La propina de la discordia
El salario de propinas tiene a los empresarios en un lado pero no a todos los trabajadores en el contrario.
En sectores como el de las manicuristas y el lavado de carros hay cierta unidad entre los empleados pero en los restaurantes no todos los que cobran este tipo de salario están en contra. El argumento es que si disminuyen las propinas pueden verse perjudicados porque en muchos locales este dinero permite que el salario por hora sea elevado para parte del personal de servicio sin que la empresa tenga más gastos por ello.
Pero un mesero puede atender muchas mesas en cada turno, la propina es prácticamente una tarifa — el porcentaje se especifica en la carta cuando el grupo es de más de seis personas o en el ticket de caja que da la cuenta hecha– lo que garantiza un pago por hora mucho mayor que el de una manicurista que dedica 45 minutos a una pedicura y quizá hora y media a una manicura y pedicura a un mismo cliente que va a dejar de propina lo que quiera.
En ocho horas de trabajo una manicurista pueden tener seis o siete clientes y no varias decenas como un mesero. Y como decía una de ellas en una de las vistas celebradas en Hostos University hace unos meses, “cuanto más bajo es el precio del servicio, menos propina dejan las clientas”.