Libertad o muerte: el drama de los presos mayores en Nueva York

Denuncian que más de 10,000 reclusos mayores de 50 años, principalmente latinos y negros, están condenados a morir tras las rejas si el Estado no aprueba una reforma urgente al sistema de libertad condicional

Rosa y Jose Saldana en su departamento de El Bronx.

Rosa y Jose Saldana en su departamento de El Bronx. Crédito: Mariela Lombard | El Diario NY

Edgardo González tiene 75 años y ha pasado tras las rejas casi la mitad de su vida. Durante los últimos 36 años ha estado privado de la libertad, pagando una condena por el asesinato de dos personas, en un club en Brooklyn, en hechos ocurridos en 1983. Hoy, el recluso, quien vive en el penal Fishkill Correctional Facility, localizado en la ciudad de Beacon, en el condado de Dutchess, al norte del estado de Nueva York, es un hombre débil, consumido por los serios problemas de salud que lo aquejan.

Las paredes de la cárcel, que entre 1892 y 1977 fue un hospital siquiátrico para delincuentes con problemas mentales, y que hoy alberga a 1,800 internos, han sido testigo del empeoramiento de su salud. Su estado es tan deplorable, que en los últimos cuatro meses, y atacado por hepatitis y falla severa al hígado, ha perdido más de 40 libras.

El preso, uno de los 11,110 latinos que hay en las prisiones de Nueva York, fue condenado a purgar una sentencia de “50 años a vida”, una figura habitual dentro del sistema penal del estado, que determina que una vez cumplido su tiempo en años, el interno no tiene el derecho a recobrar su libertad de manera inmediata.

Tras esa primera etapa en su condena, y siguiendo en prisión, los reclusos deben después presentarse ante la Junta de Libertad Condicional del Estado para que evalúe si merecen salir de la cárcel bajo libertad condicional. A Edgardo le faltan todavía 14 años para que pueda ser elegible. Haciendo cuentas, de acuerdo a las leyes actuales del Estado, y si la vida se lo permite, solo hasta el 2034 tendrá la posibilidad de solicitar su libertad condicional. En ese entonces, si no muere antes, el recluso será un hombre de 90 años.

“El señor González fue condenado por crímenes brutales. Acabó con vidas. Familias quedaron devastadas. El daño causado es incalculable”, reconoce Steve Zeidman, maestro especializado en leyes de la facultad de derecho de CUNY, quien hace un planteamiento sobre la urgencia de cambiar las leyes del Estado y permitir que internos mayores puedan tener el beneficio de la libertad condicional, más allá de la única opción de envejecer o morir en prisión. “¿Cuánto tiempo debe alguien pasar en la cárcel por un crimen violento? Esta pregunta debe ser confrontada para corregir la crisis del encarcelamiento masivo”, advierte.

Sin posibilidad de libertad condicional

Actualmente hay 10,000 internos mayores de 50 años en los penales del estado de Nueva York, muchos de los cuales bajo las leyes de Libertad Condicional existentes, por su avanzada edad, ni siquiera podrán cumplir la primera parte de su sentencia para poder solicitar la libertad.

Zeidman asegura que la Junta de Libertad Condicional niega habitualmente la libertad a personas mayores, desconociendo que la gran mayoría de los reclusos que pasan años en prisión han cambiado.

“Las decisiones de libertad condicional en esos casos solo tratan de castigar a las personas por actos que pueden haber cometido décadas antes, a menudo cuando eran adolescentes”, dijo el maestro. “Es un sistema frío, despiadado e implacable que ignora la transformación y la redención”.

Rosa y Jose Saldana en su departamento de El Bronx.

Asimismo, el experto en leyes advierte que las fallas del sistema no solamente tienen que ver con el tema de la libertad condicional, sino con los procesos de reinserción a la sociedad, cuando los presos mayores salen de prisión.

“En ese sentido no se está haciendo lo suficiente mientras las personas están en prisión. Deben ser ayudadas allá para adaptarse cuando salgan, de modo que cuando finalmente están en libertad condicional tienen que luchar por su cuenta para encontrar un empleo significativo, un lugar para vivir, salud, y otras cosas más. Los obstáculos son enormes”.

Proyecto de ley queda estancado

Y es que mientras en el Estado la Legislatura avanzó en asuntos vitales de reforma a la justicia, como el fin a las fianzas en efectivo y la detención preventiva, un proyecto de ley para garantizar que reclusos mayores de 55 años que hayan cumplido al menos 15 años de prisión, tengan audiencias para solicitar su libertad condicional, quedó en el tintero.

La iniciativa de libertad condicional para adultos mayores, impulsada por el senador Brad Hoylman, y que abriría una ventana para internos de avanzada edad, es vista por quienes la defienden, como un acto de humanidad que pudiera cambiar los principios que por décadas han movido el encarcelamiento.

