Exministra acusa a Bolsonaro de incentivar incendios en el Amazonas
Marina Silva, exministra de Medio Ambiente dice que Bolsonaro acabó "en la práctica" con el Ministerio y que es "muy triste" ver como su lucha contra la deforestación se "convirtió en cenizas"
Marina Silva dice que es muy triste ver todo lo logrado en Brasil “convertirse en cenizas”.
Al frente del Ministerio de Medio Ambiente durante cinco años, durante los mandatos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, la deforestación en Brasil registró una reducción significativa.
La exministra, quien fue adversaria de Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2018, habló con BBC Brasil sobre los incendios que están devastando la región amazónica en las últimas dos semanas y la responsabilidad del actual gobierno sobre esta situación.
Según Silva, siempre se registran incendios, pero nunca incentivados por el discurso de un presidente. Para ella, de todos los gobiernos que estuvieron al frente del país, incluido el régimen militar, éste no solo será el único que no dejará una contribución a la conservación de la selva, sino que también puede llevar a su “destrucción total”.
Esta es parte de la conversación que BBC Brasil mantuvo con Marina Silva.
Usted publicó un artículo recientemente calificando de “holocausto” la ola de incendios que afecta a la Amazonía. A partir de su experiencia de activista y ministra del Medio Ambiente, ¿cuál es la proporción de la destrucción que estamos viendo hoy en comparación con otros momentos históricos? ¿Por qué es tan preocupante?
Marina Silva – En primer lugar, es la mayor cantidad de focos de incendios en la Amazonía desde que se monitorea por satélite. Segundo, el 70% de los focos de incendios que tenemos hoy en Brasil están en la Amazonía. De cada tres focos en un país de la dimensión territorial de Brasil, dos están en la Amazonía.
Tercero, la pérdida de biodiversidad, la destrucción de la selva y la vulnerabilidad en la que quedan las poblaciones locales. Y también hay que saber que buena parte de esos incendios tienen lugar en tierras públicas que fueron invadidas ilegalmente en función del mensaje totalmente desastroso e inaceptable que emitió el gobierno Bolsonaro.
Ganaron el gobierno debilitando las acciones de fiscalización, los órganos de control, diciendo que iban a acabar con el Ministerio del Medio Ambiente, con la industria de la multa. Crearon toda una situación para favorecer lo que está sucediendo hoy.
Entonces, para quien trabajó y logró, por políticas públicas, una reducción del 83% de la deforestación durante 10 años es muy triste ver todo esto convirtiéndose en cenizas. Convirtiéndose en cenizas la selva, la biodiversidad, la gobernanza ambiental, los equipos y, encima de todo, ver al gobierno acusando a aquellos que lucharon toda su vida para proteger la Amazonía.
¿Por eso usó una palabra tan fuerte como ‘holocausto’?
Es porque la palabra ‘holocausto’ significa la destrucción avasalladora de algo. Y, en este momento, yo alerto de que no podemos dejar que la tragedia se repita. En el artículo (publicado en El País Brasil) dijo exactamente eso: las señales se están dando fuertemente. Si no se hace nada, la gente puede ver una destrucción total. ¿Fue eso lo que sucedió con el holocausto de los judíos, no?
Señales no faltaron: los que omitieron, los que se acobardaron, a los que no tomaron en serio. Cuando sucedió, ya no se pudo hacer nada. No podemos repetir la historia. Y en estos momentos, la señal es muy fuerte. Se da en forma de 38.000 focos de incendio, en una de las formas más perversas que pueden existir.
Entonces, es necesario que se tomen todas las medidas. Nosotros, exministros del Medio Ambiente, estamos, junto con algunos miembros de la sociedad civil, proponiendo al Congreso que cree una comisión especial para establecer medidas de combate a la deforestación y recuperar las políticas ambientales.
Y que se haga escuchando a los especialistas, a los gestores públicos, a las comunidades locales, a los indígenas, a los empresarios que están comprometidos con la agenda ambiental, porque no todos están de acuerdo con lo que está pasando.
Cuando habló sobre los incendios, el presidente Bolsonaro dijo, entre otras cosas, que las ONGs podrían ser las responsables de los fuegos para “llamar la atención”. ¿Cómo califica los pronunciamientos del presidente sobre el tema? ¿Qué impacto tienen declaraciones como esa?
Solo agravan el problema porque nadie en su sano juicio puede dar credibilidad a esas palabras.
