Sueño por la ‘green card’ termina en sufrimiento para familia de NYC

Hace unos días todo era felicidad en el hogar de Barragán Paxtor. Pero lamentablemente el día que esperaban celebrar una de las noticias más esperanzadoras para la familia terminó con unas lágrimas que no se han secado aún.

Tras años en el país Bejamín Barragán, casado con María Paxtor y padre de dos hijos de 10 y 8 años, iba a conseguir la “green card”. Su esposa, guatemalteca, se hizo ciudadana hace años y él podía así regularizar su situación en un país al que llegó cuando tenía 16 años. Con todos los papeles en regla y preparados para la tramitación final fue a México a terminar el proceso, dejar sus huellas digitales, certificado médico y hacer la entrevista. Pero el día 15 de marzo, fecha prevista para esta, la “green card” fue denegada, él se quedó en ese lado de la frontera.

Peor aún, Barragán no puede volver a solicitar la residencia en 10 años. Su familia en la ciudad de Nueva York recibió como una bofetada la terrible noticia.

Este hombre que lleva años trabajando en restaurantes en la Gran Manzana nunca fue detenido por ninguna falta o delito, no tiene ningún arresto en su récord, pero un olvido sobre un trámite de hace varias décadas se convirtió en un error administrativo que le ha dejado varado en México. Allí no tiene trabajo, ni hogar, ni a nadie cuando su presencia es más que necesaria para su familia.

Sufrimiento por partida doble

La falta de Barragán es el motivo de la tristeza de sus hijos, de inquietud por la falta de ingresos, cuando además se han gastado una buena cantidad de dinero en abogados, y de desolación para una esposa y madre que lucha con un cáncer en fase cuatro que comenzó en el seno hace años pero ahora está metastizado y ha llegado a la piel.

“Es muy agresivo”, dice Paxtor mostrando las vendas que le cubren parte del torso, “yo lo veo en la piel”.

María Paxtor es una mujer pequeña de estatura a la que no le queda más remedio que ser grande en resistencia. Lleva desde 2008 con tratamiento de quimioterapia y tiene una masectomía parcial. Su cabeza está cubierta por un gorrito que se retira ligeramente para mostrar los efectos del tratamiento que recibe. No hace falta que lo haga. Sus cejas están despobladas y su brazo izquierdo hinchado.

Cuando su esposo estaba con ella, era él quien se encargaba de muchas tareas, entre ellas llevar a los niños a la escuela, Brooklyn Arbor, en Williamsburg. Allí era donde vivían antes de que les dieran un apartamento en un edificio de NYCHA en East New York. Ahora lo tiene que hacer ella y eso es un problema porque su salud exige muchas más visitas al médico de lo que le permite este ir y venir a la escuela. “He perdido ya tratamientos, he cancelado cinco citas ya”, cuenta la mujer cuya salud le ha dejado en los hospital ingresada tres veces ya en lo que va de año.

Dice tener poca energía, marearse y se le nota un sufrimiento que se transforma en lágrimas de desesperación cuando explica que lo único que quiere es tener a su esposo a su lado. Sufre porque él está solo allá y ella, tiene que hacer frente a cuestiones dolorosas como qué hacer con los niños si algo le pasara a ella. Aunque tiene un hermano en Los Ángeles, admite que no tiene testamento y que no sabe en qué situación legal quedarían sus hijos si le pasara algo a ella.

“Mi hermano dice que se ocuparía, y ellos tienen a su padre. Lo que no queremos es que los niños entren en el sistema de atención de la ciudad“. Admite que no sabe cómo se organiza esto y a quién pedir ayuda para ello.

Paxtor no tiene familia en Nueva York y no conoce a casi nadie en el vecindario en el que reside desde 2011, pero ha descubierto que hay otras relaciones tan importantes y significativas. Ella las tiene en la escuela de sus hijos.

María Fernanda Sosa, cuyo hijo está en clase con uno de los hijos de este matrimonio, recuerda que hace unos días, cuando se reunieron con los profesores, Paxtor le dijo que estaba feliz porque su esposo estaba terminando el proceso de la “green card”. “Yo conocía a María porque hablaba en español con ella y nos conocemos desde que nuestros hijos estaban en Pre-k, me alegré mucho por ellos, todos sabemos en qué situación está por el cáncer“, explica esta madre

Recogida de fondos

“Luego me enteré de que todo se había venido abajo”, cuenta con tristeza Sosa. Empecé a hablar con otras mamás de la escuela y ver la forma cómo podíamos ayudar. El resultado ha sido una página de gofundme a través de la cual solicitaron $20,000 para ayudar con el pago de la renta, los otros gastos corrientes, además de los inevitables costos de mandar niños a la escuela. “La publicamos a las 2:00 de la tarde y a la noche ya había $10,000 dólares donado. Lloramos todas de emoción, no podíamos creer la reacción de la gente, fue emocionante”.

Ahora han aumentado el objetivo de recaudación a $50,000 “porque María va a estar con necesidades durante tiempo, hasta que puedan resolverse algunos de sus problemas”, dice esta madre. Hasta la tarde de este jueves ya se había recaudado más de $20,000. Otra de las satisfacciones es que además de dinero “se han ofrecido servicios de abogados, gente que le puede ayudar con sus papeles, asesorar con los pasos que tengan que dar”, cuenta Sosa.

Uno de los problemas de Paxtor, ir y volver a por los niños es algo en lo que también piensan los padres. “El tema es la distancia y la mala comunicación pero el día que tenga tratamiento los niños pueden quedarse a dormir en casa de compañeros”, apunta como posibilidad.

Su comunidad, vela por ella. Son momentos complicados y aunque la familia ha recibido un fuerte revés, también ha revelado que toda una comunidad va a echar una mano en unos momentos innecesariamente difíciles.