‘Ya Basta’ de acosos, violaciones e impunidad

Trabajadores de limpieza y conserjes buscan terminar con la cultura de abuso

Lagunas entrena a los trabajadores.  Aurelia Ventura/La Opinión

Lagunas entrena a los trabajadores. Aurelia Ventura/La Opinión Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Martha Mejía es una sobreviviente. En sus 14 años trabajando como conserje, Mejía fue víctima de acoso y abuso sexual en su empleo. En sus 19 años como conserje, Anabela Aguirre también fue víctima de acoso y abuso, en más de una ocasión.

Pero Mejía y Aguirre no son casos únicos ni aislados. El  acoso y abuso sexual a las trabajadoras de limpieza y conserjes es más común de lo que muchos creen.

“Trabajamos por la noche. Somos los primeros y los últimos en apagar la luz. Nadie se preocupa por lo que nos pasa”, comentó Aguirre, en entrevista con La Opinión.

“Estoy muy familiarizada con todo lo que sucede en nuestros edificios, cuando estamos solas por la noche, trabajando en el piso”, dijo Mejía a La Opinión. La trabajadora explicó que la mayoría de las veces, los acosadores y abusadores son los mismos supervisores, pero que también hay algunos casos aislados de otros conserjes que se aprovechan de la situación.

El abuso no sólo les ocurre a las mujeres. En muchos casos, los hombres conserjes y trabajadores de limpieza son acosados y víctimas de abuso. Los trabajadores de la comunidad LGBTQ también son víctimas de la cultura tóxica de abuso e impunidad.

Miedo a reportarlo

Gran parte de los abusos no son denunciados, porque las víctimas son amenazadas con perder su empleo, tener que hacer más trabajo, o ser deportadas.

“Tenemos miedo de reportar un ataque, porque necesitamos el trabajo y nos quedamos callados para poder mandarle dinero a nuestros hijitos, para darle de comer a nuestras familias”, señaló Aguirre.

“El acoso, abuso y violación impactan emocionalmente a las víctimas de manera profunda”, compartió Mejía. “Cuando esto ocurre, una siente mucha ansiedad y miedo. Incluso sentimos vergüenza de contarles a nuestros esposos, o a nuestros hijos mayores lo que nos han hecho. Todo esto te lleva a la depresión y en algunos casos, hay quienes hasta deciden terminar con sus vidas”, admitió.

Mejía dijo que el abuso también causa insomnio, problemas digestivos, vómitos y otras enfermedades resultado del trauma y el estrés.

Anabela Aguirre fue víctima de acoso y abuso en el lugar de trabajo. Aurelia Ventura/La Opinión

AB 1978

Pero el trauma y el estrés no detuvieron a un grupo de trabajadoras que, años atrás, se animaron a alzar la voz y reclamar por sus derechos. En 2015, las conserjes rompieron el silencio y contactaron a su sindicato SEIU USWW, para juntos encontrar una solución.

Tras un viaje a Sacramento y una huelga de hambre de cinco días en el Capitolio, las trabajadoras lograron la aprobación de la AB 1978, que fue firmada por el exgobernador Jerry Brown en septiembre de 2016.

La iniciativa AB 1978, introducida por la asambleísta Lorena González (Demócrata- San Diego, California), se enfoca en la violencia y acoso a conserjes y trabajadores de limpieza. La ley contempla multas a aquellas personas o compañías que violen la legislación, con cifras de hasta $2,000 dólares.

“Para nosotros fue algo hermoso (la aprobación de la ley)”, indicó Mejía con orgullo. “Fue uno de nuestros mayores triunfos”. La trabajadora notó que la victoria ocurrió mucho antes de que el movimiento #MeToo se hiciese viral en redes sociales y medios.

“No estoy diciendo que las actrices no sufran, sino que nosotras, humildes trabajadoras logramos salir adelante con el apoyo de nuestro sindicato”, dijo Mejía.

