Cómo Hong Kong enfrenta una crisis existencial que la puede llevar a convertirse en el centro de una disputa global
Tras el desafío a una ley de extradición, China respondió con una doble dosis de mano dura a través de una ley de seguridad. EE.UU. y Reino Unido lanzan advertencias y los opositores se preparan para más protestas
Hace un año, jóvenes en Hong Kong vestidos de negro se congregaron frente al parlamento. El evento marcó el inicio de un período tumultuoso de enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Muchas protestas y una pandemia después, el territorio enfrenta otra crisis existencial. ¿Sobrevivirá?
Durante los últimos 12 meses, casi todo el mundo en Hong Kong ha usado mascarillas por una u otra razón.
Los manifestantes que libraron batalles campales con la policía utilizaron máscaras antiguas. Los manifestantes pacíficos usaron máscaras negras en señal de protesta. Y todos los demás llevan mascarillas de protección ante la pandemia que asola el planeta.
Casi todos los habitantes de Hong Kong, marcados por el recuerdo de la epidemia de 2003 de Sars, han venido usando mascarillas para protegerse del COVID-19.
La ciudad parecía haber sobrevivido relativamente intacta, en comparación con el sufrimiento causado por la pandemia en otros países.
Pero la aparente calma cambió luego de que China hiciera un anuncio.
Pekín declaró sus planes de imponer en Hong Kong una nueva ley de seguridad nacional, que convertiría en crímenes lo que describe como “subversión, secesión, terrorismo e interferencia extranjera”. La ley no ha sido finalizada, pero es probable que sea aprobada este mismo mes.
Para los muchos críticos de esta legislación, la nueva norma criminaliza el derecho a la libre expresión y a las protestas, y podría poner fin a las libertades únicas garantizadas para Hong Kong en en 1997, cuando Reino Unido devolvió a China la soberanía del territorio.
“Hong Kong ha entrado en una nueva fase”, dijo Alice Cheung, una exlíder estudiantil.
“Luego de lo que sucedió el año pasado, Hong Kong podría ser totalmente diferente en el futuro”.
Para Cheung, los últimos 12 meses han sido un período de agotamiento mental e incredulidad.
Jamás imaginó lo que sucedería en su ciudad natal, ni todas las máscaras que debería usar.
La joven y muchos otros en Hong Kong, sea cual fuere su posición política, miran al futuro con un miedo intenso y real.
Pekín ve esta ley como un “control necesario en una ciudad rebelde”. Estaba previsto que Hong Kong introdujera su propia ley de seguridad, pero nunca se materializó porque la idea misma de una norma de ese tipo era impopular.
Ahora, tras el desafío de Hong Kong a los intentos anteriores de China de imponer una nueva ley de extradición, Pekín respondió con una doble dosis de mano dura.
Temores por “toda una generación de jóvenes manifestantes”
Para Cheung y otros jóvenes como ella, la propuesta de ley de seguridad nacional ataca la identidad cívica y política de Hong Kong y su éxito como un centro internacional.
Pero hay algo aún más importante que se ve amenazado según los manifestantes: su sentido de pertenencia.
A pesar de ello, algunas personas están a favor de la ley, aunque pueda causar graves daños económicos. Para describir esas opiniones, Cheung usa el término “laam chau”, una expresión del lunfardo cantonés que significa “destrucción mutua”.
La idea es que si Pekín destruye las libertades de Hong Kong, Occidente tendrá que sancionar a China revocando el tratamiento especial del territorio, lo que a su vez dañará la economía china.
Estados Unidos amenazó el mes pasado con retirar los privilegios especiales de Hong Kong y con imponer sanciones contra funcionarios chinos que socavaran la autonomía de la ciudad.
Y Reino Unido anunció que, si China introduce la nueva ley de seguridad, ofrecerá una “ruta a la ciudadanía británica“ a quienes posean lo que se conoce como pasaportes británicos de ultramar, BNO por sus siglas en inglés (British National Overseas passport).
