Papa Francisco: El pueblo de El Salvador “resiste y va adelante”

El Papa Francisco no anunció si viajará a El Salvador el próximo año, que fue una de las tres peticiones que le presentó la jerarquía católica salvadoreña

El Papa Francisco pide a los salvadoreños seguir el ejemplo de Romero frente a las adversidades. Foto: María Peña/Impremedia

El Papa Francisco pide a los salvadoreños seguir el ejemplo de Romero frente a las adversidades. Foto: María Peña/Impremedia  Crédito: María Peña | María Peña

CIUDAD DEL VATICANO — El Papa Francisco afirmó este lunes durante una audiencia especial ante miles de peregrinos salvadoreños que El Salvador atraviesa grandes pruebas por la inestabilidad social pero que, de la mano del ahora San Oscar Romero, es un pueblo que “resiste y va adelante”.

“El Salvador está pasando dificultades: el flagelo de la división, el flagelo de la guerra, la violencia se ha sentido con fuerza en su historia reciente, pero ese pueblo resiste y va  adelante”, dijo el Papa Francisco, durante un discurso de alrededor de 12 minutos en el Aula Pablo VI del Vaticano.

“No son pocos los salvadoreños que han tenido que abandonar su tierra a un futuro mejor, pero el recuerdo de san Oscar romero es una oportunidad excepcional para lanzar un mensaje de paz y de reconciliación a todos los pueblos de Latinoamérica”, enfatizó.

Al describir a Romero como “un buen pastor que da la vida por sus ovejas”, el Santo Padre consideró que ahora “Dios vibra por el gozo de ver a uno de sus hijos en los altares”, al referirse a la solemne ceremonia de canonización ayer en la Plaza de San Pedro.

A raíz de su canonización, “deben encontrar en él un ejemplo y un estímulo en el ministerio que les ha sido confiado: ejemplo de predilección con los más necesitados de la misericordia de Dios; estímulo para testimoniar el amor de Cristo y la solicitud con la Iglesia”, aconsejó el Santo Padre.

El máximo líder de la Iglesia Católica hizo alusión a la inconclusa lucha de Romero por la justicia social, y pidió a sus seguidores a trabajar sin descanso “para abrir el corazón de sus hermanos a la ternura del amor de Dios, también a través de la denuncia profética de los males del mundo”.

El Papa Francisco recibió un baño de multitudes durante la audiencia especial con miles de peregrinos salvadoreños. Foto: María Peña/Impremedia

El Papa Francisco salpicó su discurso con toques de humor al señalar que cuando entró al salón escuchó a “una abuela de 90 años que gritaba y aplaudía como si tuviera 15”.  Se trataba de Celia Díaz, y el Papa la puso de ejemplo “de la fuerza de la fe y la fuerza del pueblo de Dios”.

El líder religioso agradeció a quienes acompañaron a Romero en su vida pastoral, y llamó al escenario en particular a Angelita Morales, a quien bendijo y ofreció un fuerte abrazo, mientras el público entonó el lema “El profeta”, en honor a Romero.

Morales fue empleada personal de Romero durante los últimos ocho años de su vida.

Tres pedidos para el Papa

El arzobispo salvadoreño, José Luis Escobar Alas, agradeció al Papa la canonización de Romero y le extendió tres pedidos: que abra el proceso para declarar a Romero “doctor de la Iglesia”; que visite pronto El Salvador, y que beatifique al padre Rutilio Grande, un amigo de Romero asesinado en 1977.

En la actualidad, solo 35 santos tienen el título que la Iglesia Católica concede a santos para reconocerles como maestros eminentes de la fe cristiana, y Escobar Alas destacó que el testimonio de vida y obra de Romero “será un faro de luz en el mundo actual”.

El Vaticano no ha precisado si el Papa Francisco viajará a El Salvador, en el marco de su viaje a Panamá en enero próximo para la Jornada Mundial de la Juventud.

Sentada en primera fila, la hermana Reina Angélica Zelaya Díaz, de 60 años, ondeaba con entusiasmo y una enorme sonrisa una bandera salvadoreña a la que le añadió imágenes de Romero, Jesucristo y la Virgen María, porque “estar acá es un regalo de Dios”.

“El estar acá significa que como cristianos y cristianas tenemos que convertirnos, como decía Monseñor Romero, una conversión hacia Cristo y hacia el evangelio, y nunca dejar de luchar por la justicia y la equidad”, afirmó.

