El racismo gana terreno por falta de políticas migratorias claras en México
Los pobladores se debaten entre la solidaridad y la intolerancia
MEXICO – Las manifestaciones de odio que se han presentado en los últimos días en Tijuana; en Guadalajara, con declaraciones oficiales que rozan el rechazo a la inmigración y, en todo el país, a través de memes en contra de los hondureños que buscan refugio en Estados Unidos no son hechos aislados sino muestras de hartazgo de un sector de la población xenófoba mexicana.
Los mexicanos se debaten entre el racismo y la solidaridad; entre la intolerancia y lo políticamente correcto; entre la aplicación de la ley o dejar pasar actos fuera de ésta, según consta en estudios oficiales con los que coinciden analistas.
“La población esta harta y particularmente en las fronteras donde van a dar todos los flujos indocumentados”, observó Adolfo Laborde, analista internacional e la Universidad Anahuac.
“Esto sucede como una reacción espejo de intolerancia que hay actualmente en el mundo frente a la migración, más la inacción del gobierno mexicano que no hace valer la ley de inmigración y deja un vacío de poder”.
El pasado 19 de octubre la primera caravana migrante con más de 4,000 inmigrantes ingresó a la fuerza a México con niños y mujeres al frente para evitar ataques de la Policía Federal que, finalmente, tuvo que acompañar a la marcha a lo largo del país, a pesar de que el marco jurídico se lo impedía.
Posteriormente algunos actos de violencia y consumo de drogas por parte de los centroamericanos tensaron la actitud de las autoridades en Jalisco. La declaración de una hondureña que comparó la comida donada por mexicanos como alimento para puercos (chanchos, dijo), acabó por exaltar los ánimos.
Para cuando llegaron a Tijuana, los ánimos de una población golpeada por múltiples flujos migratorios y la falta de dinero del municipio para enfrentarla (el alcalde había pedido alrededor decinco millones de dólares para hacer frente) estallaron a pesar de que uno de cada dos habitantes no nació en la ciudad fronteriza.
Así salieron a las calles con mensajes tales como: “Los derechos humanos son para los humanos derechos”.
“Tijuana había sido muy tolerante: siempre había acogido bien a los migrantes, incluyendo los últimos grandes grupos como los haitianos y hace poco llegó un grupo grande del LGTB (gays, transgéneros y lesbianas) de Honduras y Guatemala, pero últimamente hay una mala percepción por los denuncias de actos delictivos por parte de centroamericanos”, observó José María Ramos, analista de la Frontera Norte.
“También hay un asunto de afectación a su vida personal: el control fronterizo se ha agudizado, han cerrado cruces y hay detención de autos y camiones y esto afecta: hay que recordar que entre el 15 y 20% de los tijuanenses trabaja o vive en Estados Unidos; por otro lado, hay que reconocer que hay un sector racista en la sociedad mexicana”.
De acuerdo con información de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación casi siete millones de indígenas y 450,000 afromexicanos están expuestos al maltrato, marginación y rechazo por su apariencia física, en relación a su color de piel u origen étnico, aunque son mexicanos. Además, siete de cada 10 mexicanos han declarado que no recibirían a un migrante en casa.
Para Yolanda Varona, fundara de la organización Dreamer`s Moms, con sede en Tijuana, lo que se vive actualmente en la ciudad podría ser algo mucho más grande que mero racismo: “Parece que los centroamericanos que están actuando mal lo hicieran a propósito para hacer quedar a los grupos migratorios y desacreditar la necesidad auténtica de pedir asilo o refugio: esto no parece normal”.