Taissa Farmiga agotó toda su “fuerza mental” rodando The Nun (La Monja)
La hermana menor de Vera Farmiga interpreta a Sister Irene junto a Demián Bichir. Ambos deben dar caza a una monja demoníaca en el último film del universo de The Conjuring
“The Conjuring” ya es una de las franquicias de terror más exitosas de la historia del cine, aunque la primera entrega llegara tan solo hace 5 años. En ese universo creado por James Wan es central el personaje de la médium y “demonóloga” Lorraine Warren, interpretado por Vera Farmiga. Por eso no sorprende ver ahora en “The Nun” (“La Monja”) a su hermana pequeña, Taissa, en el papel de Sister Irene, la hermana novicia que es enviada por El Vaticano junto al Father Burke (Demián Bichir) a la Rumanía de 1952 para investigar la muerte de una monja en un convento donde comienzan a vivirse hechos inexplicables… y terroríficos.
Pudimos hablar con Taissa Farmiga sobre “The Nun” antes de su estreno en cines este viernes 7 de septiembre.
Pregunta: ¿Crees en espíritus y experiencias sobrenaturales?
Taissa Farmiga: No sé si creo. Siento que no quiero tomar una decisión sobre el tema porque si digo “no creo”, siento que estoy abriendo la posibilidad de que algo venga a demostrarme lo contrario. Y si digo que sí creo en lo sobrenatural y en fuerza demoníacas, siento que también me estoy abriendo a que los espíritus vengan a mí. Así que estoy en una fina línea en la que digo: “Si estáis ahí, dedicaos a lo vuestro. No me miréis, no me habléis”.
P.: Lograste popularidad en “American Horror Story”, ahora estrenas “The Nun”, ¿por qué te atraen los proyectos de terror?
T.F.: Para ser honesta, no es el género lo que me atrae. Depende más del guion y el personaje de cada caso. Sólo busco trabajar en un proyecto que me haga sentir algo, por el que sienta pasión. Una de las cosas que amo de las películas de terror es la atmósfera en el set; cuando estás filmando es tan oscuro y pesado… muchas cosas pasas entre “acción” y “corten” y mi parte favorita es cuando estás grabando algo tan raro y loco como arrancarle la piel a alguien, gritando, sintiendo, muy intenso… Y de repente dicen “corten” y todos estamos en plan “jajaja, esto es lo que hacemos, arrancar piel de la gente”. Es desagradable, pero es divertido y a la gente le encanta. Yo no soy una gran fan de las películas de terror, pero me encanta trabajar con gente que son apasionados del género, como Corin [Hardy, el director de “The Nun”], que creció queriendo crear monstruos y ahora lo hace para ganarse la vida, y le hace tan feliz. Eso hace la diferencia. Llegar al set y trabajar con alguien que daría cualquier cosa por estar ahí.
P.: ¿Fue importante el vestuario para entender y crear tu personaje?
T.F.: Para mí, especialmente interpretando a una monja, no me sentía como la hermana Irene hasta que no pasaba por el ritual cada mañana con el departamento de vestuario de ponerme todas las capas de ropa. Siempre tenía mi crucifijo debajo. Y este dibujo que Corin me dio de la Virgen María. Una vez que ya tenía todo, sentía que realmente me transformaba. Y estar rodando en la localización real tiene algo, especialmente en un lugar como Rumanía, que no se ha modernizado mucho y en parte se siente que estás en los años 50.
P.: ¿Cómo te preparaste?, ¿hablaste con alguna monja?
T.F.: Me hubiera gustado conocer a una monja, pero desafortunadamente estas cosas van rápido. Yo estaba haciendo una película en Chicago, me llamaron para “The Nun”, me fui a casa a Los Ángeles dos días, empaqué y me fui a Rumanía por dos meses. Pero investigué todo lo que pude en Internet y vi “The Nun’s Story” con Audey Hepburn, que fue muy informativa sobre todo lo físico de una monja. Porque yo entendía que es una vida de compromiso, pero quería saber cómo es su día a día. Aprendí que ellas tienen un libro donde escriben todos los errores del día y les ayuda a intentar ser mejores. Todos somos humanos, ninguno somos perfecto; pero apuntar todos los días, todas las veces que uno hace algo mal… eso requiere mucha fortaleza mental y emocional. Me di cuenta de que se requiere una mujer con mucho coraje para vivir la vida de una monja. Otra cosa que aprendí es que son muy cuidadosas sobre cómo se mueven, cómo caminan cerca de las paredes, cómo cierran las puertas de forma silenciosa, cómo no se entretienen en conversaciones banales… Todas esas pequeñas cosas ayudan.
P.: Tu hermana es fundamental en la franquicia “The Conjuring”. ¿Te dio algún consejo?
T.F.: Ella me ha dado tantos consejos a lo largo de los años… Pero una cosa que me dijo es que cuando ella estaba rodando “The Conjuring 2”, la casa en la que se quedaba tenía una decoración blanca, simple, sin sentimientos, energías o nada que pudiera tornarse en algo demoníaco. Así que me dijo: “Deja el trabajo en el trabajo, no te lo lleves a casa”. Yo desafortunadamente no tuve la opción de elegir dónde vivir. Estaba viviendo en un hotel pero no se sentía que tuviera mucha historia, así que al acabar el rodaje podía respirar hondo, dejar todo allí y no llevármelo conmigo, porque yo soy muy sensible, me asusto con todo. No quería que Bonnie Aarons, la monja, estuviera a mi alrededor en mi cabeza, en casa, cuando estuviera tratando de desconectar del trabajo.
P.: Pero renociste tener pesadillas…
T.F.: Dije que “intenté” desconectar, jaja. El momento más complicado es por la noche cuando apagas la luz, porque estaba en Rumanía, sola, y ahí es cuando tu mente empieza a jugar contigo. No quería tener pesadillas, así que traté de hacer meditación, de enfocarme en mi respiración, porque literalmente sentía que estaba entre dos paredes y que tenía al demonio tratando de acercarse y yo lo tenía que bloquear. Tomó mucha fuerza mental mantener esos pensamientos alejados durante dos meses. Agoté toda mi fuerza mental.
P.: Dicen que Bonnie Aarons se dedicaba a asustar a la gente en el set.
T.F.: Bonnie Arons es un ser humano fenomenal, le tengo tanto cariño. Porque es tan apasionada, cuida tanto estos personajes, estas criaturas que ella crea. Los ama como si fueran gente real, casi como si fueran familia. Cuando está en el set es como una segunda piel, se mete en su personaje y le encanta asustar a la gente. Y como yo salto con cualquier cosa, era candidata a sus bromas. Se ponía detrás de mí y me miraba fijamente, con sus dientes demoníacos, su cara… [respira hondo]. Pero ella es increíble.
P.: También hay momentos de humor en la película.
T.F.: Sí, es una de las cosas que más me gustaron del guion, que tiene esos momentos ligeros que te hacen sentirse seguro. Te olvidas de que deberías estar asustado… ¡y ahí es cuando te agarran!
P.: ¿Qué aprendiste de tu personaje a nivel humano?
T.F.: Lo primero con lo que conecté de Irene es que quiere ser buena, hacer el bien para otros. Y eso es algo que siempre pienso. El mundo necesita más bondad, creo que nunca es suficiente. Espero que la audiencia vea esa mensaje de fe y bondad, de que la bondad es una necesidad en la vida para los humanos.