Crece la lista de agravios de los pequeños negocios de Nueva York
Los 10 días de vacaciones pagadas y la falta de resolución de las alzas de rentas ponen a los empresarios en aprietos
La lista de agravios que desgranaron el miércoles representantes de pequeños negocios y dueños de muchos de ellos en las escaleras de la alcaldía era muy larga. Las multas, los cambios en las leyes y reglamentos laborales y sobre todo los altos alquileres de los locales comerciales son algunos de los problemas que muchos negocios aducen que pueden acabar con ellos.
A las puertas del edificio municipal pidieron tanto al alcalde, Bill de Blasio, como al concejo que tuvieran en cuenta los problemas de unas empresas que forman parte fundamental del tejido social y económico de la ciudad pero que en estos momentos se encuentra al borde de la asfixia.
A los gritos de “Somos Nueva York”, “Nosotros también somos inmigrantes” o “También pagamos rentas”, Quenia Abreu, presidenta de la New York Women´s Chamber of Commerce pedía al alcalde que de la misma manera que ha estado luchando por los derechos de los inmigrantes amplíe a los dueños de pequeños negocios este apoyo. Entre otras cosas, Abreu volvió a pedir una acción para acabar con las fuertes subidas de rentas comerciales, algo que está dejando vacíos de negocios muchos barrios de la ciudad además, imponiendo un fuerte gravamen a quienes quieren abrir una empresa o amenazando la viabilidad de muchas compañías.
En la actual legislatura se ha debatido el Small Business Jobs Act pero no se ha aprobado, una propuesta de ley que lleva décadas en el tintero y que obliga a la renegociación de un alquiler en términos justos, por un mínimo de 10 años y establece el derecho a arbitraje en caso de que no haya acuerdo. La industria de bienes raíces se opone a ella.
Nelson Eusebio, responsable de relaciones gubernamentales de la Asociación Nacional de Supermercados (NSA en sus siglas en inglés) explicaba que con estas rentas los pequeños empresarios son una “especie en extinción”. La presencia de los miembros de la NSA era una de las más numerosas en la protesta y sumaban otras quejas además del creciente costo de los alquileres como los nuevos permisos a vendedores ambulantes o la obligatoriedad de contratar con una sola empresa de recogida de basuras que a decir de Eusebio impondrá su precio porque no hay competencia.
Además de las multas, que sobre todo afectando a locales donde se vende o sirve comidas, la propuesta de dos semanas de vacaciones pagadas a los trabajadores es algo que muchos negocios dicen que no pueden asumir. Una encuesta a casi 1,500 de ellos revelaba que el 79% de los pequeños negocios no pueden pagar estas dos semanas y un mismo porcentaje temen que tendrán que reducir horas, echar a trabajadores o reducir sus operaciones.
El 93% se opone a que este mandato no esté financiado y se sume a la lista de costos que tienen diariamente. Andrew Rigie, líder de la NYC Alliance (asociación de restaurantes) dijo que las dos semanas de vacaciones es una regulación bienintencionada pero imposible sin financiamiento. Una de las dueñas de una tienda, Natasha Amott, explicaba que las vacaciones son un derecho pero con los bajos márgenes de los negocios a ellos no les cuadran las cuentas.
Chris Doeblin, dueño de la cadena de librerías Book Culture, lamentó que tienda a tienda que se cierra o que sufre se aya acabando con la autenticidad de la ciudad para hacerla más uniforme. Este empresario dijo que hay un aumento de la riqueza en una parte del empresariado que hay que solucionar para que los pequeños negocios “tengan cabida en la ciudad”.
Menos que pequeños
La definición federal de pequeños negocios engloba a los que tienen menos de 100 empleados, pero la mayoría de los que se dieron cita en las escaleras del ayuntamiento están muy lejos de esa marca. Son mucho más pequeños y las realidades de los que tienen 99 empleados son muy distintas de las que tienen nueve. Los de NYC pidieron que se revisara qué funciona y qué no dentro de esta definición.