Cinco efectos secundarios de los terremotos que quizá no conoces
¿Sabías que después de un terremoto los días pueden ser más cortos?
En este mismo momento en el que estás leyendo esta nota, en algún lugar del mundo, la tierra está temblando. Y es que, en promedio, cerca de un millón de terremotos se producen por año en el planeta.
La gran mayoría son tan pequeños que pasan desapercibidos. Sin embargo, basándose en observaciones desde 1990, cada año se producen 17 terremotos de más de 7 de magnitud en la escala de Richter, y uno grande por encima de 8, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
BBC Mundo te cuenta otros datos curiosos sobre este fenómeno.
1. Un terremoto puede cambiar la longitud del día
En marzo de 2009, un sismo de 8.9 de magnitud azotó el noreste de Japón.
La energía que liberó fue tal que alteró la distribución de la masa de la Tierra, y esto generó una leve aceleración en su velocidad de rotación.
Como resultado, el día en el planeta duró 1.8 microsegundos menos de lo habitual.
2. El agua estancada huele raro antes de un sismo
Las lagunas, los canales, los lagos y otras fuentes de agua estancada pueden despedir un olor desagradable y aumentar levemente su temperatura antes de un sismo.
Esto se debe a los gases subterráneos que se liberan a medida que se desplazan las placas tectónicas.
Los gases también pueden contribuir a cambiar el comportamiento de la vida silvestre en el área.
3. Los animales cambian su comportamiento por la actividad sísmica
Investigadores del Departamento de Ciencias de la Universidad Abierta, en Reino Unido, observaron por ejemplo la desaparición de sapos antes del terremoto de 2009 en Italia.
Se cree también que los sapos detectan cambios en la composición química del agua, provocada por el estrés que sufren las rocas. Pero no son solo los sapos, antes del terremoto y tsunami en Indonesia en 2004, testigos reportaron ver cómo algunos animales y aves se dirigían a tierras elevadas.
Científicos creen que los animales pueden sentir los temblores leves que se producen antes de un movimiento telúrico o, posiblemente, detectan las señales eléctricas provocadas por el movimiento de rocas subterráneas.
4. Después de un sismo, vienen los seiches
Tras un terremoto, se forman muchas veces ondas estacionarias internas en el agua que se conocen bajo el nombre de seiche en piscinas y lagunas.
La clave para que se forme un seiche -que puede llegar a ser imperceptible a simple vista- es que el cuerpo de agua esté al menos parcialmente delimitado, como es el caso de un piscina.
El agua puede continuar moviéndose incluso durante horas después del sismo. En EEUU, la piscina de la Universidad de Arizona, en Tucson, perdió agua por un seiche causado por el terremoto de 1985 en México, a más de 2.000 Km de distancia.
5. Su origen fue descubierto en el siglo XVIII
El ingeniero británico John Michell identificó la causa de los terremotos a comienzos del siglo XVIII.
Michel fue uno de los padres de la sismología.
Él fue quien propuso la teoría de que los terremotos y las ondas de energía que producía eran causadas por el “desplazamiento de masas de roca a varios kilómetros de la superficie”.