Luchamos por la integración y equidad escolar

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Crédito: Getty Images

“En el ámbito de la educación pública, la doctrina de ‘separados pero iguales’ no tiene lugar. Las escuelas segregadas son ‘inherentemente desiguales’”.

Estas fueron las palabras del presidente de la Corte Suprema, Earl Warren, en el fallo —del que se cumplieron 65 años el mes pasado— que determinó que los niños de nuestro país recibían una educación muy desigual únicamente en función del color de su piel.

La Corte Suprema reconoció de manera unánime que, antes de que tuvieran la edad suficiente para darse cuenta, muchos estudiantes de raza negra estaban siendo privados de las experiencias en la escuela que les abrirían el camino hacia las oportunidades y el éxito como adultos. Estaban comenzando a participar en la sociedad en desventaja, en una institución —la escuela pública— que se suponía era una plataforma para alcanzar el sueño americano.

La Corte Suprema ordenó a las escuelas del país corregir esta injusticia; debían integrar sus escuelas y atender a todos los niños por igual.

En los 65 años que han transcurrido, lamento decir que no hemos cumplido ese mandato.

Lo sé porque durante 30 de esos años he sido educador. De San Francisco a Houston y ahora en la Ciudad de Nueva York, he visto rastros del legado del racismo en la historia de Estados Unidos —en las políticas económicas, educativas, de vivienda— que influyen en la vida de demasiados niños.

He visto niños sumidos en la pobreza, niños negros y de piel morena, alejados de los recursos educativos disponibles para sus pares y a los que se les ha negado la oportunidad para alcanzar la excelencia. Y así como he visto cómo la segregación reduce las oportunidades, también he visto los beneficios de la integración. Con salones de clases integrados se obtienen mejores resultados en los exámenes y tasas de deserción escolar más bajas.

En la Ciudad de Nueva York, estamos usando las herramientas que tenemos —y creando otras nuevas— a fin de cumplir con la promesa de integración y fomentar la equidad ahora para cada uno de nuestros 1.1 millones de estudiantes. Este es el fundamento del plan de Igualdad y Excelencia del alcalde.

Les estamos dando las herramientas a los distritos escolares para que creen sus propios planes de integración que atiendan las dificultades específicas y la dinámica de sus vecindarios.

Trabajamos para que nuestros salones de clases de educación temprana, entre ellos los de nuestros programas pioneros 3-K y Prekínder para Todos, estén más integrados socioeconómica y racialmente.

Hemos propuesto ampliar los criterios de admisión a las ocho escuelas secundarias especializadas de la Ciudad para permitir que asistan muchos más estudiantes negros y latinos.

Y a través de nuestro plan de Igualdad y Excelencia garantizamos que los cursos de álgebra, computación y AP sean un derecho para todos nuestros estudiantes.

Esto es algo personal para mí. Como latino e hijo de un trabajador de la industria del metal y de una peluquera, no hablé inglés hasta que empecé la escuela. La educación en una escuela pública fue el regalo más grande que he recibido y es el regalo más importante que puedo dar a nuestros 1.1 millones de estudiantes.

Hace 65 años, el juez Warren nos encargó a todos garantizar una educación justa y equitativa para todos nuestros estudiantes. Es su derecho.

Hoy, el trabajo continúa y no podemos descansar hasta lograrlo.

-Richard Carranza es el canciller de Educación de NYC

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