Contra los combustibles fósiles
A veces creo que sería mejor si los políticos no se acercaran a Twitter.
No sólo los crueles y odiosos, como el Presidente Trump, quien vomita odio en 140 caracteres, sino también los más dulces y benevolentes, como el Contralor de la ciudad de Nueva York, Scott Stringer. Porque a menudo expresan gran preocupación, y luego no hacen nada al respecto. Y los demás nos quedamos pensando que quizás no eran, en su mayoría, más que palabras.
Esto es parte de lo que el Sr. Stringer dijo sobre Puerto Rico tras el paso del Huracán María: “Mis padres han tenido una segunda residencia en Puerto Rico por 30 años. Mi familia está rezando por nuestros amigos y nuestros seres amados”; “Las crisis en Puerto Rico y México no son tragedias lejanas. Afectan a los neoyorquinos justo aquí, en su hogar”; Y “hoy estuvimos con @RepEspaillat para discutir la tragedia de Puerto Rico y exigir que Washington actúe”. E incluso “Es una tragedia total en Puerto Rico. Nueva York está haciendo lo que puede, pero Washington tiene que hacer su trabajo”.
Pero aquí está el problema: el Contralor no ha hecho todo lo que puede para prevenir tales tragedias. Es verdad que ha recogido donaciones para las víctimas —pero también ha pasado años asegurándose de que la ciudad siguiera con sus inversiones en compañías de combustibles fósiles, que han alimentado este tipo de desastres climáticos.
Desde el Huracán Sandy, líderes de la ciudad—incluyendo a muchos líderes hispanos—han exigido que la ciudad vendiera el stock que sus fondos de pensiones tienen de compañías como Exxon. Han señalado que estas compañías mintieron sobre el cambio climático durante décadas, que hacen enormes donaciones de campaña a políticos republicanos que evitan la acción contra el calentamiento global, y que están decididas a bombear aún más carbono a la atmósfera durante las próximas décadas.
La negativa de Stringer de tomar acción sobre la desinversión ha costado a los pensionistas de la ciudad enormes cantidades de dinero: estas acciones de combustibles fósiles han funcionado peor que cualquier otro sector de la economía. Pero también es inmoral, ya que significa tomar riesgos para las personas más vulnerables de nuestro planeta. Cuando sopla el viento y viene la lluvia, no son los inversores de Wall Street los que sufren. ellos estaban de vuelta al trabajo unas semanas después de Sandy. Mientras tanto, la gente más pobre sigue fuera de sus casas, cinco años después—por eso la marcha #Sandy5 del día sábado 28 de octubre acabará en esos barrios que se llevaron lo peor de la furia de Sandy sobre Manhattan.
Los hispanos-americanos han entendido esta verdad durante años: las encuestas nacionales muestran que los latinos son el grupo más preocupado por el cambio climático en este país, y que eso ocurre desde mucho antes de que Puerto Rico fuera devastada por una tormenta masiva durante el mes más activo en cuanto a huracanes que jamás se ha registrado en el Atlántico. Ahora tendría sentido reconstruir la isla con paneles solares, pero por ahora la administración de Trump, tan cercana a los combustibles fósiles, lo impide.
Esa no es la culpa de Stringer—él no puede hacer mucho sobre el DC. Pero él tiene más poder que ningún otro sobre los enormes fondos de pensiones de la ciudad. Si diera un paso decidido pronto, podría hacer más que ningún otro en el país para bajar los humos a esta industria, y ayudar a que tenga que cambiar sus prácticas. El dinero habla. Habla mucho más alto que los comentarios de Twitter.
-Bill McKibben es un autor, ambientalista y activista. En 1988 escribió “The End of Nature,” el primer libro para una audiencia común sobre el calentamiento global. El es el cofundador y asesor principal de 350.org, una campaña internacional sobre el clima que funciona en 188 países de todo el mundo.