“Nuestro sistema de justicia debe priorizar la rehabilitación sobre el castigo y la condena. Mi proyecto para establecer la libertad condicional para ancianos permitiría a los neoyorquinos mayores encarcelados, la oportunidad de presentar un caso para su liberación ante la Junta de Libertad Condicional del Estado de Nueva York”, dijo el senador Holyman, destacando que el panorama que enfrentan los reclusos viejos es muy desalentador.

De los 1,000 internos que murieron en las cárceles del estado de Nueva York entre el 2011 y el año pasado, 675 fueron mayores y a pesar de los esfuerzos por reformar la justicia, mientras la cifra de jóvenes en las cárceles ha disminuido, en el caso de los ancianos se ha incrementado 50%.

“En los últimos 20 años, el número de neoyorquinos mayores encarcelados aumentó más del doble a más de 10,000, incluso cuando la población carcelaria en general ha disminuido en un 30 por ciento. La muerte encarcelados es la nueva pena de muerte de Nueva York. Es hora de una reforma progresiva”, acotó el líder político.

Esa misma postura defiende David George, director asistente de la organización “Release Aging People in Prison Campaign” (RAPP), creada en 2013 para promover reformas a favor de la población carcelaria de adultos mayores, tras advertir que actualmente hay 2063 internos latinos de avanzada edad en los penales sufriendo la severidad extrema del sistema penal.

Hay 14 mil personas presas en NYC, la mayoría en espera de juicio

“En las cárceles tenemos personas de 60, 70, 80 y hasta 90 años, a las que la Junta de Libertad Condicional sigue queriendo dar demasiado castigo. Son personas que tras haber estado allí décadas enteras han transformado sus vidas. Es gente que ha estudiado en la universidad durante su tiempo en prisión, han fundado programas de ayuda para otra gente, pero siguen siendo presos por la cultura y el sistema, que están muy enfocados en los castigos severos, combinado con la falta de oportunidades de libertad condicional”, asegura George. “Esto en la realidad significa que cada día hay mucha gente mayor que está muriendo y perdiendo la esperanza de salir y es también un asunto de racismo, porque la mayoría son afroamericanos o latinos”.

El representante de “Release Aging People in Prison Campaign” advierte que aunque hay que reconocer que en los últimos dos o tres años ha habido cambios considerables en la Junta de Libertad Condicional, todavía falta mucho por hacer para que haya más oportunidades para los reclusos mayores.

“Ellos han hecho pasos en la dirección correcta, pues en épocas anteriores, como la del exgobernador Pataki, había meses en donde el porcentaje de libertades condicionales a presos mayores que iban ante la Junta, era del 0%, y ahora hablamos de un 40%. Pero todavía la mayoría de la gente que va ante ellos para pedir su libertad, el 60%, no está siendo liberado, sufriendo castigos innecesarios”, comentó el defensor.

Además, puso de manifiesto otra problemática que enfrentan aquellos que obtienen el beneficio de la condicional: “Si queremos un sistema de justicia penal enfocado en la transformación, cómo podemos decir ‘no’ a libertad de la mayoría de gente que va ante la Junta, tras 30 ó 40 años encarcelados. No tiene sentido. Además falta mucho apoyo, pues aunque algunos presos que salen de prisión después de 30 ó 40 años, con mucha dificultad logran retomar sus vidas, muchos también no tienen otra opción que ir a dormir por las calles. Quedan perdidos en un mundo que ya no conocen”.

Gran costo económico de estos reclusos

George menciona además que otro punto que vale la pena poner en la balanza es el económico y la manera como se usan los recursos del estado, pues advierte que mantener a cada recluso mayor encarcelado, cuesta entre $100,000 y $240,000 al año, dinero que pudiera invertirse mejor en otros programas.

“Cada año el Estado gasta unos $1,000 millones de dólares en esta población y no tiene sentido, especialmente en tiempos de crisis, cuando esos fondos pudieran usarse en inversiones en las comunidades, planes de vivienda, mejoras de trabajos, ayuda y hasta mejores salarios”, destacó el experto, quien hizo un llamado a la Legislatura para que en la próxima sesión, de luz verde al proyecto de reforma a la Libertad Condicional. Asimismo espera que pase la Ley de libertad condicional justa y oportuna, promovida por el senador Gustavo Rivera y apoyada por la senadora Julia Salazar, que requeriría que cuando la Junta de Libertad condicional niegue el beneficio, documente razones validas que demuestren que liberar al recluso solicitante generaría un problema de seguridad pública y riesgos reales.

