Estudiantes encuentran en educación técnica el motor al éxito

Alumnos de la escuela Thomas Edison que ganaron concurso estatal en mecánica automotriz, prueban que programas vocacionales abren puertas y alejan a jóvenes de las calles

Jordy Castro y Lazaro Isidoro  junto al maestro Miguel Sierra, en uno de los talleres de mecanica de la escuela Thomas Edison de Jamaica

Jordy Castro y Lazaro Isidoro junto al maestro Miguel Sierra, en uno de los talleres de mecanica de la escuela Thomas Edison de Jamaica Crédito: Edwin Martinez | El Diario

En abril pasado Jordy Castro y Lazaro Isidoro llegaron como invitados de honor al Jacob Javits Center de Manhattan. Allí, en pleno New York International Auto Show, los asistentes al famoso evento de automóviles no paraban de hablar de los nuevos modelos de reconocidas marcas como Chrysler, Acura, Cadillac, Honda, Ford, Bentley, Bugatti, Mercedes Benz, Audi y Jaguar, entre otras, pero también hablaban de Jordy y Lazaro.

Los jovencitos de 17 y 18 años habían ganado el concurso de mecánica automotriz entre estudiantes de todo el estado de Nueva York, y además habían ocupado el noveno lugar en la competencia nacional, en la que fueron los únicos dos latinos entre los finalistas. El corazón parecía salírseles del pecho por los nervios y la emoción, pero también por el orgullo que les brotaba.

“No podía creer que estuviéramos allá, en un evento tan importante, porque somos personas que venimos de familias muy humildes. Nuestros papás ni siquiera terminaron la secundaria, pero siempre nos apoyaron y desde que empezamos a estudiar el programa de mecánica automotriz, la vida nos cambió por completo”, comenta Jordy, quien cursa grado 12, al referirse a las clases vocacionales a las que acude en su escuela, la Thomas Edison, en Jamaica Queens.

El hijo de ecuatorianos, quienes dejaron su país en busca de un futuro mejor, comenta que desde niño siempre amaba los autos, por lo que al enterarse que esa escuela, ubicada a unas cuadras de la última parada del tren F, sintió que ese era su lugar.

“Cuando vine acá, esto me encantó y quería seguir aprendiendo más sobre mecánica. He aprendido mucho y siento que tengo más oportunidades de salir adelante, opciones de trabajo e incluso chances de becas para ir casi gratis a la universidad, gracias al concurso que ganamos. Este programa nos deja más puertas abiertas”, asegura el jovencito, mientras enseña algunas de las herramientas de uno de los talleres ubicados en el plantel educativo.

Lázaro, estudiante de la escuela Thomas Edison, de Queens

Jordy agrega que programas como el de mecánica, que es solo uno de los 12 que existen en su escuela, donde estudian más de 2,300 niños, 23% de ellos hispanos, es una herramienta maestra para evitar que menores se pierdan en las calles.

“A mí me hace sentir feliz saber que voy a ser el primer profesional de la familia, porque mis padres nunca terminaron la escuela y aprendí que si uno tiene algo que le gusta hacer, uno no se va a estar en las calles o haciendo cosas malas”, comenta el estudiante, quien sueña con poder abrir en el futuro su propio taller de mecánica.

En su afán de que los más de 270 estudiantes de grados 10, 11 y 12 de la escuela, que integran el programa de mecánica, entre ellos varias mujeres, la institución cuenta con 15 carros propios que pueden armarse y desarmarse en cada clase para que la práctica sea real. Además los maestros y estudiantes muchas veces ponen sus autos en manos del programa para que se hagan reparaciones.

Con 18 años cumplidos, al contrario de su compañero, Lazaro, de origen mexicano, confiesa que nunca se interesó por estudiar mecánica, hasta que llegó a la escuela Thomas Edison. Hoy, a punto de graduarse y enrolarse a la universidad, asegura que le debe mucho al programa vocacional que le ha consumido la mayor parte del tiempo desde que entró a estudiar allí.

