestros hogares.

La Semana Nacional del Enfermero es un momento para aprender sobre estos héroes, por lo general, poco valorados y para honrarlos al agradecerles por la capacidad, los servicios y las sonrisas que brindan durante todo el año.

Los enfermeros de atención a domicilio de “Visiting Nurse Service of New York” (VNSNY) –cerca de 1,500– son muy conocidos en los cinco condados de la ciudad de Nueva York y en los condados de Nassau, Suffolk y Westchester.

Los puede encontrar en hogares y en entornos comunitarios donde ayudan en el diagnóstico y en el tratamiento de enfermedades, lesiones y discapacidades. Ellos curan heridas, proporcionan infusiones, administran medicamentos y brindan atención directa a pacientes de todos los entornos sociales.

Aquí presentamos algunos testimonios y anécdotas que muestran las maneras poco tradicionales en las que los enfermeros mejoran la vida de los habitantes de Nueva York cada día:

Estar presentes

“Con frecuencia, cuando visito a mis pacientes mayores en Staten Island, yo soy la única persona a la que ven o con la que hablan en todo el día”, afirma Lynn Taylor, enfermera matriculada que visita a pacientes de Staten Island.

“Nuestro objetivo es maximizar el bienestar físico, cognitivo y conductual para que nuestros pacientes tengan el mayor nivel de independencia en el hogar y en la comunidad”, asegura Taylor. “Curamos heridas y ayudamos a manejar el dolor y otros síntomas, pero algunas veces siento que lo que más los ayuda es simplemente nuestra presencia, que los escuchemos y que nos preocupemos por ellos”, agrega.

“Pequeño invasor gris”

Al visitar a una mujer que estaba por ser madre primeriza, una enfermera matriculada de El Bronx, Michelle Belton, llegó y encontró a la paciente muy angustiada y a punto de llorar. “¿Qué ocurre?”, le preguntó con calma, “¿estás en trabajo de parto?”. Señalando el otro lado de la cama, la paciente mostró un ratón que se sacudía parcialmente adherido a una trampa de pegamento y que se “arrastraba” lentamente por el piso.

Con valentía, la enfermera cubrió al roedor con una escoba y luego recogió y arrojó al “pequeño invasor gris” en la basura fuera del edificio. Después de lavarse las manos, realizó su visita regular al hogar Nurse Family Partnership, que incluía un debate sobre las preocupaciones medioambientales y el llamado al 311 para informar el problema.

Con la mochila a cuesta

Algunos enfermeros caminan de cinco a siete millas en promedio entre las visitas a los pacientes. Otros, como Conrad Parker, utilizan bicicletas, motos, patines o patinetas para trasladarse de un hogar al otro dentro de Manhattan.

“Tengo tres niños pequeños y, probablemente, esta es mi única oportunidad para hacer un buen ejercicio físico varias veces al día”, dice Conrad. “Tengo una mochila que es muy pesada. Intento mantenerla lo más liviana posible, pero, honestamente, es mucho más fácil llevar la mochila en la espalda si voy en bicicleta. Cuando camino con la mochila, la siento mucho más”, agrega.

Leer, escribir e investigar

“Somos como pequeños detectives”, dice Alicia Schwartz, enfermera matriculada para los VNSNY CHOICE Health Plans en Queens y en Manhattan. Las personas mayores con múltiples enfermedades crónicas a veces pueden llegar a tomar hasta 19 medicamentos o más. Es un desafío estar informado y ser consciente de los efectos secundarios y de otros síntomas cuando cambian de medicamento. Una paciente de Alicia estaba tan reacia a tomar los medicamentos que a veces se saltaba medicinas importantes para la presión arterial que le habían recetado después de haber sufrido un accidente cerebrovascular.

“Notamos una resistencia a los cambios en el estilo de vida, como tener que tomar un medicamento nuevo. No es fácil aceptar que uno ya nunca podrá volver a sentirse tan bien como cuando era más joven, pero nosotros trabajamos para generar confianza y para educar a nuestros pacientes. Para mi paciente, elaboramos un plan para que ella pudiera tomar sus medicamentos por la mañana, después de las comidas y a la noche. El plan funcionó a la perfección”.

A gatear en el suelo

“Una de las mejores maneras de conectarse con un bebé”, dice Adelmis Granoderoro, quien ayuda a madres primerizas del condado de Suffolk a planear y a organizarse en el primer año de vida de su bebé, “consiste en ponerse usted mismo en cuatro patas y ver el mundo desde la perspectiva del bebé. Esta reacción empática ayuda a conectar a una madre joven con los primeros procesos del desarrollo de su bebé, en especial, el desarrollo visual.

