Comerciantes hispanos de Rockaway Beach terminan el verano sin lograr ‘hacer su agosto’
Centenares de empresarios que solo facturan en meses de calor deberán repensar sus negocios en 2021, si la pandemia no sigue siendo una amenaza
La atípica temporada veraniega, marcada por la pandemia del coronavirus, que le tocó vivir los comerciantes y trabajadores que dependen de los meses de calor para atraer clientes en los restaurantes de balnearios públicos de la ciudad de Nueva York, está llegando a su final. Pero para muchos, debido a las restricciones impuestas por el COVID-19, ni siquiera empezó.
Y, justamente, este fin de semana del ‘Labor Day’ cuando soplan fuerte en la Gran Manzana los vientos del final del verano 2020, en populares playas como Rockaway en Queens, a decenas de empresarios y emprendedores estacionales no les queda otra opción que esperar tiempos mejores.
De los 30 concesionarios que operan locales de servicios veraniegos entre las calles 86 y 106 en el ‘Rockaway Boardwalk’, a cerca del 50% no se les permitió operar simplemente porque fue la estrategia de la Ciudad para evitar las aglomeraciones como medida de prevención contra el COVID-19.
Una de ellos fue la emprendedora gastronómica colombiana Angela Sierra, de 50 años, quien desde hace cinco años ofrece platillos de su país en el restaurante Palenque, y que estuvo en el renglón de los establecimientos que no se les permitió operar este año en este bulevar playero.
“No pudimos abrir. El administrador de la concesión no lo permitió. Como empresaria siempre estamos innovando y buscando opciones. No tuvimos alternativas. No existió un plan alterno. Seguimos optimistas de que el próximo año podremos volver”, dijo Sierra.
El fin de esta temporada significó un saldo cero en la caja registradora, no solo para comercios del bulevar playero a los cuales se les prohibió abrir, incluso para servicios al aire libre y de recogida de órdenes. A esta calamidad se adicionan centenares de empresarios de vecindarios de esa franja de Rockaway que solo facturan en meses de calor y de movimiento de bañistas. Deberán esperar por lo menos 9 meses para repensar sus negocios, si la pandemia no sigue siendo una amenaza.
“El virus no frenó a la gente”
El salvadoreño Julio Geromi, de 35 años, acostumbrado a trabajar en esta temporada y llevar a su bolsillo “sus buenos pesitos” en propinas en el verano, cuenta que apenas pudo hacer unos deliveries para un restaurant en la calle 97, en las cercanías de la estación del Subway Beach 98 Street.
“Los fines de semanas con buen clima vino mucha gente. El virus no frenó a la gente. Pero si acabó con muchos negocios. Ya esto se pone muerto en los próximas semanas”, refirió el inmigrante.
Pese a los temores y a las nuevas reglas que implicaba usar máscaras y el distanciamiento social, Rockaway Beach siguió siendo preferida por los neoyorquinos animados por refrescarse y superar meses de encierro, al cual fueron sometidos por el confinamiento pandémico.
La puertorriqueña Deisy Cartagena fue testigo de cómo los visitantes se volcaron a este segmento costero de Queens.
“Yo vivo a cuadras de aquí. Honestamente no sentí que hubo una gran diferencia en cuanto al número visitantes del verano pasado. Hubo fines de semanas que esto estuvo a reventar. La gente estaba cansada de estar encerrada. Pero se respetaban las normas”, narró Deisy quien visitó a este balneario con frecuencia.
Otros “salvaron” la temporada
Algunos restaurantes ‘surfearon’ la ola de la crisis y a pesar de no permitirse su apertura, ofrecieron sus platillos creando sistemas de envíos en puntos específicos de la playa, lo que significó un salvavidas en medio de esta contrariada temporada.
Este fue el caso de La Cevichería, un popular comedero de exquisiteces peruanas, que tampoco pudo abrir su sede de la calle 97 del paseo playero, aunque no dejaron de despachar su amplia selección de ceviches y platos del mar. A través de órdenes telefónicas entregaban los pedidos entre la calle 94 y el malecón. También idearon la opción de recogida de comida en su espacio en la calle 116 del bulevar.
“Pudimos mantenernos a flote, hubo trabajo, eso no significa que fue igual a otros tiempos”, precisó una empleada.
Para los comercios que tuvieron la posibilidad de operar, con una serie de restricciones, la historia fue diferente. Uno de ellos, fue Caracas Arepa Bar en la calle 105 del paseo playero, un espacio de comida típica de Venezuela.
“No teníamos grandes expectativas con esta temporada. Pero pese a las restricciones para garantizar el distanciamiento social, estamos terminando esta temporada y no nos podemos quejar. Servimos a nuestra clientela y mantuvimos puestos de empleo”, reconoció Alexis O’Connor, gerente de este establecimiento.
Eso sí, este año no fue posible organizar conciertos, ni poner a la gente a bailar en los alrededores de este espacio. Tampoco fue permitido usar la totalidad de las mesas en el exterior del local por temor a que se propiciaran las animadas reuniones de años anteriores.
“No hubo mayores novedades ni líos con los inspectores del distanciamiento social porque adaptamos el local a la necesidad imperativa de mantener el distanciamiento social. Nuestros trabajadores en la cocina tuvieron mucho trabajo, pero fuimos muy rígidos con su protección”, dijo O’Connor mientras coordinada la salida de varias órdenes de arepas, el plato típico del país suramericano.
Nos recuperamos de Sandy
Ya los comerciantes de este popular balneario neoyorquino, entre la calle 91 y 102, habían padecido el cierre de los acceso durante el 2018 por una operación de dragado en la entrada de East Rockaway, cuya arena fue utilizada para reponer las partes erosionadas por varios fenómenos climáticos, como el huracán Sandy.
Pero como concluye el comerciante hispano Agustín Rivas, de 62 años, el sector de emprendedores en los últimos años se han tenido que “levantar” en esa península de Nueva York de tres tragedias y no saben cuál de ellas ha sido peor.
“Padecimos la caída del avión en el 2001, luego el Hhuracán Sandy en 2012 y ahora la pandemia que realmente no se sabe hasta cuando la vamos a padecer. Si el próximo verano seguimos en esta, sería muy terrible. Con los deliveries los restaurantes pequeños que no tienen cómo poner mesas afuera, no pueden sobrevivir”, dijo Agustín.
Precisamente los códigos postales 11694 y 11691 que pertenecen a Rockaway, son localidades costeras de Queens que estuvieron resaltadas como unas de las más afectadas de la ciudad por la concentración de contagios por el COVID-19, de acuerdo con el mapa del Departamento de Salud de la Ciudad (DOHMH).
Datos clave:
10% a 20% fue el promedio del bajón de las ganancias de los comerciantes del Rockaway Boardwalk debido al cierre del acceso a la playa en 2018 por los trabajos de dragado.
30-40% fue la reducción de la facturación de los locales que pudieron abrir en comparación con el verano pasado debido a las reglas del distanciamiento social.