La hermana Reina Angélica Zelaya Díaz siguió de cerca la obra de Romero desde que era niña. Foto: María Peña/Impremedia

Cuando se enteró del asesinato de Romero, viajó desde lejos y esperó cinco horas para ver el féretro, y prolongó su estancia en San Salvador para asistir a su entierro, recordó.

Para Zelaya Díaz, los eventos en torno a la canonización tienen un efecto personal porque de niña, su padre siempre la llevaba a las procesiones en pequeños pueblos para ver al entonces padre Romero.

“Como familia siempre le tuvimos gran amor a Monseñor Romero, cuando yo era jovencita, mi papá no se perdía sus misas por la radio. Cuando mi papá murió, yo continué esa tradición”, afirmó.

 Un Romero en el corazón

Poco antes de la audiencia, el cardenal salvadoreño, Gregorio Rosa Chávez, destacó durante la homilía el significado de la vida y obra de Romero, quien fue asesinado, en plena guerra civil, mientras oficiaba misa en la capilla de un hospital capitalino en El Salvador el 24 de marzo de 1980.

El cardenal dijo que Romero, como la hierba aromática del mismo nombre,  es sinónimo de medicina, e instó a los asistentes a que trabajen para que El Salvador sea “una explosión de vida, esperanza y justicia”.

Rosa Chávez recibió del grupo “La voz de la diáspora”, compuesto por comunicadores salvadoreños regados por las Américas, dos obras con el rostro de Romero, un retrato realizado por Camilo Rosales, egresado en Artes Plásticas de la Universidad de El Salvador, y un banderín elaborado en añil por Brenda Platero.

El cardenal Gregorio Rosa Chávez recibió varios regalos, incluyendo este retrato en añil del grupo “La voz de la diáspora”. Foto: suministrada

Entre los centenares de sacerdotes que participaron en el evento de figuró el padre español, Juan Manuel Romero López, quien elogió el mensaje tan sencillo como contundente del cardenal salvadoreño.

Rosa Chávez “destacó cómo Monseñor Romero ha sido mártir del magisterio, porque él ha querido hacer realidad lo que la Iglesia predica  y unido siempre a la Iglesia ha querido amar a los pobres, defender la justicia denunciar la injusticias, llevar los derechos humanos a todas las personas y eso, tengo que confesar, me ha hecho llorar durante toda la homilía”, dijo Romero López, originario de Guadix, Granada, en el sur de España.

El reverendo Scott Wright,  director del programa de justicia y paz del grupo católico “Los Hermanos Columbanos”, en Washington, D.C., afirmó que estar en Roma para presenciar el reconocimiento a Romero como “pastor, profeta y mártir”, no tiene parangón.

“Es cierto que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos comprometidos con la justicia social y la misericordia de Dios. Ahora podemos decir Monseñor Romero presente!”, puntualizó Wright.

En el acto, el cantante de origen salvadoreño, Alvaro Torres, cantó “Patria querida”, un lema que alude al sentimiento de nostalgia y melancolía que apresa a todo emigrante salvadoreño, mientras el público se sumó cantando el popular estribillo y ondeando banderas.

Lágrimas de orgullo y alegría

 Al inicio de la audiencia especial –normalmente el Vaticano las realiza sólo los miércoles-, el Papa Francisco bromeó con los asistentes de que, como único “pago” por el evento gratuito sólo pedía que todos rezaran por él.

Pero, desde su llegada hasta su partida, los asistentes le pagaron con vítores y consignas como “Francisco, buen pastor, te quiere El Salvador”, cantos espontáneos de la misa popular salvadoreña, y aplausos que hicieron eco en el amplio salón.

Otros, como la pareja compuesta por Alan y Ana Quintana, quienes viajaron desde Adelaide (Australia), afirmaron que apenas podían sofocar lágrimas de emoción por tantos años de ausencia.

Los esposos Alan y Ana Quintana viajaron desde Adelaide (Australia) para la canonización de Romero. Foto: María Peña/Impremedia

“Para nosotros es un sentimiento indescriptible, estar acá y haber sido testigos de que nuestro Monseñor Romero ahora es santo”, explicó Ana Quintana, quien emigró de El Salvador junto con su esposo hace 27 años.

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