Incluso físicamente, cuando usted mismo está en el suelo, es mucho más fácil imaginar la fuerza que se necesita para que un bebé pueda sostener la cabeza erguida, girarla o comenzar a gatear y a levantarse”.

Momento para promover la risa

Para Sari Isinkaunan, enfermero de cuidados paliativos de Taiwán que visita a pacientes en sus hogares en el barrio chino de Nueva York, la risa es, realmente, la mejor medicina. “He estado trabajando en el barrio chino durante muchos años, y muchas personas y familias me conocen”, dice Sari. “La confianza que hemos construido es muy importante, puede ayudarnos a comunicar nuestros miedos y nuestras sensaciones de malestar”.

“Una vez, cuando tenía que verificar si un paciente postrado tenía úlceras en las nalgas, su pudor era una complicación. Su esposa y yo nos aliamos para intentar convencerlo. ‘En todos estos años’, se rió mirando a su mujer mientras se daba vuelta, ‘nunca me pediste que te mostrara las nalgas’.

Encontrar fuerza para renunciar

De pronto, la vida de uno de los pacientes de Upper East Side de la enfermera Huda Scheidelman sufrió un cambio cuando se divorció justo antes de cumplir 60 años. Un hombre al que le encantaba salir y explorar la ciudad, empeoró como resultado de una diabetes no controlada y por fumar una cajetilla de cigarrillos al día.

Tras manifestar síntomas de depresión grave, no estaba cumpliendo con el plan alimentario nuevo que le había indicado la nutricionista, su nivel de azúcar en sangre se había descontrolado, y había dejado su trabajo porque la diabetes le provocaba dolor al caminar.

Combinando la compasión con los hechos y un poco de “amor firme”, Huda lo ayudó a entender que fumar y no administrarse la insulina era una manera de engañarse a sí mismo, y, de a poco pero con solidez, volvió a administrarse la insulina, comenzó a cumplir con su dieta y abandonó el cigarrillo. “Gracias”, dijo en una de las últimas visitas, “no sé qué hubiera hecho sin usted”.

Encontrar la mejor opción

Cuando Jane Sadowsky-Emmerth, enfermera matriculada y administradora de casos clínicos de la agencia de cuidados de la salud Partners in Care, llegó para enseñarle a su paciente, que tenía colitis ulcerosa, cómo administrarse inyecciones anticoagulantes, el rostro de la ejecutiva de negocios de 30 años se volvió pálido, “no puedo hacerlo”, dijo ella. “Simplemente, no puedo administrarme la inyección yo misma”. Sin las cuatro inyecciones diarias indicadas, la paciente de Jane necesitaría transfusiones de sangre periódicas, algo que ella no podría llevar a cabo en su cronograma de trabajo tan ocupado.

Como medida temporal, Jane coordinó con el esposo de su paciente para administrarle las inyecciones hasta que el ritual diario se tornara menos abrumador y su paciente estuviera dispuesta a administrarse las inyecciones ella misma. “No sé cómo lo hiciste”, dijo ella, “pero me ayudaste a relajarme y a entender que esta es la manera de cuidarme a mí misma en este momento. Nunca podré agradecerte lo suficiente”.

Con el corazón

Antes del atentado terrorista del 9/11, Neely Bagley ponía su creatividad trabajando como cantante en un cabaret y afinaba sus habilidades de artista y de dibujante. Después de ese día, decidió que necesitaba hacer algo más para ayudar a otras personas que estaban sufriendo, así que volvió a la escuela y se convirtió en una enfermera de primera línea en Visiting Nurse Service of New York.

“Uso mis dibujos para ayudar a las personas a comprender”, explica Neely. “Uno de mis primeros pacientes con insuficiencia cardíaca había estado sufriendo la enfermedad durante años sin darse cuenta. ‘Nunca nadie me lo dijo’, reclamó el paciente. Entonces, comencé a dibujar todo para él hasta que lo entendió”. Como suele ocurrir, con el entendimiento, viene la gratitud, y el paciente (como muchos que se beneficiaron con las diversas capacidades, la creatividad, el cuidado y la compasión que enfermeros como estos demuestran cada día) logró curarse y tener una nueva vida más saludable.

Para averiguar más sobre los planes de salud que ayudan a las personas de edad avanzada de New York a vivir de una forma más cómoda, segura e independiente en sus propios hogares, visite www.vnsny.org o llame al 1-855-AT CHOICE (1-855-282-4642).

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