El sueño americano, cuando llega, viene con diploma

Solo el 5% de los trabajadores de bajos ingresos logra mejorar ligeramente su trabajo

Los fundadores de Facebook, Microsoft, Google, y alguna empresa más de alto perfil no acabaron sus carreras universitarias. Aunque sus historias son tan conocidas como celebradas y soñadas no hay que perder de vista que son un porcentaje minúsculo de una población de 326 millones de personas en el país. El sueño americano de la movilidad social, de tener una mejor calidad de vida, que normalmente llega con mejores ingresos, no es el de este escaparate de celebridades empresariales.

En un reciente estudio publicado por la Reserva Federal de Nueva York, se hace notar que los trabajadores de bajos ingresos, en una sociedad en la que está disminuyendo el peso de la clase media, tienen muy poco éxito en mejorar su posición laboral. De hecho, estas personas que trabajan por salarios mínimos o cercanos a estos y carecen de beneficios labores suelen acabar desempleados con más frecuencia que en mejores empleos.

Hace tiempo se consideraba que un trabajo de baja remuneración era uno de los primeros pasos en una carrera o experiencia laboral en la que se iba a progresando. Muchos adolescentes trabajaban en restaurantes de comida rápida u otros servicios para ganar algo de dinero y siempre se han considerado como un empleo inicial. Ahora, estos trabajos son más bien un círculo vicioso en el que trabajan muchas personas mayores y del que es difícil salir.

El estudio publicado por la Reserva y hecho por los economistas Jason Abel, Richard Florida y Todd Gabe apunta a que tras la Gran Recesión entre 2011 y 2017, centrándose en los cambios de periodos de algo más de un año, el 70% de los trabajadores de bajos ingresos ha mantenido el mismo trabajo. Es decir, han trabajado por unos ingresos que por hora rondan los 13$, trabajan una media de siete horas más que las 40 semanales y menos de la mitad tiene seguro médico por parte de su empleador.

Un trabajo algo mejor

Y los pocos cambios que se registran cada año no son positivos. El 11% ha tirado la toalla y ni trabaja ni busca trabajo y un 7% quedó desempleado. Un 6% cambió a otro trabajo pero en la misma banda de ingresos bajos y condiciones laborales. El menor porcentaje de todos, 5.2%, consiguieron un trabajo relativamente mejor en 12 meses. Por contra, quienes trabajan en empleos de alta calidad de ingresos y beneficios mantienen mayoritariamente sus posiciones y solo el 5.6% está desocupado.

Según estos economistas la diferencia de este pequeño porcentaje que logra escalar a una posición económica algo mejor la marcan los estudios.

Tener un diploma universitario por cursos de cuatro años abre muchas más puertas que cualquier otro título y aleja el fantasma del desempleo.

No obstante, conseguir terminar estos estudios no es tarea fácil, por el costo no solo monetario sino también el de oportunidad (lo que no se ingresa por estar estudiando). Apenas el 10% de la población que mantiene posiciones de bajos recursos tiene esta educación universitaria. El 8% tiene un diploma por estudios de dos años.

La mayor parte de las personas que cambian de trabajo, tanto para mantener los mismos ingresos como para mejorarlos ligeramente suelen ser jóvenes que tienen más posibilidades de cambiar de trabajo buscando el que se adapte mejor a sus capacidades.

Sectores problemáticos

Otra cuestión que deja sin peldaños la escalera por la que se sube a una mejor posición es el sector en el que se trabaje. Los economistas han verificado que hay menos posibilidades e los trabajos de salud y asistencia social en los que los ingresos son bajos además de bares, restuarantes y hoteles. A cambio, reciben una mayor seguridad laboral. Quienes se dediquen a las ventas, tienen más posibilidades.

Abel, Florida y Gabe sugieren que haya más programas públicos para fomentar la educación, incluso un diploma de secundaria ayuda. También creen que se debe ayudar a las personas con más experiencia o mayores a hacer transiciones a trabajos con mejores salarios. Normalmente estos son reacios a cambiar por no perder una cierta posición ganada con la experiencia por más que no reporte grandes beneficios.

Otra necesidad a cubrir de cara al futuro es asegurarse de que se tienen las capacidades necesarias para evolucionar en un ambiente en el que los trabajos de capacidades medias tienden a desaparecer de la mano de la tecnología (asistentes,  recepcionistas….). Trabajar capacidades sociales, como las que tienen los vendedores, o una mejor adaptación a la tecnología abriría el camino para muchos trabajadores.

Con todo, y dado que los trabajos que hacen estas personas existen, de hecho crecen, y son difíciles de sustituir “mejorar esas posiciones es de hecho la mejor opción a mano”.

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