“Aprobar esas leyes le ahorraría mucho dinero al Estado y sería mejor para la gente encarcelada mayor que ya no significa ningún riesgo para la sociedad. El Gobernador tienen en sus manos las llaves para decidir sobre las vidas de estos presos que están entre la libertad o la muerte”, argumentó George.

La fiscal general de Nueva York Letitia James, también se mostró a favor de revisar maneras para que los reclusos que han ido envejeciendo en prisión puedan tener opciones de recobrar su libertad tras décadas encerrados.

“En toda la nación, los sistemas correccionales están evolucionando para satisfacer las necesidades de una población que envejece. Desde la construcción de más centros de cuidados a largo plazo como asilos de ancianos más seguros, a unidades diseñadas solo para reclusos maduros, hasta la liberación temprana de personas con bajo riesgo de regresar a prisión, las organizaciones están desarrollando estrategias para satisfacer las necesidades únicas de sus reos mayores encarcelados y recientemente encarcelados”, dijo James.

Rosa y Jose Saldana en su departamento de El Bronx.

Dura realidad: Reinserción a la sociedad

Andrea Yacka-Bible, abogada supervisora de la Oficina de Apelaciones Criminales de la organización The Legal Aid Society, tocó el aspecto de la reinserción a la sociedad y manifestó que tras recobrar su libertad, los reclusos mayores se enfrentan a otras dificultades bastante preocupantes.

“Nuestros clientes, especialmente los mayores de 50 años, enfrentan enormes barreras para reintegrarse a la comunidad después de cumplir décadas en prisión. Regresan a una ciudad que ha cambiado profundamente: navegar por el metro y las máquinas MetroCard puede ser muy difícil, junto con adaptarse a las nuevas tecnologías, y como la mayoría de los problemas con nuestro sistema legal penal, esto tiene un impacto proporcional en las personas negras y latinas”, dijo la abogada. “Por último, muchos de nuestros clientes mayores son liberados de la prisión con importantes preocupaciones médicas y discapacidades, pero sin los planes vitales que necesitan para acceder a la atención médica, dispositivos de apoyo o tratamiento continuo para afecciones médicas graves”.

El presidente del Concejo Municipal, Corey Johnson, destacó precisamente que los servicios de transición son clave para que los recién liberados puedan acceder a oportunidades.

“Es fundamental que las personas anteriormente encarceladas reciban las herramientas adecuadas cuando regresan a sus comunidades”, dijo el jefe del Concejo, advirtiendo que el organismo legislativo municipal sigue comprometido con la reforma de la libertad condicional.

El colombiano J Martínez, quien estuvo 45 años preso por un delito relacionado con drogas, dice que lo peor para él no fue el encierro o las negativas que constantemente le daba la junta de libertad condicional, sino lo que vino después.

“Yo salí sin saber nada de este mundo. Cuando entré a la cárcel la vida era diferente y allá se queda uno congelado. No sé usar bien los celulares inteligentes, me costó moverme por la ciudad y lo más duro fue saber que la gente me ve como un demonio cuando les digo que estuve preso tanto tiempo”, comenta con tristeza el abuelo, de 72 años. “Más de la mitad de mi vida viví en una cárcel y ahora que estoy afuera hace tres años, me siento en una cárcel peor, con la diferencia que ahora soy un viejo enfermo y nadie quiere un viejo y mucho menos si fue delincuente. Pa’ nada sirvió cambiar”.

Juan Cartagena, director de la Asociación Latino Justice, destacó que urge también que haya un cambio en la mentalidad de las comunidades para romper esquemas que se han mantenido vigentes por muchos años sin efectos positivos.

“Guardamos mucho el sentido de la venganza. De creer que las personas que cometen delitos, especialmente los más atroces, no merecen una oportunidad para cambiar. Repetir ese esquema no ha servido, por lo que necesitamos encontrar nuestra humanidad como sociedad, y dar el verdadero valor a la transformación de los presos, con una visión de justicia restaurativa”, agregó Cartagena.

Pero la campaña para cambiar las leyes y dar una oportunidad más clara para que los reclusos mayores que han purgado varios años en prisión puedan acceder a la libertad condicional no es vista con buenos ojos por todos, y hay quienes califican la reforma propuesta como insensible con víctimas de los crímenes.

“Aparte del hecho de que hoy, tener 55 años no califica como geriátrico en el libro de nadie, el concepto de libertad condicional basada en la edad es devastadoramente defectuoso en varios niveles”, aseguró Patrick J. Lynch, presidente de la Asociación Benevolente de la Policía.

Asimismo, la senadora Pamela Helming, otra de las voces en contra de la reforma a la libertad condicional para adultos mayores, sustentó su postura en que el proyecto de ley conduciría a la liberación de “cientos de duros delincuentes, incluidos abusadores de niños, asesinos, violadores y narcotraficantes”. “Aquellos que han sido juzgados y han sido condenados y condenados por cometer actos horribles de violencia y abuso deben cumplir su sentencia completa”, dijo la política.

