El sistema de justicia de California castiga mayormente a latinas y afroamericanas

María Garza lucha por recuperar a sus hijos, conseguir un trabajo y que la sociedad no la discrimine por sus tatuajes

María Garza no estuvo encarcelada, pero sus hijas sí. (Suministrada)

María Garza no estuvo encarcelada, pero sus hijas sí. (Suministrada)  Crédito: Impremedia/suministrada

“Nunca estuve en una prisión, pero me sentía que era prisionera de mi propia mente”, son frases de una mujer guerrera que busca una oportunidad en la vida.

María Garza solamente quiere encontrar un trabajo estable para demostrarle al mundo que puede ser una buena madre para sus hijos. Pero los tatuajes de su cara delatan un pasado complicado y en varias entrevistas de trabajo la han rechazado por su apariencia física.

“Quiero salir adelante en la vida”, dice. “Quiero que algún día mis hijos vean que mis tatuajes eran para esconder todo mi dolor. Por muchos años no quería que nadie viera mi cara de tristeza”.

En Florida, María perdió la custodia de cuatro de sus seis hijos: Aleya Monay, 17; Destiny Mariah, 10 y los gemelos, Thalía y Jevante Tamorin, de 7.

María Garza solamente quiere encontrar un trabajo estable para demostrarle al mundo que puede ser una buena madre. (Suministrada)

El próximo año irá a la graduación de preparatoria de Aleya. Los padres adoptivos de la chica la han invitado.

“Llevo una buena relación con la familia que la adoptó”, dijo María, quien se encuentra en el proceso de remover todos sus tatuajes.

Sus problemas no acaban allí: en California, su hija mayor, Alexis Marie, 24, fue encarcelada dos años por una acusación de proxenetismo; hoy estudia en un colegio, y Deja Monique, su hija 19 años se enfrenta actualmente a una acusación de intento de asesinato.

“Ella se defendía de un hombre que quiso atacarla sexualmente”, contó, mientras lloraba.

El caso de María es el ejemplo perfecto de la realidad de las mujeres que representan el segmento de mayor crecimiento de la población carcelaria. Ella no estuvo en prisión, pero sus hijas sí.

Mujeres de color, las más castigadas

En 2017, de las 5,849 reclusas del estado, el 25.9% eran afroamericanas (1,514) y datos del Instituto de Políticas Públicas de California (PPIC) señalan que las mujeres afroamericanas están encarceladas a una tasa de 171 por 100,000, más de cinco veces la tasa de encarcelamiento de las mujeres blancas, que es de 30 por 100,000. Las tasas de encarcelamiento para mujeres latinas y mujeres de otras razas son 38 y 14 por 100,000, respectivamente.

Dos años después, hasta el 20 de noviembre el número total de mujeres encarceladas es 5,597, es decir, 252 menos.

“Todo este sistema de justicia criminal y las leyes fueron hechas a propósito para encarcelar a los afroamericanos y latinos”, dijo Henry Ortiz, coordinador de programas de la organización Padres y Familias de San Joaquín. “Los latinos somos el gigante dormido y cuando la raza se ponga las pilas vamos a lograr las reformas que se necesitan; a los afroamericanos siempre los quieren mantener en la esclavitud y el sistema de prisiones que inventaron fue otro sistema de esclavitud; con este sistema de prisiones tienen el permiso de abusarnos legalmente”.

Desde 2017, la población carcelaria institucional de California ronda los 115,000 reclusos, justo por debajo del objetivo establecido por la Corte Suprema del 137.5% de la capacidad de diseño, para albergar la cantidad de prisioneros para el que fue construido.

Sin embargo, 13 de las 35 instalaciones estatales operan individualmente más allá de esa capacidad. Unos 15,000 reclusos adicionales no se cuentan entre la población institucional porque están alojados en campamentos o en una de las ocho instalaciones contratadas que no son propiedad del estado.

Cuatro instalaciones contratadas son privadas; tres son operadas públicamente por las ciudades de Delano, Shafter y Taft; una es de propiedad privada, pero es operada por el Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California. Para junio de 2019, todos los prisioneros que antes estaban fuera del estado, más de 10,000 en 2011, habían sido devueltos a las instalaciones en California.

“Solo hay tres instalaciones públicas de California que albergan mujeres”, dio a conocer Joe Hayes, investigador asociado del PPIC. “El Centro de Mujeres de California Central (CCWF) está en Chowchilla, en el Valle Central, y alberga a la mayoría de las prisioneras, con 2,845”.

Las otras dos son la llamada Institución de California para Mujeres (CIW), que se localiza en la ciudad de Corona, en el condado de Riverside, y la prisión estatal de Folsom está en el condado de Sacramento. En ambas se halla recluido el resto del total de mujeres bajo custodia del Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California.

Resurgiendo de entre cenizas

“Yo nunca estuve en la cárcel, pero me sentía que era prisionera de mi propia mente [por causa de las drogas]”, dijo María Garza. “Cuando decidí parar fue cuando mi hija estaba siguiendo un mal camino y recibí la llamada de que estaba acusada de intento de asesinato”.

Daisy Marie, su hija de 19 años esta recluida en la cárcel Martínez, en el condado de Contra Costa, una instalación que fue abierta en 1981 y puede albergar a 1,500 de los 115,000 reclusos, -hombres y mujeres- que hay en California.

A María le han negado un trabajo en los últimos dos años de su vida, pero no se da por vencida. Vive una relación y la familia de su pareja la tratan bien.

Por lo pronto, ya se ha desintoxicado de las drogas, a través del programa Women Empowerment (Empoderamiento de la Mujer) en Sacramento, que proporciona habilidades, conocimientos y recursos que crean un cambio sostenible para las mujeres, sus familias y sus comunidades.

“He estado pensando que a lo mejor pudiera encontrar un trabajo en la noche, donde no tuviera relación con la gente que me juzga por los tatuajes que tengo”, dijo. “Yo solamente quiero superarme en la vida, recuperar a mis hijos; también quiero graduarme de la preparatoria, ya que no tengo mi diploma”.

Esta historia es parte de una serie de artículos sobre la desigualdad económica en California que se está realizando con el auspicio de la fundación James Irvine.

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California latinas minorías mujeres Pandillas

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