Esos pasaportes otorgados por el gobierno británico antes de su retirada de Hong Kong permiten una estadía de hasta seis meses en territorio británico.
Pero Londres señaló que, de ser aprobada la ley de seguridad, el pasaporte habilitará a una estadía de un año con derecho a trabajar en territorio británico y a derechos migratorios ampliados.
Cerca de tres millones de hongkoneses, de hecho todos los nacidos antes de 1997, pueden obtener pasaportes británicos de ultramar.
Pekín advirtió que tomará represalias ante cualquier intervención en sus asuntos internos, por lo que Hong Kong podría acabar en el centro de una disputa global.
Cheung siempre participó en manifestaciones en forma pacífica, pero no quiere distanciarse de aquellos en la línea de frente de las protestas violentas. La joven comparte la profunda desconfianza con que muchos manifestantes ven a la policía.
Ser testigo del arresto de otros manifestantes cambió la visión de Cheung sobre si misma y sobre lo que la ciudad significaba para ella.
“Pero ahora me siento un poco insensibilizada”, señaló.
“Cuando miro las noticias en la TV no siento mucho. No sé si estoy suprimiendo mis sentimientos”.
Cerca de 9,000 personas han sido arrestadas durante las protestas, 40% de ellas estudiantes. El detenido más joven tenía apenas 11 años.
De los arrestados, más de 1,800 enfrentan cargos ante la justicia. Y un tercio de ellos fueron acusados de promover disturbios, un cargo que tiene una pena máxima de diez años en prisión.
Cheung teme por el futuro de toda una generación de jóvenes manifestantes si China introduce la nueva ley de seguridad.
Un momento unificador
Cuando se informó sobre la llegada del coronavirus a Hong Kong la noticia infundió un gran temor en Cheung.
La joven creció en Amoy Gardens, un complejo urbano que estuvo en el centro del brote de Sars en 2003.
Cerca de 300 residentes del complejo resultaron infectados.
Cheung tenía 6 años en aquella época.
“Recuerdo ver a los residentes que vivían en el Bloque E del complejo subiendo en autobuses porque los enviaban a campamentos estatales de cuarentena”.
“Y cada día en la TV informaban sobre el aumento en el número de infectados”.
Cheung comenzó a usar una mascarilla a principios de enero de este año, poco después de las primeras noticias de una “misteriosa neumonía” en Wuhan.
“Me acordaba de lo que sucedió durante el Sars y sabía que habría supresión de información. Asumí que las cosas eran mucho peores de lo que nos contaban”.
Como Cheung, muchos habitantes de Hong Kong tomaron medidas luego de que las autoridades confirmaran la transmisión humano a humano.
Ya a fines de enero, 75% de los participantes en una encuesta de la Universidad de Hong Kong usaban mascarillas. Y cerca de 61% evitaban lugares con aglomeraciones.
Las cifras subieron a 99% y 85% respectivamente para mediados de marzo.
Por un momento, la pandemia no sólo unificó a la ciudad sino que trajo una pausa a los meses de protestas.
La gente de Hong Kong siempre se enorgullece de su gran capacidad de actuar en momentos de crisis. Para muchos, sobrevivir a la pandemia era otra oportunidad para mostrar lo que puede lograrse cuando todos cooperan para un mismo fin.
Aunque las autoridades tomaron medidas ante el COVID-19, para muchas personas en Hong Kong la estrategia exitosa ante la pandemia fue resultado de la acción popular.
King-wa Fu, profesor de periodismo en la Universidad de Hong Kong, señaló que las autoridades de la ciudad respondieron en forma lenta al principio y eso fortaleció la percepción de que la comunidad era la responsable del éxito ante la pandemia, no el gobierno.
“La gente de Hong King tiene la experiencia del Sars y por eso supo rápidamente qué hacer: usar mascarillas, lavarse las manos y mantener distancia social. No necesitábamos que el gobierno nos dijera cómo actuar”, afirmó el académico.
