“Los actores débiles quieren escuchar mentiras. Los grandes actores quieren la verdad”
Entrevista con James Mangold, director de Matt Damon y Christian Bale en Ford v Ferrari, que se estrena este 15 de noviembre
Cuando el gigante automotriz Ford se encontraba al borde de la bancarrota en los años 60, sus dirigentes se pusieron como objetivo derrotar a Ferrari en las míticas 24 horas de Le Mans para mejorar su imagen. La escudería italiana había dominado la carrera durante años y sus coches fabricados a mano por artesanos de la velocidad parecían imbatibles, hasta que Ford contrató a Carroll Shelby. Pese a las dificultades de trabajar bajo el paraguas de una megaempresa, Shelby se embarcó en un proyecto personal con la ayuda del piloto y mecánico Ken Miles que cambiaría sus vidas… y la historia de Ford.
“Ford v Ferrari” recrea magistralmente aquel momento con Matt Damon en el papel de Shelby y Christian Bale en el de Miles. Charlamos con James Mangold, director de la película, tras el estreno mundial del film en Los Ángeles.
Pregunta: ¿Qué te atrajo de esta historia?
James Mangold: Siempre estoy buscado panoramas que sean interesantes desde el punto de vista cinemático. Obviamente el mundo de las carreras lo es, con su dinamismo. Pero también los personajes, que son extremos, únicos, con un lenguaje y un mundo propio. La historia de Carroll Shelby y Ken Miles es muy inspiradora. Y también es una metáfora de mi propia vida, porque yo dedico mucho tiempo a convencer a gente a que se gaste mucho dinero en un proyecto en el que creo, pero en el que no hay garantía de que vaya a funcionar. Así que me identifico con el film más allá de las carreras, en esa batalla entre el arte y el comercio.
P.: ¿Por qué pensaste que Matt Damon y Christian Bale eran perfectos para estos personajes?
J.M.: De alguna forma ellos son como sus personajes. Ken Miles es una versión exagerada de Christian. Christian es un hombre de familia. Le gusta actuar y hacer películas, pero no la parte de venderlas, de hacer promoción con la prensa. No le da valor a ser una estrella de cine. Ama el trabajo y no está compitiendo con nadie más, excepto consigo mismo, como Ken. Ken realmente buscaba ser mejor él mismo y ganaba confianza en la medida en que mejoraba su desempeño.
Matt es un actor muy interesante porque en un momento en que la actuación tiene mucho de llamar la atención, él es como un maestro zen, con su masculinidad, para el que el mundo es muy simple. A veces estaba filmando a Matt y me decía: “¿Ha hecho algo?” Y luego miraba el video de cerca y “Oh, shit, sí! Es increíble”. Pero también creo que Matt ha sido una estrella de cine desde hace años y conectó con la vida de Shelby, que transicionó de un piloto a manager y vendedor de coches. Matt ha hecho ese viaje, de la actuación a también producir sus propias películas. Puede ver todo el panorama.
P.: Las escenas de las carreras te hacen sentir la velocidad, pero además llama la atención cómo muestra el ambiente de aquella época. ¿Fue muy difícil rodar este film?
J.M.: Tuvimos que recrear Le Mans. La pista de entonces ya no existe. Le Mans hoy luce como un circuito moderno, con una pista ancha y más distancia entre las gradas y los coches. Para recrear cómo era en 1966 tuvimos que filmar en seis localizaciones diferentes. La grada principal la construimos en un viejo aeropuerto en California. Las escenas en que manejan en la carretera las grabamos en Georgia, en carreteras comarcales, porque todos los giros y tramos de Le Mans son tan famosos que no se podían rodar en cualquier pista. Tuvimos que encontrar carreteras secundarias que coincidieran con aquel circuito de Le Mans.
P.: ¿Manejaron los actores en algún momento?
J.M.: Matt y Christian son grandes conductores, pero no les dejamos manejar a 200 millas por hora. Lo que sí hicimos mucho, porque quería que se viera realista con ellos al volante, fue ponerlos en un carro que llamábamos el “biscuit”, que se movía muy rápido pero que ellos no manejaban realmente, sino que el conductor estaba en el techo. La cámara estaba dentro del coche y les podía filmar actuando, se veían los otros coches por la ventana, pero no manejaban ellos. La realidad es que no quieres que alguien esté actuando y manejando a 150 millas por hora, como no quieres que alguien mande textos manejando a 30 millas por hora.
P.: El film también homenajea de alguna forma a Ferrari.
J.M.: El título da a la gente una idea equivocada. Al final no creo que la película sea realmente Ford versus Ferrari. Es más bien Ford versus Ford; sobre si Ford es capaz de arreglar sus problemas. Ferrari es un héroe, un artista, él no hace los coches para enriquecerse. Está en quiebra, los hace por el arte. Ford los hace por dinero. El esfuerzo de Ford de comprar Ferrari es para adquirir algo que no pueden lograr por sí mismos. Cuando ese plan fracasa, tienen que aprender a construirlo. Y eso conlleva aprender a confiar y creer en algo.
P.: ¿Crees que a los fans de Ferrari les gustará la película?
J.M.: Ya fui a Italia y les encantó. Sentí que estaban listos para odiar el film, pero luego les gustó. Creo que la película trata a Enzo [Ferrari] con amor. Incluso al final del film él tiene la grandeza de reconocer a nuestros héroes de una forma en que muestra que él está por encima de ganar o perder.
P.: Has dirigido a Joaquin Phoenix. ¿Has visto “Joker”?
J.M.: No la he visto. Pero le amo. Es uno de los actores más brillantes de nuestro tiempo. Estoy seguro de que está brillante en la película.
P.: Has trabajado con muchos grandes actores. ¿A quién destacarías?
J.M.: Son todos grandes actores. Cada uno de ellos me ha enseñado algo diferente. Creo que siempre estaré en deuda con Robert De Niro, quien estuvo en mi segunda película, “Cop Land”. Él me enseñó que incluso los grandes actores quieren ser dirigidos, que no debes tenerles miedo. Ellos quieren bailar con alguien. Bob se tomó el tiempo, cuando yo era muy joven, de invitarme a su casa a tomar té y leer el guion juntos. Yo actué todas las escenas con él. Él estaba mostrándome lo que muchos actores buscan, que es honestidad. Porque mucha gente cree que actuar es mentir, pero es lo contrario: es ser verdadero. Los actores tienen un detector de mentiras muy sensible. Y la gente les miente continuamente: “¡Oh, luces tan bello!”, “Me encantó tu película”. A veces lo sienten así, pero otras, no. Así que lo que yo intento siempre con actores es decirles la verdad. Sea bueno o malo, les digo la verdad. Porque ellos pueden ver cuándo estás mintiendo, así que no tiene sentido intentarlo. Y creo que me ha funcionado. Los actores agradecen que seas honesto con ellos. Los grandes actores. Los actores más débiles son los que quieren escuchar mentiras. Los grandes actores quieren la verdad.