El análisis a la letra de “El Chapo” que desató polémica en la corte

Los fiscales federales buscan apuntalar el caso contra el mexicano desde diferentes perspectivas

La forma de escribir de Guzmán Loera fue parte de las pruebas en su juicio.

La forma de escribir de Guzmán Loera fue parte de las pruebas en su juicio. Crédito: Corte Federal del Distrito Este de NY / PGR

Para sustentar las acusaciones contra Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, no basta que los fiscales federales presenten testimonios, ya que deben demostrar “técnicamente”, cómo el mexicano lideró el Cártel de Sinaloa y traficó droga de Sudamérica a Estados Unidos.

Además de reveladores testigos bajo juramento, la parte acusadora ha puesto al frente a expertos investigaciones, tecnología y acción en campo de la DEA y el FBI, además de uno de sus testigos más polémicos, John Paul Osborn, un examinador de documentos, a quien William Purpura, del equipo de abogados de Guzmán Loera, quiso descalificar –sin éxito– como una fuente fidedigna, al considerar que su campo de acción no es una “ciencia”, sino sólo una “habilidad”. El juez Brian Cogan refutó: “Es claro que el señor Osborn tiene las cualificaciones”.

El experto no fue presentado como un grafólogo, quien analiza la escritura, sino como un examinador de documentos, una práctica que también revisa la forma de escribir de las personas. A diferencia de cuando acudieron otros expertos, con Osborn Guzmán Loera no se distrajo; escuchó las explicaciones técnicas de su escritura, los patrones que repite, los elementos que podrían resultar “extraños”, incluso si su firma pudo ser o no “falsificada”, si escribió bajo presión o libremente.

Al no poder descalificar al experto, Purpura cuestionó que cobrara $7,000 dólares por el análisis que los fiscales solicitaron, además de que fuera una fuente a la que recurrían partes acusadoras. “También he atendido casos de la defensa”, refutó Osborn, quien tiene en su haber 280 expedientes revisados con cientos de documentos de por medio, además de haber testificado 215 ocasiones en cortes, incluidos juicios en California e Illinois, aunque él opera en Nueva Jersey.

Los fiscales buscaron que Osborn dijera si las cartas escritas de puño y letra de “El Chapo” –que fueron presentadas como pruebas– realmente podrían considerarse como documentos con parámetros únicos, de un mismo sujeto. Las misivas fueron aquellas que el acusado envió a su exsocio Dámaso López Núñez, alias el “Lic” o “Licenciado”, donde da instrucciones sobre tráfico de drogas, entre otras operaciones del cártel. También revisó una de las cartas a la examante Lucero Guadalupe Sánchez López, mejor conocida como la “Chapodiputada”.

Osborn apuntó que revisó “reproducciones de las reproducciones” de los documentos, pero que sometidos a diversas pruebas podrían revelar patrones de escritura, incluidos “espacios entre letras”, “formas de las letras”, “combinaciones de las letras”.

Su testimonio incluyó explicar documentos con palabras seleccionadas, como “amor”, “esto”, “familia”, “como”, “muchacho” y la firma de Guzmán Loera. El experto llegó a la conclusión de que era “altamente probable” que las cartas fueron escritas por la misma persona, ya que el comparativo consideró palabras escritas por un “desconocido” (las de las cartas) y –a petición expresa– por Guzmán Loera.

“El Chapo” no quitó la mirada de encima de los documentos presentados ni perdió la explicación que, para algunos asistentes a la corte, pudo resultar tediosa.

El defensor Purpura quiso nuevamente apuntar que las conclusiones eran “cuestionables”, incluso preguntó a examinador si hablaba español, debido a que las cartas estaban escritas en ese idioma. “No entiendo español… no pude hacer esa examinación”, reconoció, pero defendió que hizo comparativos de palabras sin necesidad de entender el idioma.

Entre sus conclusiones, reveló que quien escribió las cartas tiene una caligrafía poco usual en estos tiempos, propia del sur de los Estados Unidos, además de que la letra “f” es elaborada con una especie de flecha, que utiliza letras más grandes para simular las mayúsculas sin que lo sean, como con la “q”. Sobre la firma dijo que parecía que alguien quiso imitarla, pero al revisar las letras y el espacio destinado a la signatura, en realidad la persona que escribió la misiva tenía un espacio “limitado” y ajustó su letra a ello.

Purpura no quería perder su batalla sobre la credibilidad del experto, así que cuestionó si sabía de quién eran los documentos. Osborne dijo que sí. El defensor expuso que pudo haber un “prejuicio” en sus conclusiones. El examinador rechazó el argumento y asestó: “Todo mundo tiene cierto nivel de prejuicio”. El abogado volvió a la carga, cuestionando si las condiciones de encierro pueden hacer que una persona escriba en forma distinta. “Es posible”, dijo Osborne. “Pero en este caso no”, refutó.

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