El buen sexo durante la menopausia es posible
Hay formas de contrarrestar con éxito los efectos de los cambios hormonales
Es una etapa normal en la vida de toda mujer. Se conoce como menopausia y trae consigo una serie de cambios hormonales que tienen una evidente repercusión en su estilo de vida. Uno de ellos es que los ovarios dejan de producir suficiente estrógeno, lo que va a afectar la sexualidad.
De hecho, se estima que cerca de un 40% de las mujeres en Estados Unidos pueden tener algún problema de índole sexual. Y existen varias causas, como el envejecimiento, cambios hormonales y ciertas afecciones médicas asociadas con la edad.
En ese sentido, se puede experimentar una disminución en el interés, el deseo y la actividad sexual. Esto puede ser normal y no debe ser fuente de preocupación a menos que la pareja si exprese más deseo en la actividad sexual. Si esto ocurre, la comunicación es vital y se pueden llegar a acuerdos para que exista mutua satisfacción
Para la ginecóloga de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), Laura Baquedano, durante la pre y la menopausia aumenta el porcentaje de una merma en las relaciones sexuales.
Según la doctora “la caída de los estrógenos hace que el epitelio vaginal se adelgace y se vuelva atrófico; por ello, resulta frecuente el dolor con las relaciones sexuales”.
De esta manera, agrega, que las mencionadas molestias constituyen, a su vez, el reflejo inhibitorio más potente del deseo y el interés sexual. Más de un tercio de la vida de la mujer va a transcurrir en la etapa de la menopausia, por lo que cada vez aumenta el número de mujeres que desean saber más acerca de los cambios hormonales que implica este período.
Cuando surgen este tipo de problemas, lo más recomendable es acudir a un especialista para conseguir un remedio para esta situación. Llegados a este punto surge la siguiente pregunta: ¿acudo a un ginecólogo o a un sexólogo?
Baquedano señala que el abordaje de las disfunciones sexuales es siempre multidisciplinar: “El ginecólogo se centra más en trastornos de origen orgánico y el sexólogo realiza una valoración más enfocada a las causas funcionales, a la relación de pareja, a las emociones…”
En definitiva, “el diagnóstico de ambos expertos no son excluyentes, se trata de visiones complementarias de un problema que suele tener un origen multifactorial”.
Todavía, a día de hoy, este tema resulta tabú para muchas mujeres pero, según considera la doctora, “cada vez hay más que han aprendido a vivir su sexualidad como parte integrante de su salud en general”. La especialista indica que las mujeres se conciencian poco a poco de la prevención y suelen acudir cada vez más a los especialistas cuando su calidad de vida se ve alterada.
Terapia hormonal
Cuando la mujer decide finalmente acudir a la consulta de un especialista se le suele pautar un tratamiento. No obstante, según indica el presidente de la Fundación Española para el Estudio de la Menopausia (FEEM), Rafael Borrego, “existe un tanto por ciento importante que no lo cumple”.
“La Terapia Hormonal Sustitutiva consiste en aportar los estrógenos (lo que falta al dejar de funcionar los ovarios con normalidad) y, cuando la mujer tiene útero, ha de asociarse también progesterona para evitar la patología a ese nivel”. Se puede administrar en forma de comprimidos, parches o cremas.
La doctora Baquedano asegura que el tratamiento hormonal durante la menopausia es la opción más efectiva para paliar los síntomas derivados del cese de la producción hormonal ovárica. Pese a todos sus beneficios, la ginecóloga subraya que se suele reservar su utilización “para mujeres con una clínica que afecte a su calidad de vida, porque existen potenciales riesgos asociados a utilizarla de manera prolongada”.
Y es que, durante la menopausia, los ovarios producen cantidades mínimas de andrógenos y estrógeno que son vitales para la respuesta sexual normal. Al ocurrir una producción menor de andrógenos, el deseo y la excitación sexual puede disminuir. La disminución de estrógeno también puede causar resequedad vaginal lo que provoca dispareunia o dolor durante el acto sexual.
Además, con el envejecimiento, ciertas condiciones médicas como la diabetes, la hipertensión, la osteoartritis y el uso de ciertos medicamentos pueden interferir con la sexualidad.
A esto se suman otros factores, como el fumar, uso de alcohol excesivo, estrés, ansiedad, depresión, experiencias sexuales pasadas negativas y problemas de pareja que pueden afectar negativamente el interés y el apetito sexual.
Sin embargo, según los profesionales de la salud, la disminución en el deseo sexual es una causa de preocupación en la medida que cause problemas en la relación de pareja. Por eso aconseja que si está afectando tu calidad de vida o la de tu pareja, debes buscar una solución.
Pero lo primero que debes hacer es educarte, aprender sobre tu cuerpo y cómo funciona. Lo segundo, es que hables con tu pareja para que él se eduque también.
Por eso los médicos señalan que es importante que ambos entiendan que el sexo es mucho más que la penetración. Por ejemplo, los masajes y caricias, la masturbación sola o en pareja y el sexo oral son opciones. Además, compartir con tu pareja con honestidad sobre lo que les gusta y lo que no también es esencial.
Sexo a cualquier edad
Aunque no hay duda de que hay unos cambios físicos, biológicos, sociales y mentales mientras se envejece, no se debe creer que en la edad avanzada las personas no son capaces de ocuparse de su propia sexualidad.
De hecho, si reconocemos que la sexualidad no se limita a tener hijos, esta solo termina con la muerte. Y es que se ha comprobado que la persona siempre va a tener sensación erótica o deseos sexuales; el tacto, la sensualidad, las caricias íntimas son parte de la vida hasta el fin. Sin embargo, la realidad es que culturalmente no nos enseñan a disfrutar del placer y se vive negando esa posibilidad.