Bukele contra Maduro: La polémica entre los presidentes de El Salvador y Venezuela (y qué papel juega Estados Unidos)
Los gobiernos salvadoreño y venezolano se enzarzaron en un cruce de acusaciones
Cuando parecía que la presión internacional en su contra podía empezar a amainar, al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, le ha surgido un nuevo y combativo rival en Nayib Bukele, el joven dirigente que desde el pasado verano dirige los destinos de El Salvador.
El presidente salvadoreño ordenó este sábado la expulsión de cinco diplomáticos venezolanos de su país y reconoció al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, como ya hicieron hace meses Estados Unidos y sus aliados en Latinoamérica y la Unión Europea.
Los países que lo reconocen acusan a Maduro de ser un gobernante ilegítimo por supuestas irregularidades en las elecciones de mayo de 2018 en las que revalidó la presidencia.
En otras noticias: pic.twitter.com/h9z4HbLOs6
— Nayib Bukele (@nayibbukele) November 3, 2019
El gobierno salvadoreño justificó además su medida en que “el régimen de Nicolás Maduro realiza violaciones sistemáticas de los derechos humanos contra los venezolanos”, basándose en el último informe de la alta comisionada de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, que recogió numerosos abusos perpetrados por las autoridades en Venezuela.
La respuesta tardó poco en llegar y el domingo la Cancillería venezolana informaba de que, siguiendo el principio de reciprocidad, se habían dado 48 horas al personal diplomático salvadoreño para que se marche de Venezuela.
Luego vendría un cruce de agrios reproches entre ambos líderes, Maduro y Bukele.
Maduro, que participaba en La Habana en un encuentro internacional de organizaciones de izquierda, llamó “traidor y pelele del imperialismo” al presidente salvadoreño, que reaccionó en una serie de trinos en Twitter que tuvieron gran repercusión.
Bukele le exigió a Maduro “respeto” y le recordó las dificultades económicas por las que pasan los venezolanos pese a las grandes riquezas naturales de su país.
Más respeto Sr. @NicolasMaduro, habla de un Presidente electo democráticamente, a diferencia suya.
— Nayib Bukele (@nayibbukele) November 4, 2019
Contrario a usted, 9 de cada 10 personas aprueban mi Gobierno.
Y En El Salvador, sin estar sobre mares de petróleo, un rollo de papel higiénico no nos cuesta el salario de un mes. https://t.co/JeQqU0u8lK
Muy activo en la red social, Bukele continuó su carga contra Maduro burlándose de la escasa asistencia a una manifestación de protesta en Salvador contra la expulsión de los diplomáticos venezolanos.
A muchos les sorprendió el tono directo y mordaz de los mensajes que Bukele le lanzó a Maduro.
Claves de política interna y de presión internacional parecen estar detrás de esa encendida dialéctica contra la Venezuela chavista.
Un nuevo amigo de Estados Unidos
Al contrario que su predecesor en el cargo, el exguerrillero Salvador Sánchez Cerén, Bukele ha dado muestras de creciente sintonía con el gobierno de Estados Unidos desde que llegó a la presidencia.
En palabras de César Villalona, economista del movimiento Profesionales por la Transformación de El Salvador, “se produjo desde el principio un casi total alineamiento”.
Según Villalona, Bukele busca con su nueva política obtener beneficios económicos para su país. “Hay un llamado creciente a que aumenten las donaciones y las inversiones de Estados Unidos, en un momento, además, en el que estos están en guerra comercial con China y se disputan nuevos mercados”.
Captar capitales extranjeros con los que relanzar la economía será clave para que Bukele pueda cumplir sus promesas de mayores oportunidades para los salvadoreños.
Para Tiziano Breda, analista para Centroamérica del centro de análisis International Crisis Group, “Bukele es, además de un político, un empresario muy inteligente y que se guía mucho por el pragmatismo, y al final se ha dado cuenta de que la economía de su país depende en gran medida de tener unas buenas relaciones con Estados Unidos, que en el último periodo del FMLN se habían vuelto realmente tensas”.
El Banco Mundial estima que cerca de un 20% del Producto Interno Bruto salvadoreño depende de las remesas de sus nacionales emigrados, muchos afincados en Estados Unidos, que es además el primer socio comercial del país.
El gobierno de Bukele ha recibido los elogios de representantes diplomáticos estadounidenses por sus esfuerzos en el combate a la inmigración clandestina que parte desde Centroamérica hacia Estados Unidos.
El propio Bukele presentó como un logro de su gobierno la extensión por un año del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) que beneficia a cientos de miles de migrantes salvadoreños en Estados Unidos.
La administración Trump había decidido suprimir el TPS, pero una decisión cautelar de un tribunal de San Francisco lo mantiene provisionalmente con vida. De acuerdo con el gobierno salvadoreño, Washington aceptó extender su vigencia para los salvadoreños hasta un año después de que se resuelvan todas las demandas judiciales en curso.
