El extraditado por lavado de dinero que quiere gobernar

Sidronio Torres no puede escapar de un delito cometido en EEUU y por el que ya cumplió condena

MÉXICO  “La regué’’, dice al teléfono Sidronio Torres, un exmigrante michoacano a quien una corte de Nueva York lo acusó de lavado de dinero hace casi 20 años para seguir un proceso legal, emocional, social y político que lo sigue como un tatuaje.

Sobre todo cuando tiene aspiraciones de escalar en la vida pública nacional como ahora  que aspira a ser diputado.

Entonces salta a la prensa una vieja ficha de la Procuraduría General de la República, fechada en junio de 2010, cuando fue extraditado para rendir cuentas ante la justicia estadounidense por contratar y usar a mujeres “mensajeras’’ para transportar “grandes cantidades de dinero’’. 

Cuando me agarraron tenía 100,000 dólares en efectivo, y llegué a manejar 400,000 en cash – dice sobre ese episodio de su vida del que “se avergüenza’’ y “quisiera corregir’’ pero ya no puede dar marcha atrás.

La historia se remonta hasta los años 90, cuando se convirtió en un emigrante más de Uruapan, su ciudad natal. Primero fue a la Ciudad de México, donde se involucró con la compra y venta de frutas y verduras a través de su trabajo en la Central de Abasto.

Ahí descubrió que había un “gran’’ negocio en el transporte de esa mercancía a la frontera y de ahí revenderla y llevarla a Chicago y Washington. Consciente de esa situación quiso hacer lo mismo y cruzó la frontera.

Mientras le agarraba el paso a la importación de los alimentos montó un restaurante de carnitas y así empezó su carrera de empresario desde donde ganó algunos premios por su labor altruista como el que le dio la US Hispanic Chambers of Commerce 1999.

Un año después, su vida cambió radicalmente cuando alcanzó su sueño de trasladar frutas y verduras en tráileres de México a Nueva York. “Unos dominicanos llegaban a comprarme toda la mercancía con dinero en efectivo y yo la aceptaba porque vendía todo y ganaba mucho pero cuando llegó la policía a investigar por lavado yo no sabía decir quiénes eran exactamente esos compradores’’.

Todo eso lo explicó la corte, ésta lo dejó libre y él regresó a México. Diez años después y sin proceso legal, dice, fue extraditado. La PGR, por su parte, detalla que sí se llevó a cabo todo el proceso a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

El caso es que Sidronio finalmente fue juzgado y pasó 36 meses en la carcel. “Salí gracias a que el sistema estadounidense obliga a las grandes firmas privadas de abogados a hacer labor de ayuda cada dos o tres años y a mi me tocó una judía de las mejores en EEUU, muy buena, que probó mi inocencia a base de cartas y testimonios’’.

De vuelta a México se ha dedicado a ayudar a las familias de migrantes, deportados e hijos de éstos a través de organizaciones civiles en Michoacán y ha sido activista cercano al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

“Ya me dijeron que no me quedé en el proceso de selección de diputado’’, comenta en primicia para este diario unos minutos después de haber logrado otro cargo: delegado en su estado para la organización sindical Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), afín al PRI.

Pero no se da por vencido. Dice que espera tres años para lanzarse otra vez. “¿Por qué no? Tengo mi carta de no antecedentes penales en México. Es mi derecho porque la ley me lo permite’’.

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