Ella es Karla, la animadora mexicana que impulsará Guillermo del Toro

Descubre cómo la creadora conoció al cineasta mexicano y ahora trabajan en un proyecto juntos

MEXICO.- Karla Castañeda vivió parte de su infancia entre los campos de Jalisco y Zacatecas, una condición que simboliza el México profundo, el que ha inspirado a poetas y prosistas y, en su caso, su obra como cineasta de cortometrajes de estilo stop motion, una técnica de animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos a través de fotografías, con la  cual,  capturó algo más: la atención de Guillermo del Toro.

El ganador del premio Oscar por su dirección en la película La Forma del Agua informó a los cuatro vientos que coescribiría y apoyaría el proyecto de Castañeda. Lo anunció poco después de recibir el premio en un momento y lugar simbólico al sur de la frontera: en el festival de cine de Guadalajara.

La capital jalisciense, donde vive Castañeda y es oriundo Del Toro, busca hace años consolidarse como  un sitio de referencia en la producción del séptimo arte. “Por lo pronto somos la capital de México del stop motion’’, aprieta ella en entrevista con este diario.

Karla, de 39 años, ha dedicado casi la mitad de su vida a la animación y más de una década a este género, desde 2006 con su primer corto Melquíades, un año después con Jacinta (2007), su Opera prima; Felix, el coleccionista sin miedos (2011); La Noria (2012) e Inzomnia, del  director Luis Tellez, donde participó en el diseño de producción, entre otros.

Una fotografía de Jacinta, la Opera prima de Karla Castañeda.
Una fotografía de Jacinta, la Opera prima de Karla Castañeda.

Cuando conoció a Guillermo del Toro ?hace tres años, a través de un correo electrónico? ya tenía una carpeta larga de presentación y una carrera que se forjó a tesón, picando piedra aquí y allá: en su familia no había ni un solo antecedente dedicado al cine, sino las artes más antiguas de la humanidad, la agricultura y la ganadería en Teul de Gonzalez Ortega, un pueblo tan remoto zacatecano que casi nadie conoce.

De ese pedazo de tierra y de Ocotlán, Jalisco (donde nació su madre) proceden casi todas las inspiraciones de Karla, desde el valor del trabajo, “cuando le pregunto a mi papá cuáles eran sus juegos de niño él dice que arriar vacas porque su infancia era eso: pura chinga’’, dice; hasta su gusto por lo agreste, los espíritus, los tejidos, los cementerios…

“Viví cinco años de mi infancia allá y yo me recuerdo tomando leche debajo de la ubre de la vaca y comiendo nata, ¡me encantaba! y me subía a los árboles y comía pingüicas (gayubas), imaginaba monstruos y fantasmas en los árboles y veía que en el pueblo, debido a la migración había muchas mujeres, niños y viejitas que, con los años, me darían ideas: solo caminar por ahí me da todo la realidad para llevarla a la obra’’.

El papá emigró joven a Guadalajara para mejorar sus condiciones económicas y ahí se abrió paso hasta conseguir una plaza de trabajo en la estatal Petróleos Mexicanos.  Así crió a sus tres hijas. Karla estudió Bellas Artes en Pontevedra, facultad de Vigo, en España, pero sus recuerdos campiranos son arrebatadoras: se imponen una y otra vez en sus creaciones.

De las memorias de su tío Julio, quien murió de cáncer en Ocotlán, por ejemplo, surgió La Noria y Jacinta de todas esas gráciles mujeres que aún se pasean por Teúl de Gonzalez Ortega, catalogado oficialmente como Pueblo Mágico, el cortometraje que llamo la atención de Guillermo del Toro, también oriundo de Jalisco, aquel día que Karla se lo envió por correo junto con una petición: un boleto para la clase magistral que el cineasta daría en Francia.

“El me contestó, me felicitó y dijo que fuera, que me daría un boleto de entrada: así fue como lo conocí y nos hicimos amigos: coincidimos en muchas cosas y seguimos en comunicación y yo le fui enviando poco a poco las otras cosas que he hecho’’, detalla.

“El trabajo de stop motion es de mucha paciencia, a veces, sólo logras grabar un segundo en dos días. Rigo Mora (uno de los principales impulsores de la animación en México) dice que es como ver crecer el pasto: lento. Hay que estar en un foro, a oscuras, durante meses y más aún si, por falta de presupuesto, trabajas sola como yo lo he hecho’’.

Karla reflexionaba en todo esto en marzo pasado cuando recibió una llamada telefónica. Era Del Toro que estaba Guadalajara.

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Karla corrió y, a su encuentro, se enteró de que el galardonado cineasta tenía una propuesta: coescribir una historia juntos: él la producirá. Será un largometraje que  hablará de la importancia de cerrar ciclos en la vida y arrancar otros. Eso es crecer.

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