“Me siento muy orgulloso de ser lo que soy, y de saber que he aprovechado las oportunidades que me han dado. Además, yo tengo dos hermanos menores y me gusta ver que estoy poniendo un ejemplo para ellos, para que vean que en esta vida podemos hacer más cosas que nuestros papás no pudieron hacer”, dijo el estudiante, quien desea abrir un negocio para emplear a mecánicos recién salidos de la escuela y trabajar en el diseño de nuevos autos.

El jovencito agregó que junto a sus compañeros de escuela, logran enviar un mensaje más amplio, no solo en la ciudad y el estado sino en todo el país, justo cuando los inmigrantes son objeto de ataques.

“Podemos mostrar que podemos ser personas de mucha influencia y de paso mostrar que los latinos somos tan inteligentes como otros grupos, y que si tenemos oportunidades podemos llegar muy alto y ante todo no intimidarnos”, dijo Lazaro. “Esto nos abre los ojos, nos muestra que sí se puede y a las otras personas, al vernos al nivel tan alto que llegamos, les enseñamos que los latinos no solo podemos, sino que somos competencia fuerte. Ahora nos toman más en serio cuando hay cosas así y mostramos que con hechos podemos cerrarle la boca a la gente que nos ve con malos ojos”.

El maestro Miguel Sierra, quien cuando era adolescente fue también estudiante de la misma escuela, defiende la importancia de que las instituciones educativas tengan más programas técnicos para que los alumnos puedan abrirse más puertas.

“Al prepararlos de esta manera, y lo mayormente posible, les estamos dando herramientas para que ellos tengan más opciones. Creo que las escuelas con programas técnicos, no necesariamente automotriz, sino cualquier otro, como reparación de computadores, seguridad cibernética, programas de enfermería, hacen que los niños tengan más los pies en el piso”, dice el profesor mexicano, advirtiendo que hasta las cifras revelan que ese tipo de clases tienen un impacto enorme.

“En una secundaria con materias básicas si se comparan los número de graduación los números son más altos, casi del 80 y 90%, mientras que en otras es como del 60% o 70%”, dice el educador, agregando que él es un testimonio de que la inversión en educación cambia vidas.

Jordy Castro y Lázaro Isidoro, ganadores de concurso de mecanica del estado

“Yo mismo soy el ejemplo. Yo crecí con cuatro primos de la misma edad y yo fui el único que se graduó de secundaria a tiempo, de todos ellos. Hay muchos estudiantes que si no hubieran encontrado la pasión de arreglar algo aquí, no hubieran visto como salir del hoyo y la pobreza en que estaban, y se hubieran mantenido en lo malo”, advierte el maestro de mecánica, abogando por más programas vocacionales para ayudar a que los alumnos entiendan que los hace felices. “En mi propia familia hay muchachos que tienen mi edad y todavía no saben que es lo que quieren hacer”.

Moses Ojeda, rector de la escuela Thomas Edison, quien al igual que el maestro Sierra también es exalumno de ese claustro educativo, afirma que sin importar si al final los egresados de la escuela se dedican a lo que aprendieron en sus cursos vocacionales, les da otra visión de la vida y armas para ser más exitosos en cualquier campo donde se muevan.

“Estamos perfeccionado lo que estamos enseñado y hemos creado un lugar en el que los niños tienen tanto interés, que se quieren quedar en esta escuela a veces hasta las 6 y 7 de la noche. Y no hay duda que cuando los niños se meten en problemas, es porque no tienen nada que hacer”, dijo el director. “También aprenden no solamente a ser mecánicos o técnicos, sino a trabajar en equipo. Aprenden a resolver problemas, que es algo que se va a necesitar en la vida, porque siempre en la vida hagamos lo que hagamos y trabajemos en lo que trabajemos nos la pasamos resolviendo cosas”.

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