Pero algunos expertos señalan que el gobierno demostró habilidades tecnocráticas en el manejo de la pandemia. No fue necesario introducir medidas de confinamiento y solo cuatro muertes se registraron en Hong Kong.
La valorada cultura de protestar
El anuncio de China sobre la nueva ley de seguridad nacional hizo que la narrativa de “todos luchando por un fin común” se evaporara.
La jefa del gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, dijo que la nueva ley debía ser implementada “porque la soberanía nacional ha sido socavada por la promoción de ideas independentistas y acciones violentas que rayan en terrorismo”.
Algunos activistas prodemocráticos creen que Pekín venía planeando esto desde hace años.
“China siempre tuvo dificultades en aceptar las libertades de Hong Kong bajo el acuerdo ‘Un país, dos sistemas’”, afirmó la exlegisladora Margarte Ng.
“Ahora han usado las protestas del año pasado como una excusa para imponer esta ley. Alegan ese motivo, pero siempre quisieron hacerlo”.
Hay muchos temores sobre lo que significará esa ley, más allá de la supresión de libertades civiles.
- Protestas en Hong Kong: los fuertes enfrentamientos entre los manifestantes y la policía en imágenes
El jefe de seguridad de Hong Kong, John Lee Ka-chiu, dijo esta semana que la policía está estableciendo una unidad dedicada a asegurar el cumplimiento de la nueva ley, con lo que dio a entender que trabajará en forma cercana con las autoridades en Pekín.
Y algunos temen que China establezca más organizaciones de seguridad en la ciudad.
Margaret Ng, quien tiene ahora 72 años, teme que la mera libre expresión se convierta en un crimen. A mediados de abril, Ng fue arrestada por primera vez en su vida junto a otros activistas prodemocráticos de alto perfil.
Muchos se preguntan también qué sucederá con la tradición de protestar de Hong Kong, que fue marcada profundamente por la represión china en la Plaza de Tiananmen en 1989.
En esa ocasión cerca de un millón de hongkoneses marcharon en apoyo de las protestas estudiantiles en Pekín.
“La gente esperó durante cuatro horas en Chater Garden antes de comenzar la marcha. Fue algo sin precedentes”, señaló Lam Wing-Kong, quien trabaja desde hace 31 años como voluntario de una ONG, la “Alianza de Hong Kong en apoyo de Movimientos Patrióticos Democráticos en China”.
Hasta este año, las autoridades de Hong Kong siempre habían permitido una vigilia conmemorativa de Tiananmen, un evento que se veía como una medida de las libertades democráticas en la ciudad.
Este año la vigilia fue incluida en una prohibición de eventos públicos impuesta, según las autoridades, debido a la pandemia.
A pesar de ello, miles de personas desafiaron la prohibición y se congregaron para marcar el aniversario de las muertes de Tiananmen. Aunque Lam teme que si la nueva ley de seguridad es introducida se prohibirán todas las vigilias.
La ministra de Justicia de Hong Kong, Teresa Cheng, dijo a la BBC que los niveles de protestas en la ciudad estaban llegando a “niveles extremos” que requerían medidas de control.
“Aparte de la violencia que vemos en las calles, habrán visto informes de operativos de la policía que confiscaron bombas y armas”, señaló la ministra.
Cheng defendió la ley de seguridad y apuntó que “la autonomía de Hong Kong no se verá afectada para nada por esta nueva legislación”.
Realidades económicas cambiantes
Muchos se preguntan si no será perjudicial para China introducir la ley y erosionar la posición única de Hong Kong, que tiene libertades y un sistema judicial independiente.
Pero China es un país muy diferente al que recibió Hong Kong de manos británicas en 1997.
Tras la llegada del presidente Xi Jinping, el líder chino más firme en décadas, China ha promovido lo que describe como una “jurisdicción integral” sobre Hong Kong.
