Más dinero pero el desamparo crece
La contraloría pone en vigilancia el presupuesto destinado a los sin techo
El gasto de la ciudad en el drama del desamparo no ha dejado de crecer. Y la situación no mejora.
Los recursos que Nueva York ha dedicado a este grave problema han pasado de $1,100 millones en 2013 a $2,600 millones. Esta última es la cantidad proyectada en el presupuesto preliminar para 2019 presentado recientemente por el alcalde, Bill de Blasio. A pesar del incremento hay algo más de 61,000 personas en los refugios de la ciudad cuando en 2013 eran 49,673.
Esas cifras han llevado al contralor de la ciudad, Scott Stringer, a poner al Departamento de Servicios a Desamparados (DHS en sus siglas en inglés) en una “lista de vigilancia”. Esta lista la ha creado tras el análisis del presupuesto debido a la preocupación que le motivan las cuentas. Stringer cree que se necesita medir y verificar con datos que haya mejoras y alude en su análisis al hecho de que solo el gasto en refugios se va a duplicar desde 2013 para alcanzar los $1,900 millones en 2019. Y todo ello pese a las fuertes inversiones hechas en prevención y vivienda.
Este departamento no es el único en la lista de vigilancia. La misma preocupación por la eficacia del gasto ha llevado al contralor a incluir en ella a los Departamentod de Educación (DOE) y el de Correccionales (DOC).
En el primer caso Stringer lamenta que la contratación de personal de Administración haya crecido a un ritmo que duplica porcentualmente la de maestros. El contralor también critica la presunta falta de responsabilidad en la administración de recursos como el software o la banda ancha además del hecho de que se hayan concedido contratos por valor de $2,700 millones de forma directa, sin licitación pública.
Con respecto a Correccionales, el contralor vuelve a cargar con el aumento del gasto en Rikers mientras la población reclusa se ha ido reduciendo.
En su análisis, Stringer muestra su preocupación por el hecho de que se espera que la expansión económica esté perdiendo fuerza, la hostilidad de la Casa Blanca y que la reforma fiscal resulte en un estímulo de corto recorrido que, sin embargo, haga más grave el déficit y las expectativas inflacionistas y se termine pagando un precio más alto por ello.
Por todo ello al contralor le gustaría que la ciudad tuviera más reservas. En el presupuesto preliminar estas son equivalentes al 9% del gasto presupuestario cuando el nivel óptimo está entre el 12% y el 14%.