Cómo la tecnología puede hacer que ya no tengamos que aprender inglés
Ya es posible comprar dispositivos que tardan segundos en traducir lo que queremos decir. Entonces, ¿será necesario que sigamos estudiando inglés?
¿Llevas años intentando aprender inglés sin obtener muchos resultados? Tal vez la tecnología pueda ayudarte.
Dominar el idioma de William Shakespeare lleva años siendo una de las habilidades más demandadas por las empresas. Pero también lleva mucho tiempo siendo la pesadilla de quienes han llegado a la conclusión de que no tienen la capacidad de hablar otra lengua.
La tecnología, sin embargo, ha intentado llenar este hueco con distintos tipos de herramientas de traducción.
Si bien en un principio estas podían dejar mucho que desear, su precisión y efectividad ha ido mejorando en los últimos años gracias a los avances en inteligencia artificial.
Pero, ¿han progresado lo suficiente para que podamos ya dejar de invertir tiempo y dinero en clases de inglés?
El traductor de Google, por ejemplo, ha dado pasos gigantes desde que saliera al mercado en 2006.
Tras pasar por una etapa en la que se dedicaba a buscar el equivalente en otra lengua de una frase determinada, en 2016 el gigante tecnológico le introdujo una nueva forma de operar: la traducción automática neuronal.
El resultado son textos mucho más fluidos que tienen en cuenta el significado global del texto en vez de traducir palabra por palabra.
A esto se suman mejoras que en los últimos años han permitido que se pueda traducir también sonidos y documentos utilizando el micrófono y la cámara del celular.
Pero Google no es el único que ofrece ayuda para quienes quieren hacerse entender en un idioma que no hablan.
Traductores electrónicos
Si bien puedes utilizar software como el traductor de Google en tu celular para leer una traducción de lo que alguien está diciendo, existen en el mercado varios dispositivos que realizan el mismo trabajo con algunas ventajas.
Por ejemplo, Pocketalk, que se ha convertido en uno de los más populares en Japón. Su principal ventaja es la calidad de su micrófono, con tecnología de cancelación de ruido, lo que facilita la traducción en lugares muy transitados como cafés o aeropuertos.
Otras marcas alternativas incluyen Langogo y Buoth Smart Voice, todas rondan el precio de US$300. ¿Vale la pena pagar por algo que se puede hacer con una app en el celular? Quienes invierten en ellas destacan el hecho de que les ayudan a ahorrar en batería del teléfono y que ofrecen una traducción más precisa.
Otra opción más reciente que todavía está por popularizarse es la de los audífonos que traducen en tiempo real.
Si bien Google lanzó los suyos, los Pixel Buds, hace un par de años, las críticas no fueron buenas. Hoy, se puede comprar alternativas como el WT2Plus, al que pronto le saldrá competencia: el Ambassador de Wavery Labs, con sede en Nueva York.
Ambos requieren estar conectados a un celular para poder funcionar y que cada hablante se ponga uno de los dos audífonos en la oreja.
“Enviamos la señal de lo que se está diciendo a la nube, donde la transcribimos y la traducimos, y luego la devolvemos a los audífonos. Así que, en efecto, lo que sucede es que yo te hablo en español y un minuto y medio después tú oirás la traducción directamente en el auricular”, afirmó Andrew Ochoa, director de Waverly Labs, sobre el Ambassador.
En una entrevista en el programa de radio de la BBC Business Daily, el empresario explicó cómo se desarrollaron los audífonos que saldrán a la venta durante el segundo trimestre de 2020 por un costo menor al de los traductores electrónicos: US$149.
“Es una combinación de muchas cosas. Por el lado del hardware, tenemos sensores mecánicos microelectrónicos que ya están miniaturizados. Cosas como acelerómetros o micrófonos que ahora puedes meter en dispositivos pequeños. Son baratos y puedes conseguir muchos de ellos”.
“Por el lado del software, tienes estos nuevos modelos de inteligencia artificial que impulsaron por completo la precisión del reconocimiento de voz y traducción”.
Ochoa confía tanto en la capacidad de la inteligencia artificial para traducir, que se atreve a asegurar que los traductores profesionales corren el riesgo de quedarse sin trabajo pronto.
Aunque advierte: “Si intentas negociar un tratado de paz nuclear, usa un intérprete profesional, ¿OK?”
El empresario argumenta que hay muchas aplicaciones en las que las tecnologías de traducción hoy en día que “son lo suficientemente buenas para reemplazar algunas interacciones”. Y vaticina que “dentro de siete o 10 años, empezaremos a alcanzar la paridad con los humanos“.
Aunque también admite que hay limitaciones.
“Hay problemas como: ¿y qué si hay varias personas hablando diferentes idiomas al mismo tiempo?… Imagina que estás en una habitación con una docena de personas a tu alrededor. El oído humano puede hacer un muy buen trabajo concentrándose en la persona a quien quiero oír. Pero las máquinas no pueden hacer eso“.
A este se suma el del ritmo: “Ahora mismo, funciona así: hablas y paras, hablas y paras… Pero queremos llegar al punto en que sea simultánea, que es lo que ves en televisión cuando alguien habla y un intérprete traduce en tiempo real lo que está diciendo…”
Algo que cree que puede empezar a verse, al menos en forma de prototipos, tan pronto como en 2020: “Cuando eso suceda, revolucionará inmensamente la tecnología de la traducción”.
Escasez de profesores
Hablantes y estudiantes de inglés sumarán alrededor de 2.000 millones en 2020, según el British Council, el instituto cultural público de Reino Unido.
La demanda de estudios de inglés es tan grande, que ya se está hablando de una escasez de profesores nativos, como explicaba a Business Daily Melanie Butler, editora de la publicación especializada en el sector de la enseñanza de inglés English Language Gazette.
“A las escuelas de idiomas locales les está yendo bien, pero se está volviendo imposible proveerlas de hablantes nativos de inglés porque el mundo es demasiado grande”, afirmó.
Solo en China, por ejemplo, existen entre 50.000 y 55.000 academias de inglés que emplean a 400.000 profesores, según Butler, que estima que 260.000 ejercen la profesión de manera ilegal al no cumplir los requisitos necesarios.
Ante los avances de la tecnología y la dificultad de responder a la demanda de profesores de inglés nativos, ¿podrán dispositivos como los Ambassadors hacer desaparecer la necesidad de que aprendamos inglés y ocupar su lugar como lengua franca?
“Supongo que es posible, nunca pensé en eso”, respondió Ochoa.
De lo que sí está seguro es de que productos como el suyo, pese a sus limitaciones, “harán más divertida la experiencia de explorar diferentes culturas”.
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