Brian Fong, un analista político basado en Hong Kong, asegura que esta estrategia es “un cambio fundamental en la política de China” y advierte que Pekín podría perder acceso a tecnología y capital extranjero que ingresa a través de Hong Kong.
Pero la realidad económica también ha cambiado. En 1997, la economía de Hong Kong representaba el 18% de la economía China. En 2018, ese porcentaje había caído a un 3%.
Luego de que China anunciara sus planes de una nueva ley de seguridad, las cuentas offshore, el dólar estadounidense y la emigración se han vuelto temas candentes en Hong Kong.
Charles Chan (no es su nombre real), un abogado de 40 años con ingresos anuales de entre uno y dos millones de dólares, ya introdujo cambios en sus finanzas.
“Voy a tener menos dólares de Hong Kong. Y estoy realizando trámites para transferir mi dinero a cuentas offshore”, afirmó.
Chan señaló que podría abrir cuentas en Singapur o en la isla de Jersey, una dependencia de la corona británica.
Hasta ahora no hay señales de un apocalipsis económico. El índice Hang Seng se recuperó de una caída, y el dólar de Hong Kong, que tiene un cambio fijo respecto al estadounidense, permanece fuerte. Tampoco ha habido una fuga de capitales.
Pero algunos analistas predicen que debido a la crisis política Hong Kong podría perder su atractivo como base regional de multinacionales extranjeras.
Y la economía de la ciudad ha sido golpeada además por las protestas y por el virus.
“Muchas de las bases del éxito de Hong Kong están en riesgo“, afirmó Julian Evans-Pritchard, analista senior sobre China de la consultora Capital Economics.
“Incluso antes de la ley de seguridad había otras preocupaciones. Aún si la ley no acaba afectando demasiado el sistema jurídico de Hong Kong, la mera idea de la imposición de esta ley ya aumentó la preocupación de la comunidad empresarial tanto en Hong Kong como a nivel internacional”.
En las décadas de los 80 y 90, Hong Kong experimentó una gran ola de emigración. Decenas de miles de personas abandonaron la ciudad debido al temor al gobierno comunista en Pekín.
Chan fue uno de los que emigró, pero regresó a Hong Kong para iniciar allí una familia y establecer su negocio.
“Siempre pensé que me iría otra vez cuando mis niños terminaran la primaria”, señaló. “Si la situación en Hong Kong es muy mala, me mudaré con toda mi familia“.
Chan no participó en las protestas del año pasado, pero las vio favorablemente.
“Bajo el sistema chino solo se permite una voz. Ese sistema choca con el de Hong Kong que permite que la gente coexista con opiniones diferentes. No quiero que mis hijos crezcan bajo un sistema de valores totalitarios”.
Aún no ha habido un éxodo masivo desde Hong Kong, pero sí hay señales de un creciente interés en emigrar.
“Hubo un gran aumento en el número de residentes que están renovando sus pasaportes británicos de ultramar“, señaló Evans-Pritchard.
Cheung tiene uno de esos pasaportes. Pero ella no tiene planes de abandonar Hong Kong, incluso tras un año de protestas tumultuosas.
“Cuando confiabas en tu propio poder e hiciste muchos sacrificios, Pekín te dice ahora que tiene una solución todavía más dura para nosotros”, reflexionó la joven.
Un momento significativo para Hong Kong tendrá lugar en septiembre, cuando se realicen elecciones para el Consejo Legislativo, como se denomina al parlamento local.
Todo el mundo estará pendiente, especialmente tras el progreso de movimientos prodemocráticos en comicios para consejos distritales el año pasado.
A pesar de la incertidumbre política y económica, a pesar del temor de que muchos habitantes decidan emigrar en lugar de luchar hasta el final, Cheung mira hacia el futuro no con desesperación sino con esperanza.
“El mundo está en una era de incertidumbre”, señaló la joven. “En este momento, lo único que puedes hacer es ser fuerte mentalmente para atravesar esta crisis”.
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