Agrava el problema porque tenemos un gobierno que no tiene noción del mal que le está haciendo a Brasil, desde el punto de vista ambiental, social, económico, de nuestras relaciones diplomáticas, de nuestros acuerdos internacionales.
Ese tipo de declaración es inverosímil. La sensación que tengo es que el presidente parece inconscientemente incompetente sobre esos asuntos.
Exige competencia estar en la Presidencia de la República, liderar procesos y es necesario ser consciente de las incompetencias para buscar asesoramiento con quien puede complementarlo.
El ministro Salles es un antiambientalista. Él es el operador de la inconsciencia de la incompetencia de Bolsonaro.
¿Cómo evalúa la gestión del ministro? ¿Y los errores que cometió hasta ahora?
Él cometió todos los errores. El principal error fue haber aceptado el nombramiento, al no ser un ambientalista. El segundo error fue el de haber aceptado la tarea de destruir la gobernación ambiental brasileña.
Eso lo dice todo. Él desmontó el Servicio Forestal, la Secretaría de Cambio Climático, la Agencia Nacional de AGuas. Él desmoraliza la acción de los agentes públicos del área ambiental y del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales brasileño).
Yo no conozco al ministro. Me estoy ateniendo a los hechos, a los resultados, y no hay forma de decir lo contrario. No decir lo que digo sería una especie de omisión o colusión, porque eso es lo que está sucediendo.
¿Hizo ese análisis a partir del número de focos de incendio registrados en las últimas semanas?
Exacto. Los incendios siempre han existido, pero nunca fueron incentivados y suscitados por el gobierno, como un discurso público desde la campaña.
Por mucho que hubo gobiernos más obstinados, algunos hicieron más, otros menos, y dentro de todos hubo resistencia, nadie ha abogado nunca por la deconstrucción de la gestión ambiental de Brasil.
Hay opiniones divididas sobre el origen de esos incendios y algunos argumentan que el 60% tuvo lugar en propiedades particulares, lo que limitaría las acciones del Estado. La pregunta que se hace en esas discusiones es la siguiente: ¿es justo culpar al gobierno de Bolsonaro por los incendios?
Si un terreno particular estuviera ardiendo, ¿el gobierno no va a hacer absolutamente nada? Está ardiendo un terreno totalmente particular, las personas que viven allí no son funcionarios del gobierno ¿y nadie va a prestar auxilio porque es un terreno particular?
De hecho, las propiedades particulares (en la Amazonía) tienen un 80% de reserva legal, eso es lo que dice la ley. La reserva legal, aunque sea del propietario, es de interés público. Y según los datos del INPE, y de todos los que monitorean la deforestación, las mayores áreas deforestadas hasta ahora son en terreno público.
Si las propiedades privadas deciden incendiar indiscriminadamente, ya sea en bosques o en pastos, seguro que fueron estimuladas por el discurso del gobierno, asegurándoles que quedarían impunes. Fue el propio presidente el que prometió acabar con la industria de la multa.
Bolsonaro culpó a las ONGs por los incendios. ¿Para usted quién es el responsable de la situación?
La acusación que hizo el presidente contra las ONGs es injusta y no es verosímil. Lo que está sucediendo hoy de forma descontrolada es resultado de la política antiambiental del gobierno. Fueron ellos los que estimularon ese tipo de actitud.
La deforestación siempre existió, los incendios siempre existieron, es un problema grave. Pero es la primera vez que tenemos una situación fuera de control. Es la mayor cantidad de focos de incendio en la Amazonía desde que se monitorea.
Eso tiene una explicación. Porque en todas los gobiernos fue necesario trabajar con las personas que prendían fuego para luego talar el bosque para el ganado o la madera. Eso siempre sucedió, pero esa forma descontrolada (que se ve hoy) ocurre en función de la desactivación de las políticas de prevención contra la deforestación, del debilitamiento de los órganos de fiscalización y de desacreditar los datos de los satélites, además de que (el gobierno) dijo que regularizaría las áreas ocupadas ilegalmente, reduciendo la reserva legal y acabando con ella.
El hijo del presidente de la República (Flávio Bolsonaro) presentó un proyecto, que después tuvo que retirar por la presión de la propia agroindustria, porque crearía un problema (al acabar con la reserva legal). La agroindustria brasileña no es toda esa desgracia que estamos viendo.
