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Claustrofobia es poco

La colección "Compresión en Tokio", de Michael Wolf, se exhibe en la Flowers Gallery de Londres hasta el 1º de julio de 2017 (Tokyo Compression #70, 2010).

La colección "Compresión en Tokio", de Michael Wolf, se exhibe en la Flowers Gallery de Londres hasta el 1º de julio de 2017 (Tokyo Compression #70, 2010).  Crédito: (Michael Wolf)

Muchas de las personas en las fotos de la serie “Compression in Tokyo” (“Compresión en Tokio”), del fotógrafo alemán Michael Wolf, parecen haber sido forzadas a adoptar poses raras.

Pero no. Sus posturas muestran simplemente su contorsión cotidiana en el metro de Tokio, Japón.

La incomodidad de los viajes diarios adquiere una calidad poética en las fotos de Wolf, que fueron tomadas en la estación Shimo-Kitazawa, la cual dejó de funcionar en 2013.

Aplastados contra las ventanas del tren u otros compañeros de viaje, muchos de los pasajeros van con los ojos cerrados, como si eligieran replegarse en sí mismos o entrar en un tipo de trance.

Sorprendentemente, muchos de los viajeros parecen tranquilos y no angustiados, como si se hubieran replegado en sí mismos (Tokyo Compression #17, 2010).

“No puedes cambiar la situación, así que la única manera de hacerlo es compartimentar, ponerla en alguna parte de tu cerebro donde no te afecte”, dice Wolf.

“Lo sufres en la mañana, lo sufres en el camino de vuelta, y es como es: no te obsesionas pensando en eso”.

La edición final de la serie “Compresión en Tokio”, de Wolf acaba de ser publicada en el libro “The Final Cut” (“El corte final”, porque la estación de tren Shimo-Kitazawa ya no existe), con el que cierra un proyecto que se originó hace más de 20 años.

“La revista Stern me envió a Tokio en 1995, después de unos ataques con gas sarín”, cuenta Wolf.

“En un momento llegué a esta estación de metro donde tomé todas las fotografías. Estuve allí 10 minutos y tomé cinco o seis imágenes de gente apoyada en las ventanas, que parecía desamparada, y ni siquiera era hora punta”.

Wolf decidió guardar las imágenes para decidir qué hacer con ellas en el futuro.

“Cuando las personas meditan, juntan el índice y el pulgar en la posición ‘om’, y eso aparece en bastantes fotos”, dice el fotógrafo Michael Wolf. “Sus ojos están cerrados, sus dedos están de cierta manera; supongo que se están retrayendo. Tienes que retraerte si vas a pasar una hora así” (Tokyo Compression #9, 2010).
Después de que ganó el World Press Photo, Wolf visitó a un editor en Tokio con un portafolio de sus imágenes. “Las miró unos 30 segundos y dijo: ‘¿Y qué? Yo he estado haciendo esto todos los días durante 40 años, es normal'”, le contó el fotógrafo a la BBC (Tokyo Compression #75, 2011).

“En 2010, 15 años más tarde, tuve un poco de tiempo y encontré estas cinco diapositivas, y pensé: ‘¿Por qué no vuelvo a esa estación y veo si puedo hacer algo con eso?'”.

El fotógrafo regresó a Shimo-Kitazawa cada año entre 2010 y 2013. “Fui allí cuatro años seguidos, durante cuatro semanas cada año, y cada vez volvía con imágenes más intensas“, recuerda.

“Iba todas las mañanas desde las 7:45 hasta las 8:50, que es la hora punta, y cada 80 segundos entra un tren. Tenía 30 segundos para tomar fotos antes de que el tren se moviera de nuevo”.

“Hay una discusión que he tenido muchas veces: ¿cómo creo que se siente la gente de ser fotografiada? Obviamente, no puedo obtener permiso, hay un cristal que nos separa, así que o lo hago (los fotografío) o no”, explica Wolf (Tokyo Compression #1, 2010).
Wolf quiere transmitir a los espectadores la sensación de que no pueden escapar de la imagen (Tokyo Compression #66, 2010).

El proyecto transmite una sensación de claustrofobia. “Una de las cosas que siempre me gustó hacer fue que el espectador sintiera que no puede escapar de la imagen”, le dijo Wolf a la BBC en 2014.

Esa intensidad le ha valido premios. En 2010, Wolf ganó un premio World Press Photo en la categoría Vida Cotidiana, por una de las imágenes, y la serie “Compresión en Tokio” fue preseleccionada para el Premio Pictet 2017.

Además, sus imágenes han sido ampliamente compartidas. “‘Compresión en Tokio’ se vuelve viral cada año”, afirma Wolf.

Las fotos de Wolf se vuelven virales constantemente. “Un blog las recoge, (escriben algo como) “La pesadilla del transporte en Tokio” y otras 20 páginas las difunden. Pasa un mes y mueren, y luego de un año se descubren de nuevo”, cuenta Wolf (Tokyo Compression #55, 2010).
Un ensayo en el último libro de Wolf explora ese sentimiento de proximidad extrema: “En ninguna parte nos acercamos, involuntariamente, tanto a nuestro vecino más que en el metro”, escribe el autor alemán Christian Schüle (la foto es una de las que Wolf tomó en 1995).

“Si ves las fotos, inmediatamente sabes de qué se tratan, y sientes empatía por las personas que están sufriendo esto, te conectas inmediatamente con ellas, no importa quién seas”, añade.

Los retratos de Wolf no parecen burlarse de los pasajeros, sino que más bien irradian intimidad.

La condensación de agua en las ventanas del metro -producto de la respiración y sudor de los pasajeros- es un recuerdo visible de la “compresión”.

“Alguien debe recogerla y destilarla, y hacer un perfume: Big City Scent (Esencia de la Gran Ciudad)”, se ríe Wolf. “Damien Hirst lo haría, y lo vendría por un millón de dólares: el sudor concentrado de un millón de viajeros, en un pequeño frasco”.

El agua condensada en las ventanas del metro agregan un lado oscuro a la “compresión” de Tokio. “Tengo fotos de manos que han borrado la condensación y que parecen escribir un mensaje en la ventana, en caligrafía japonesa: ‘Ayúdame, estoy atrapado, llama a la policía'”, cuenta Wolf (Tokyo Compression #162, 2009).

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