Las trabajadoras fundaron el Centro Ya Basta, en Los Ángeles, donde los conserjes pueden llegar a pedir apoyo, información y recursos para poder denunciar el abuso. En la actualidad, las trabajadoras están luchando por la aprobación de otra legislación, la AB 547, y ya se han reunido con el actual gobernador, Gavin Newsom, para compartir sus inquietudes y necesidades.

Promotoras y compadres se capacitan para entrenar a otros trabajadores. /Aurelia Ventura/La Opinión

Promotoras y compadres

Un componente fundamental de AB 1978 es el requisito de entrenamientos para los trabajadores. Dicho entrenamiento está en manos de los mismos sobrevivientes que por meses se han estado capacitando para convertirse en promotoras y compadres.

“Nos enfocamos en los sobrevivientes porque ellos han pasado por eso, y saben cómo reconocer y cambiar la cultura”, explicó Alejandra Valles, Tesorera de SEIU USWW.

Los entrenamientos que empezarán en septiembre de este año en los sitios de empleo se realizarán cada dos años.
“Es un entrenamiento obligatorio, cara a cara, que va a revolucionar los lugares de trabajo”, indicó Mejía. Previo a la ley, los trabajadores no recibían información ni capacitación sobre sus derechos.

“Antes, cuando una iba a quejarse a Recursos Humanos, ellos no hacían nada, porque trabajan para la empresa”, señaló a La Opinión Verónica Lagunas, conserje desde hace 15 años y una de las fundadoras del Centro Ya Basta. Lagunas también señaló que en muchos casos, los supervisores y encargados de recursos humanos ni siquiera hablaban español y les hacían firmar documentos en inglés que no entendían, para luego decir que sí les habían dado información sobre acoso sexual.

“Somos miles los que sufrimos acoso, pero no lo reportamos porque afuera está ICE”, indicó, refiriéndose al hecho que la gran mayoría de los trabajadores son inmigrantes y no todos tienen documentos.

Todos los entrevistados recalcaron que el estatus migratorio del trabajador es independiente de sus derechos.

“No importa si tienen o no documentos migratorios, los trabajadores tienen derechos y no deben temer denunciar los abusos“, recalcó Lagunas.

No es lo mismo acoso, que abuso, que violación

Lagunas indicó que en muchos casos, las trabajadoras no se dan cuenta de que están siendo acosadas, porque llegan de países donde aún existe una mentalidad machista.

Valles compartió una triste historia de ataque, en la cual una conserje fue asaltada sexualmente con su propia escoba. La trabajadora no reportó inmediatamente el crimen porque creyó erróneamente que, al tratarse de un objeto en lugar de una persona, no lo considerarían como violación.

“Es importante aprender a diferenciar entre asalto y acoso y violación, y también cómo y a dónde reportarlos. Miles de trabajadores desconocen la diferencia, sienten temor de denunciarlo, o simplemente, no conocen el proceso ni saben a dónde acudir”, explicó Valles. “El objetivo es cambiar la mentalidad machista de la industria”, agregó.

Valles explicó que el programa cuenta con mujeres y también con hombres, “promotoras y compadres” para capacitar a otros trabajdores

“Es necesario que los hombres sean parte de la solución”, indicó Valles.

La tesorera recalcó la importancia de acabar con los mitos machistas que ponen tanta presión en los hombres y que los llevan incluso al alcoholismo y a a violencia física.

“Por ejemplo, hay padres que desde pequeños les dicen a sus hijos que los ´varones no deben llorar’, o que hay temas de los que ‘no se puede hablar’. Hay mucha gente encerrada en el dolor del abuso doméstico”, indicó Valles.

“El silencio es como un cáncer. Una de cada cinco mujeres es abusada y acosada en el trabajo cada día. Es hora que la comunidad latina empiece a hablar del tema”, concluyó.

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#Trabajo Abuso Sexual Los Ángeles

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