Editorial: Pacto climático

El Acuerdo de París es un convenio entre 195 países para el control de las emisiones de dióxido de carbono, metano, y otros, que causan el efecto invernadero responsable del cambio de clima

Parece que Estados Unidos se retirará del pacto mundial contra el calentamiento global. De confirmarse los numerosos reportes, la administración del presidente Donald Trump está punto de renunciar a su posición de liderazgo internacional para aislarse detrás de la ignorancia.

El Acuerdo de París es un convenio entre 195 países para el control de las emisiones de dióxido de carbono, metano, y otros, que causan el efecto invernadero responsable del cambio de clima.

El gobierno del expresidente Obama se comprometió a la intención de reducir la emisión de estos gases a un nivel entre 26% y 28% por debajo del 2005, para el año 2025 y hacer “el mejor esfuerzo” para reducir en 28%.

Antes de este acuerdo, nuestro país ya estaba en camino de tener un consumo de energía más eficiente, desde autos y maquinarias a edificios;  al igual que un desarrollo de fuentes renovables como solar y eólica.

Las metas del Acuerdo es la continuación de estos esfuerzos con refuerzo a la Ley del Aire Limpio de 1970 y al Plan de Energía Limpia de Obama.

Lamentablemente la promoción de un aire más respirable cuenta con la oposición republicana, que defiende un sector industrial. Hay un sector que se resiste a los cambios por considerar que las nuevas regulaciones le reducen los márgenes de ganancias.

Para justificar esta postura dicen que las regulaciones son una pérdida de empleos y rechazan la idea de que el cambio de clima está causado  por estas emisiones. Esta última es una barbaridad científica como decir que la tierra es plana.

Tan retrógrado y fantasioso como eso, es la idea de Trump de que puede regresar al pasado para recuperar los empleos perdidos en la industria del carbón. No fueron las regulaciones las responsables de esta desaparición, sino el precio del gas.

Hoy hay más empleos creados por la industria de la energía renovable que la del carbón. Incluso hay un gran sector empresarial del sector tradicional de energía que le pidió a Trump permanecer en el Acuerdo por la inversiones que ellos están en otras áreas energética.

No será fácil salir del acuerdo. Este proceso demora cuatro años, un período por el cual se mantienen algunos compromisos asumidos. Sería más lógico, en todo caso, renegociar desde adentro que salirse.

Además, hay ciudades como Los Ángeles y Nueva York que están comprometidos en seguir con sus políticas de aire limpio. Ambos alcaldes dijeron que respetarán las normas del Acuerdo de París independientemente de la decisión de Trump.

No hay muy muchos motivos para retirarse del Acuerdo. Es voluntario, un importante sector de la economía lo respalda y mantiene el prestigio y liderazgo de Estados Unidos.

Muy especialmente, el aire limpio es bueno para la salud y se evitarán los numeroso peligros del cambio de clima ayudando a estadounidenses y al resto del mundo.

Si a pesar de todo, la Casa Blanca se retira del al Acuerdo, este será el  triunfo de una filosofía anti globalista. Una visión nacionalista equivocada y ciega que, no le importa dañar lo que dice defender y mucho más.

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