Pero Villalona cree que más allá de las concesiones migratorias, la nueva afinidad entre ambos gobiernos obedece también al reparto de influencias en la América Latina.
En un momento en que el clima político regional parece tornarse más benévolo con la Venezuela chavista, la Cancillería venezolana acusa a Bukele de “suministrar un balón de oxígeno contra la menguante estrategia de Estados Unidos de intervención y bloqueo económico contra el pueblo de Venezuela”.
Villalona cree que “se buscaba un paso de ruptura en un momento en el que el Grupo de Lima (bloque de países americanos contrarios a Maduro) estaba muy debilitado y hay gran preocupación por los resultados de las elecciones en Bolivia y Argentina, en las que se impusieron formaciones de izquierda, y por las protestas en Chile contra el gobierno de Sebastián Piñera”.
La estrategia de la diplomacia estadounidense sufrió además un revés el pasado octubre cuando, pese a sus intentos por impedirlo, Venezuela fue elegida para ocupar un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Contra Maduro y contra la política tradicional
Uno de los más descontentos con el reconocimiento a Guaidó fue el expresidente Sánchez Cerén. Lo calificó de “error que afecta a la imagen de El Salvador” y subrayó que “Maduro es el presidente electo por el pueblo”, una tesis cuestionada dentro y fuera de Venezuela.
Entonces fue él quien se convirtió en blanco de los ataques de Bukele, que lo tachó de “títere de Maduro”.
Parece que @NicolasMaduro me llevó de tema a la Habana 🤣
— Nayib Bukele (@nayibbukele) November 4, 2019
Con la anuencia del señor que ya despertó y que decía que era Presidente de El Salvador (aunque todos sabemos que solo era un lacayo y títere de Maduro).
Por cierto, ¿quién le está pagando los viajes a @sanchezceren? 🤔 https://t.co/sCMFOHPdZS
Breda señala que el nuevo presidente “cuenta con unos índices extraordinariamente altos de popularidad porque ha ha sabido presentarse como una alternativa diferente a la vieja política del FMLN, de la que muchos estaban cansados“.
El reconocimiento de Guaidó supone un paso más en la dirección de buscar “diferenciarse radicalmente de todo lo que había sido la política anterior en El Salvador”, que hasta ahora había sido junto con Nicaragua el gran socio de la Venezuela chavista en Latinoamérica.
Breda sostiene que se veía venir por la postura adoptada por El Salvador en las últimas votaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA). “Aunque para Maduro ha debido ser un choque fuerte, por lo menos en el plano simbólico“.
Para Villalona, por su parte, queda claro que Bukele intenta “rentabilizar políticamente el asunto, pero, sobre todo, cumplir su gran objetivo de destruir al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional”, fuerza izquierdista a la que pertenece Sánchez Cerén.
El analista señala que Bukele quiere convertir a El Salvador en un país receptor de inversiones extranjeras y sus planes de desarrollo económico contemplan la privatización de empresas públicas, para lo que necesitará los votos de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), el partido tradicionalmente asociado con los grandes intereses económicos, y vencer la oposición que previsiblemente planteará el FMLN.
Antes que presidente, Bukele fue alcalde de la pequeña población de Nuevo Cuscatlán y más tarde de la capital del país, San Salvador, en ambos casos como miembro de candidaturas del FMLN.
“Entonces acumuló un gran capital político como dirigente progresista que luego aprovechó cuando se separó del FMLN dejándole sin gran parte de sus apoyos”, indica Villalona.
Ya en su época de alcalde, señala el experto, acuñó su “estilo” y comenzó a “enviar las señales fuertes de ataque en las redes sociales que les gustan tanto a sus seguidores”.
Para Breda, su capacidad para “conectar a través de las redes sociales con ese sector más joven de la población, que se sentía excluido de la política y cansado de años del FMLN es lo que explica la extraordinaria popularidad que disfruta Bukele en las encuestas”.
El presidente se jactó el pasado septiembre del 93% de popularidad que le atribuyó una encuesta de Gallup.
La situación en El Salvador
Según Villalona, “El Salvador no tiene el peso suficiente para decantar la cuestión abierta en torno a Venezuela”.
Más bien, cree que Bukele “podría estar intentando crear algo de ruido para desviar la atención sobre los problemas del país”.
“Aún es pronto, pero han pasado ya cinco meses desde que inició su mandato y se nota una cierta parálisis“, por lo que no se están cumpliendo las expectativas de cambio que alentaron su triunfo electoral tras años de desgaste del FMLN.
El Salvador no sufre la hiperinflación que aqueja a Venezuela, un país que han abandonado más de 4 millones de personas en los últimos años de crisis económica, pero también tiene problemas.
“No ha habido mejoras en el sistema de salud, ni en el empleo y ya ha habido señales de descontento de algunos colectivos, como los veteranos de guerra”.
Serán los avances en esas y otras áreas lo que, tanto o más que su actitud ante Maduro, juzguen los salvadoreños a la hora de valorar su gestión.
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