TPS y ‘Coco’, dos Estados Unidos
Gabriel Lerner Editor de La Opinión
Este fin de semana en Washington, la Casa Blanca daba los últimos toques a una decisión ampliamente esperada en la que daría a conocer el fin del programa TPS – el Estado de Protección Temporal – vigente desde 2001 para salvadoreños.
La insensible decisión finalmente anunciada este lunes significó el final del plan TPS que dio cobija a más de un cuarto de millón de víctimas de los estragos causados a El Salvador por dos terremotos que afectaron ese país con un mes de separación a principios de ese año.
Por casi dos décadas, estos residentes se asentaron, aprendieron inglés y la cultura estadounidense. Trabajaron, pagaron impuestos y compraron casas. Han tenido miles y miles de hijos que son estadounidenses. Se han convertido en parte de nuestra sociedad.
Y en todo este lapso, han sido legales.
Pero ahora, se quedan sin protección. Les dan 18 meses para legalizarse o ser deportados.
Quienes se vayan dejarán un Estados Unidos que ven tenebroso y amenazante.
Pero hay otro Estados Unidos, simultáneo y potente. El del abrazo y el futuro.
Ayer, la película “Coco” ganaba el premio al mejor filme animado del año en los premios Golden Globe.
“Coco” es un delicioso y exitoso homenaje a la cultura mexicana.
Narra la historia de Miguel, un niño de 12 años que por error llega a la tierra de los muertos, de donde vuelve con la ayuda de sus antepasados a su numerosa y cariñosa familia.
Como lo es la familia latina.
Al aceptar el trofeo, su director Lee Unkrich dijo que “Coco” “no hubiera existido sin el increíble pueblo de México y su tradición del Día de los Muertos”. Así fue.
Pero aunque en el vecino país se convirtió en la segunda cinta más popular de todos los tiempos, “Coco” no es una película mexicana, sino estadounidense. Fue producida por los estudios Walt Disney y Pixar, empresas centrales en nuestra industria del cine, que invirtieron en ella 200 millones de dólares. Reconocieron la vitalidad de la familia latina e hicieron de ésta su propio tema.
Porque “Coco” define la presencia de lo mejor de México y Latinoamérica que se ha integrado a Estados Unidos: el respeto por los mayores y por quienes ya no están con nosotros. La música popular y la alegría que ésta genera. El colorido que pinta la vida y el optimismo sin fin, que la dirige. La belleza de sus rasgos étnicos y raciales. El encanto y el romanticismo, que perduran en la mitología y los relatos que pasan de generación en generación.
El éxito de “Coco” es nuestro éxito. Y es una fuente de esperanza de que el fantasma lúgubre del racismo y la hostilidad sean episodios fugaces y que finalmente prevalecerán la solidaridad y aceptación de los inmigrantes.
Porque esos son los rasgos que permitieron el crecimiento de este país y su potencial como un faro luminoso para las naciones del mundo.