Además de este gobierno, los gobiernos pasados, en los que usted participó, ¿no tienen ninguna responsabilidad sobre la situación actual?
La deforestación que ya ocurrió, ocurrió. Pero el Ibama -la agencia de protección ambiental brasileña-, por lo menos durante mi gestión, recibió un concurso público para aumentar su personal.
Durante mi administración, Ibama creó el Servicio Forestal Brasileño, que ahora llevaron al Ministerio de Agricultura. Todas las agencias ambientales fueron fortalecidas. Creamos 20 millones de hectáreas de unidades de preservación, que están buscando revertir, si ya existen, o reducir. Tuvimos una política de aumentar las áreas de poblaciones tradicionales: eran cinco millones cuando llegué, cuando me fui, eran diez millones.
Lo que históricamente existe es que todos los gobiernos, algunos más y otros menos, e incluso la dictadura militar, dejaron una contribución. Esta es la primera vez que tenemos un ministro que viene a desmontar.
Todos los demás ministros pelearon por sus presupuestos, por su personal, para que su agenda pudiera prosperar. Esta es la primera vez que tenemos un gobierno que dice que acabará con el Ministerio, no desde un punto de vista legal, sino desde un punto de vista práctico. Dijo que no iba a abandonar el Acuerdo de París, porque incluso tenía presión de la agroindustria para que no lo abandonara, y en la práctica lo hizo, porque lo que está sucediendo hoy hace que Brasil no pueda alcanzar los objetivos con los que estamos comprometidos.
Durante su gestión en Medio Ambiente se creó el plan de combate a la deforestación y el Fondo Amazonía. ¿Cómo se sintió con el bloqueo de las aportaciones de Alemania y Noruega al fondo?
(Sentí) mucha tristeza e indignación al ver al presidente de la República provocando sin motivo, diciendo que el Fondo, que era para apoyar actividades económicas sostenibles, a las comunidades y fortalecer la gobernanza ambiental, ahora se utilizaría para regularizar áreas ilegalmente invadidas y deforestadas. Eso es una afrenta.
Los donantes estaban contentos con la gestión y los resultados y querían continuar el programa, incluso bajo un gobierno con el perfil de Bolsonaro, y ellos (el gobierno) lanzan esta provocación. Primero, el ministro Salles trató de decir que el Fondo tenía problemas, el BNDES -Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social brasileño- demostró que no, y luego pasaron a lo otro. ¿Cómo donará alguien dinero para regularizar áreas deforestadas ilegalmente, si el objetivo es mantener el bosque en pie, para evitar las emisiones de CO2?
Una de las críticas más frecuentes que le hacen es su ausencia de la arena política, lo que disminuiría su proyección en el país y su importancia como voz contra la deforestación. ¿Por qué desaparece” de la vida política por largos períodos de tiempo?
La mejor forma de responder esta pregunta es mirando mi agenda y todo lo que tengo para dar visibilidad a mi trabajo en mis redes sociales.
No tengo mandato, tengo un partido pequeño y trabajo incansablemente. Ahora, no puedo hacer que los medios pongan el foco en mí. Pero no mostrar lo que estoy haciendo no significa que no lo esté haciendo. Si alguien está interesado en saber lo que estoy haciendo, simplemente puede ver mis redes sociales. (…)
Brasil registró una reducción significativa en la deforestación entre 2004 y 2012, período que coincide con su gestión en el Ministerio de Medio Ambiente. ¿Qué fue lo que funcionó en esa época?
Lo que funcionó fue tener personas en el Ministerio del Medio Ambiente comprometidas con la agenda ambiental. Eran personas que tenían un compromiso ético, una visión de cuáles eran los intereses estratégicos de Brasil en una agenda que persigue toda la humanidad y un sentido de responsabilidad por el patrimonio ambiental del país.
En mi equipo, tenía economistas, geógrafos, biólogos, oceanógrafos, ingenieros, pero todos tenían un compromiso con el medio ambiente y no estaban allí porque estaban apadrinados.
Funcionó porque había políticas estructurales que se hicieron a largo plazo. No existía una política pirotécnica. Llevamos a cabo 125 operaciones de la Policía Federal, encarcelamos a 725 personas, incluidos empleados de Ibama. Nunca hice pirotecnia con eso. Hicimos políticas estatales republicanas basadas en los principios de la legalidad, la impersonalidad y la transparencia.