El caso de José Saldaña

José Saldaña, quien permaneció casi cuatro décadas en la cárcel por intento de asesinato contra un policía, quien perdió un ojo, en hechos ocurridos en Harlem, en 1979, cuando tenía 28 años, no niega que el delito que cometió fue grave. Pero al mismo tiempo advierte que el sistema está hecho para negar a los reclusos la oportunidad de redimirse.

“Estamos hablando de personas que cometieron crímenes violentos. Yo cometí un crimen violento. Estuve en prisión por 38 años. No me tomó 38 años transformarme. No le toma a nadie tanto tiempo”, asegura el puertorriqueño, quien salió de la cárcel hace 20 meses, a la edad de 66 años, tras haber recibido cuatro negativas de la Junta de Libertad Condicional para poder salir, sin razones considerables. Pensó que moriría tras las rejas, como tantos presos mayores a los que no les conceden la libertad condicional y confiesa que la justicia debería entender que la mayoría de los presos con otras personas cuando salen y han pasado largas sentencias.

“Cualquier sentencia que elimine la posibilidad de transformación es inhumana”, agrega Saldaña, quien vive en El Bronx y trabaja ayudando a que presos mayores tengan oportunidades.

Su esposa, Rosa Saldaña, de 70 años destacó que no solamente los reclusos sufren la severidad del sistema, sino también las familias, y aunque para ella el 11 de enero del 2018, cuando su compañero recobró la libertad, fue un día de fiesta, se entristece al saber que no todos corren con la suerte de José.

“La sociedad debería entender que todos los prisioneros, sin importar el crimen que cometieron, y sé que hay hombres que han cometido crímenes horribles, y otros no tan horribles, con el tiempo reforman sus vidas. Solo necesitan una oportunidad para demostrarlo. Todos somos humanos y merecemos una segunda oportunidad”, dice la abuela, quien implora por cambios en las leyes para que la muerte deje la única opción para reclusos mayores que se han redimido.

Ella recuerda con dolor la reciente muerte de Valerie Gaiter, enferma de cáncer, recluida en la correccional de Bedford Hills. La interna tenía 61 años y aunque había cumplido 40 años de una sentencia de 50 años a cadena perpetua por el asesinato de dos personas mayores en Brooklyn en 1979, solo era elegible para ver a la Junta de Libertad Condicional en 2029. “Cuando entró esa mujer apenas tenía 21 años. No estaba por un buen camino, pero tengo la certeza de que 40 años después tenía que ser una persona diferente. Eso muchos no lo quieren entender”.

Presos mayores en Nueva York:

  • 10,239 reclusos mayores de 50 años hay en los penales del estado, mayormente latinos y negros.
  • 48,933 es el total de reclusos de todas las edades en las cárceles del estado.
  • 11,110, es decir, el 23% de la población carcelaria, son latinos.
  • 20% del total de internos en el sistema penal del estado actualmente son adultos mayores.
  • 2,063 es el número de internos mayores de origen latino.
  • 20% representan los reclusos hispanos mayores.
  • 19% de todos los hispanos en las prisiones del estado tienen una edad de 50 o más.
  • 9,229 personas purgan condenas de cadena perpetua en el estado.
  • 2,080 de ellos son hispanos, es decir, el 23%.
  • 19% de todos los hispanos en las prisiones del estado están condenados a cadena perpetua.
  • Entre $100,000 y $240,000 es el costo anual que representa al Estado mantener cada interno mayor tras las rejas.
  • $1,000 millones es la inversión anual del Estado por tener adultos mayores en las cárceles.
  • $1 millón es el gasto total del Estado en los presos mayores.
  • 675 reclusos mayores murieron en las cárceles entre el 2011 y el 2018 sin obtener su libertad condicional.
  • 50% aumentó el número de reclusos mayores en los últimos 20 años en el estado.
  • 30% ha reducido la población carcelaria en general en 20 años.
  • 17% ha disminuido el número de reclusos en la última década.
  • 2 proyectos de ley sobre reforma a la Libertad condicional que beneficiarían a reclusos mayores, no lograron avanzar en la sesión de este año.
  • 60% de los reclusos que solicitan su libertad ante la Junta de Libertad Condicional les es negada.
  • 40% de los reclusos que se presentan ante la Junta de Liberta condicional reciben ese beneficio.
  • 20% era el promedio de concesión de libertad condicional hace dos años.
  • 0% casi, era el porcentaje de libertades condicionales concedidas hace 16 años en el momento más rígido del gobierno estatal.
  • 12 miembros integran la Junta de Libertad condicional.
  • 70 casos y hasta más de internos solicitando libertad condicional escucha la junta cada semana.

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