Suecia: donde los emprendedores no presumen de sus éxitos ni exhiben sus riquezas
¿Qué tan buena es esta actitud en un mundo tan competitivo?
Suecia es uno de los países más innovadores del mundo, pero tiene una cultural empresarial que desalienta el alarde de su éxito.
¿Esta humildad es una ayuda o un obstáculo cuando se trata de emprendimientos?
Nombres familiares como Spotify o Skype; líderes de los videojuegos como King (creadores de Candy Crush) y Mojang (creadores de Minecraft); y compañías de pago electrónico como iZettle y Klarna, han hecho de Suecia un centro clave para las nuevas tecnologías que están transformando la industria.
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A pesar de tener solo 10 millones de habitantes, que viven en una tierra mayormente de selva virgen, en los años recientes el país nórdico creó más compañías multimillonarias per capita que cualquier otro lugar fuera de Silicon Valley.
En enero, Suecia ocupó el primer puesto del escalafón de países innovadores de Europa que publica Bloomberg.
El éxito de las empresas emergentes en Suecia está ligado a varios factores.
Tiene una fuerte estructura digital, mano de obra altamente calificada y una población del tamaño ideal para probar innovaciones.
Y para aquellos cuyas ideas no cogen vuelo, una fuerte red de bienestar social para volver a ponerlos de pie.
Pero desde la muerte Ingvar Kamprad, fundador de Ikea, y los obituarios resaltando su humildad y frugalidad, estos rasgos anclados firmemente en la cultura sueca han vuelto a captar la atención.
Observadores locales y globales se están preguntando acerca del rol que juegan estos valores en la definición de la próspera economía sueca, incluyendo su disruptiva escena tecnológica.
“Tratar de mantener el alarde en sus mínimos y encontrar consensos para que todos estén en la misma página”, siguen siendo dos de las prácticas más extendidas en el ámbito laboral en Suecia, dice Lola Akinmade Akerstrom, una programadora que ahora trabaja como comentarista cultural, quien resaltó estos aspectos en su reciente libro “El secreto de Suecia para vivir bien”.
Mientras el lenguaje en otros centros de innovación se enfoca en gerentes tipo estrellas de rock que lo pueden todo, en Suecia el negocio “se trata de trabajar todos juntos, asegurándose de que sus voces de escuchen de manera equitativa, de tal manera que juntos puedan alcanzar una solución óptima”, dice.
Al menos una parte de esta cultura basada en el consenso tiene sus raíces en lo que los suecos llaman “Jantelagen” (La Ley de Jante), que toma su nombre de un pueblo llamado Jante, retratado en una novela del autor noruego danés Aksel Sandemose, en 1933.
Ahí se describe una tradición de siglos que desalienta las muestras de riqueza y éxito extravagantes. En otras palabras, nadie debe considerarse mejor que los demás.
“En el trabajo, Jantelagen crea un ambiente más colaborativo, en vez de uno competitivo, dice Akerstrom. “Trata de remover el estrés causado por la competencia o sentir que eres mejor que los demás”.
A unos 640 kilómetros de Estocolmo, este concepto se discute junto a tazas de café, bancos de madera y cojines suaves dentro de House Be, un espacio de trabajo para entusiastas de la tecnología en el pueblo montañoso de Are.
A pesar de sus población de 5 mil habitantes, Are tiene la mayor proporción de jóvenes emprendedores en el país, según la Confederación de Empresas de Suecia.
El lugar ofrece la oportunidad de disfrutar las colinas y hacer caminatas, al tiempo que construyen empresas.
Uno de los cofundadores de House Be es Ulrika Viklund, quien fue gerente de crecimiento internacional de Spotify.
Viklund sostiene que el aspecto más positivo del Jantelagen en la escena del emprendimiento es que promueve que “la gente se ayude mucho más entre ella”.
“Usualmente no tenemos ese gran jefe que se sienta en la esquina de una oficina y toma todas las decisiones”, explica.
“En Spotify no hubiera sido posible el éxito sin esta cultura de trabajo, donde todas las competencias en la compañía se aprovechan, porque a todos se les permite ser innovadores y decir lo que ellos creen que es correcto hacer”.
Johan Formgren, un emprendedor tecnológico que estuvo radicado en Berlín, añade que la inclinación de Suecia por las estructuras planas y la modestia también ayuda a crear fuertes lazos.
“En Estocolmo fui parte de una red llamada SUP46, que nos daba bastante acceso a las más grandes compañías de Suecia. El fundador de Skype estaba ahí al menos una vez al mes, era accesible y quería hablar con todos nosotros que éramos jóvenes emprendedores”.
Actualmente construyendo su quinto negocio, -una herramienta para gestionar recursos humanos-, desde las montañas nevadas de Are, Formgren ha conseguido “cerca de medio millón de dólares” de inversión para su más reciente empresa.
Sin embargo, vale la pena señalar que estos son detalles que solo revela después de 30 minutos de conversación.
Este es el aspecto del Jantelagen – evitar el alarde – que muchos dicen que va en detrimento de la escena tecnológica sueca.
“Ha hecho más difícil tener modelos a seguir”, dice Ulrika Wiklund.
“La gente que ha triunfado no se atreve a manejar un carro de lujo, no se atreven a mostrar cuando han hecho algo bueno. Quizás eso ha hecho más difícil de inspirar a los emprendedores”.
Las start-ups suecas atrajeron US$1.600 millones en 2017, comparados con los US$2.900 millones de Alemania y los US$7,100 millones de Reino Unido.
Si bien las estadísticas son impresionantes, dado el tamaño de Suecia, ¿está el Jantelagen impidiendo que las compañías apunten más alto?
“Las investigaciones sugieren que tu recibes capital dependiendo de qué tan seguro y satisfecho te sientas de tu idea”, dice Sofia Wingren, directora ejecutiva de Hyper Island, una escuela de negocios en Estocolmo enfocada en entrenar a estudiantes para carreras en el sector digital.
Según Wingren, los suecos típicamente han sido muy susceptibles a “trabajar en silencio” para “perfeccionar” los productos antes de buscar financiación o lanzarlos al mercado.
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Mientras la camada de estudiantes mileniales de Hyper Land es menos tímida y con una mente más global que las generaciones previas, una parte central de las enseñanzas de la escuela está centrada en abordar este asunto.
“Tenemos muchas presentaciones en las que guiamos a los estudiantes sobre cómo presentarse y tener confianza en sí mismos“, dice Wingren.
Claramente, factores externos jugarán un rol en que Suecia mantenga su reputación como un centro líder en innovación.
Una aguda crisis de vivienda, impuestos y de opciones de compra de acciones, así como estrictas regulaciones migratorias están impulsando debates nacionales acerca de la capacidad del país de atraer las destrezas necesarias para ayudarle a las compañías de la pequeña nación nórdica a concretar sus ideas.
Mientras tanto, los analistas señalan el reto de mantener el énfasis en la confianza y el consenso que caracteriza a las empresas suecas, de cara a una creciente competencia global y una rápida digitalización.
“El mundo se está moviendo tan rápido que puede que no tengamos tiempo de tener la opinión de todos“, dice Lola Akinmade Akerstrom.
“Suecia tiene que encontrar su lugar. Se trata de tomar la mejor parte de la mentalidad del consenso y una cultura basada en la organización y estar abiertos a la creatividad, la flexibilidad y la diversidad de puntos de vista y formas de trabajar”.
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