Plazos de 90 días y seis meses para definir el futuro comercial de EEUU

Las relaciones con China, Canadá y México pendientes de más negociaciones internacionales y en Washington

El presidente de EEUU, Donald Trump y el presidente de China, Xi Jinping, junto con los miembros de sus delegaciones, durante de la Cumbre de Líderes del G20 en Buenos Aires. SAUL LOEB / AFP / Getty Images

El presidente de EEUU, Donald Trump y el presidente de China, Xi Jinping, junto con los miembros de sus delegaciones, durante de la Cumbre de Líderes del G20 en Buenos Aires. SAUL LOEB / AFP / Getty Images Crédito: Getty Images

Los productos de Apple no van a ser mucho más caros inmediatamente, como se temía hasta hace apenas días. Ni los de componentes que se usan en carros o electrodomésticos, ni las prendas de vestir o juguetes que llevan el sello de “Made in China” en la etiqueta o en el fondo del vaso o el reverso del plato, entre otros.

De momento.

Después de un largo desencuentro entre EE UU y China, los presidentes de ambos países, Donald Trump y Xi Jinping, respectivamente, firmaron, en un encuentro paralelo a la cumbre del G20 en Argentina este fin de semana, una tregua de 90 días para encauzar sus relaciones comerciales. Sobre ellas aún pende la amenaza de que se apliquen aumentos a los aranceles de las exportaciones chinas y, como respuesta a estas medidas, represalias por parte de Beijing.

Actualmente productos chinos por valor de unos $267,000 millones están sujetos a un arancel o tarifa de 10% y Trump amenazó con elevarlos al 25% el 1 de enero si China no importa más desde EEUU, se compromete a respetar las protecciones de propiedad intelectual, las transferencias de tecnologías, eliminar barreras no tarifarias al comercio y perseguir los delitos cibernéticos con mayor celo, entre otros asuntos.

EEUU ya ha impuesto tarifas del 25% a la importación de acero y aluminio a sus socios comerciales y estos han respondido con similar moneda aumentando el riesgo de una guerra comercial global.

Es una batalla abierta por la Administración Trump que está protegiendo y beneficiando a la industria siderúrgica de EEUU pero, a cambio, esté perjudicando a los fabricantes (cuyos productos intermedios de importación son más caros) y los agricultores que están teniendo dificultades para vender sus cosechas, productos cárnicos y lácteos por las represalias tomadas por China, Canadá y la UE entre otros países para responder a la política de la Casa Blanca.

Los agricultores del Midwest americano están dejando pudrir algunas cosechas porque no las venden y el coste de almacenarlas es demasiado elevado. La Reserva Federal de Minneapolis ha detectado un aumento de las bancarrotas de los granjeros de la zona norte del Midwest por una serie de razones que incluye la falta de exportaciones. Se teme que el fuerte aumento de bancarrotas no haya llegado a su punto más alto.

Ahora EEUU y China, que se ha comprometido a hacer más compras de productos americanos, se han dado tres meses más para negociar lo que no han podido durante dos años.

El segundo plazo del que pende buena parte de los flujos comerciales globales está pendiente de otro plazo más. Seis meses.

Durante el viaje de vuelta de la cumbre del G20, Trump informó de que se va a retirar del Nafta o TCLAN, el pacto comercial ente Canadá, EEUU y México cerrado en 1994 para sustituirlo por el nuevo principio de acuerdo firmado el viernes tras una contenciosa negociación con sus socios del sur y el norte.

El presidente dijo que daría al Congreso seis meses para aprobar el nuevo acuerdo, llamado USMCA. En caso de que la mayoría demócrata que a partir de enero controlará la cámara de Representantes no le dé luz verde al texto de este acuerdo se volverán a aplicar las normas anteriores al Nafta para regir el comercio entre los tres países.

Es algo que rompería las bases de buena parte de la economía y según los analistas tendría consecuencias muy graves para pequeñas y medianas empresas de los socios en el acuerdo.

También es un pulso con el nuevo Congreso en el que los demócratas tienen muchas de las llaves de lo que puede legislarse o no. La líder de los demócratas, Nancy Pelosi cree que el acuerdo firmado con Canadá y México aún necesita mucho trabajo en cuestión de protección de salarios y medioambiente y Richard Trumka, líder de la confederación sindical AFL CIO explicaba que “aún está lejos de haberse acabado el trabajo de arreglar el Nafta” (un acuerdo que nunca le gustó).

Desde los sindicatos se hace notar que los mecanismos de resolución de disputas son muy débiles en USMCA.

Los acuerdos comerciales que permiten reducir las barreras al intercambio de bienes y servicios ha contribuido en muy buena medida a la mejora de la economía mundial y buena parte del andamiaje económico del siglo XXI está construido sobre estas premisas. Darles la vuelta puede ser un viaje peligroso para las perspectivas de la economía mundial.

El comunicado del G20, uno de los textos en los que más se cuida el lenguaje para evitar desencuentros entre países con distintos sistemas políticos, económicos y prioridades hace apenas una escueta y casi descontextualizada mención al comercio. Aunque en otros foros internacionales y estadounidenses se tema una ruptura de las reglas ya establecidas para facilitar la firma de EEUU apenas se dice vagamente que se “han apreciado problemas en el comercio actualmente” y que hay que reformar la Organización Mundial de Comercio o WTO.

¿Qué es el G20?

El G20 es un foro internacional de países con grandes economías fundado en 1999. Son 19 países y la UE además de España como invitado permanente pero no miembro que representan el 90% del PIB mundial. Desde la Gran Recesión en 2008 se reforzó su papel para establecer las líneas de actuación en la recuperación, asuntos fiscales y otros aspectos de la globalización.

Sus comunicados suelen ser muy vagos para poder unificar posturas que en muchos aspectos están distantes por lo que su efectividad se cuestiona con frecuencia.

¿Qué se ha acordado?

El lenguaje diplomático y la necesidad del consenso han debilitado varios de los 30 puntos de un comunicado en el que se pasa de puntillas por la cuestión del comercio, la de los refugiados (en el que se acuerda trabajar en las raíces del problema y proveer ayuda humanitaria) y se consolida, sin embargo el Tratado de París para el combate del calentamiento global del planeta. Este es un punto en el que EEUU no participa ya que Trump dice no creer ni en el informe elaborado por su propio Gobierno en este delicado problema. Y es una excepción que recoge una declaración en la que también se habla de tecnología, sus avances y sus retos y de igualdad de género.

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