Editorial: Adiós, John McCain
El carácter independiente de McCain le ganó el respeto general
En Arizona ya están considerando candidatos para reemplazar al senador John McCain en la Cámara Alta. Podrán decidir quién ocupará su escaño, pero la presencia del fallecido legislador en el espectro político es insustituible.
Estados Unidos perdió una voz vital en un momento crítico para el país. El carácter independiente de McCain que rompió en varias ocasiones los encasillamientos ideológicos en favor del pragmatismo le ganó el respeto general, más allá de los colores partidarios.
Los inmigrantes latinos le agradecen sus repetidos intentos de promover desde el Senado una reforma migratoria general, que respete el esfuerzo y reconozca el aporte de los indocumentados. Esta causa quedó pendiente, sin que alguien tome esa bandera en el oficialismo.
El recuerdo más fresco y poderoso de la gestión de McCain en el Senado fue su reciente voto decisivo que impidió la eliminación de la Ley de Cobertura de Salud llamada Obamacare. La historia contará cómo, con una bajada del pulgar en el pleno de la Cámara Alta, millones de estadounidenses mantuvieron el acceso a un médico y cómo causó uno de los peores disgustos al presidente Donald Trump.
Los republicanos pierden una conciencia política de tiempos pasados. McCain representa una era dentro del Partido Republicano cuando la palabra negociación no era sinónimo de traición. Cuando lo normal era que demócratas y republicanos buscaran coincidencias para hallar soluciones consensuadas para los problemas de la nación.
La experiencia militar marcó también su legado. Por un lado sus años como prisionero de guerra le llevó a ser un opositor al uso de la tortura imposible de ignorar durante la administración de George W. Bush.
Su pasado militar también lo convirtió en un halcón en temas de defensa. McCain fue uno de los principales apoyos a la invasión de Afganistán después del ataque terrorista del 9/11 y posteriormente respaldó la terrible invasión de Irak. Su militarismo lo llevó a bromear con bombardear Irán cuando fue consultado durante su campaña presidencial de 2008.
Si bien McCain fue independiente en cuanto a inmigración, el suyo fue un voto conservador que respaldó desregulaciones y recortes de impuestos que acrecentaron las disparidades económicas. En repetidas veces fue amigo de los cabilderos e intereses creados alrededor del Congreso. En la década de los ochenta se vio involucrado en un escándalo por influencia política en favor de un donante a su campaña. Sin embargo, su justa reivindicación llegó posteriormente de la mano de una crucial ley para limitar la influencia del dinero en la política.
John McCain, el malhumorado, bromista e impredecible, será extrañado en el Senado. Los republicanos perdieron una voz capaz de hacer frente al divisionismo nativista que se apoderó del partido, los estadounidenses a un político honesto con principios firmes y los inmigrantes a un defensor implacable. Adiós, John McCain.