Pedido del médico para neoyorquinos: no demoren sus pruebas de detección del cáncer
En la ciudad de Nueva York, el primer epicentro de la pandemia de COVID-19 en los Estados Unidos, los pedidos para que la gente se quedara en casa fueron cruciales para aplanar la curva y salvar vidas. Pero, mientras los neoyorquinos se recluían en sus hogares, otras enfermedades no lo hacían. Una de las más preocupantes es la enfermedad que enfrento todos los días: el cáncer.
Es un simple hecho biológico que el cáncer se sigue desarrollando en nuestra región en estos momentos, a pesar de la COVID-19. Eso significa que hay una creciente cantidad de casos de cáncer que permanecen ocultos. En enero, la Sociedad Americana contra el Cáncer predijo que habría casi 118 000 nuevos diagnósticos de cáncer en Nueva York durante el 2020. En un mundo ideal, muchos de esos casos se hallarían a tiempo a través de pruebas preventivas. Esto ayudaría a los médicos especialistas en cáncer a actuar rápidamente para tratar a los pacientes e incrementar las posibilidades de cura.
Pero la COVID-19 afectó la prevención del cáncer de forma radical: las citas para realizarse pruebas de detección de cáncer de cuello uterino, colon y mama se redujeron hasta en un 94% en marzo, según un análisis realizado por Epic, una compañía de registros médicos electrónicos. A la comunidad médica le preocupa, y con razón, que por sus características especiales esta sea una crisis inminente.
Es cierto que en los primeros días de la pandemia recomendamos a los pacientes posponer un poco las citas de detección de cáncer, en gran parte para ayudar a nuestros hospitales y clínicas a concentrarse en el aumento esperado de casos de COVID-19. Pero, ahora que hemos aplanado la curva en la ciudad de Nueva York debemos recuperar el tiempo perdido, y alentamos a los pacientes a que vuelvan al médico para realizarse las pruebas de detección y los tratamientos para el cáncer. A pesar de la rápida caída de las cifras de COVID-19 en toda la ciudad, los neoyorquinos siguen posponiendo los exámenes programados e ignorando los síntomas, lo que está provocando una reducción marcada, y alarmante, en la cantidad de diagnósticos de nuevos casos.
¿Cuáles son las consecuencias de estos retrasos en el diagnóstico? Para la mayoría de los tipos de cáncer, el avance de la enfermedad (lo que se producirá si los tumores crecen sin tratamiento) a menudo implica un peor pronóstico y que terapia más agresiva sea necesaria para lograr el mejor resultado. Esta es una realidad que atañe en particular a las personas hispanas de nuestra comunidad.
El cáncer de mama es el cáncer que se diagnostica con más frecuencia entre las mujeres hispanas y el tratamiento menos invasivo se basa en la detección temprana. Por ejemplo, un cáncer de mama diminuto detectado mediante una mamografía puede requerir la extirpación de una pequeña parte del tejido mamario (y radioterapia, según la edad de la paciente) y luego algunas píldoras para inhibir la recurrencia. Pero menos de la mitad de las mujeres hispanas de 40 años o más se sometieron a una mamografía el año pasado, según datos de 2015. Si el cáncer no se detecta hasta que alcanza un tamaño que se puede sentir, o crece a pesar de sentirse, esto podría suponer que la mujer deba someterse a quimioterapia y una mastectomía. La diferencia también se puede ver cuando comparamos la extirpación de un pólipo por colonoscopia, lo que previene el cáncer, con el manejo del cáncer de colon invasivo que podría resultar de un pólipo no detectado.
En octubre se reconoce el Mes de Concientización sobre el Cáncer de Mama. Es otro recordatorio para que los neoyorquinos consideren como algo esencial a las pruebas de detección y a la terapia contra el cáncer de mama (y contra todos los tipos de cáncer). Hemos restablecido casi en su totalidad nuestra capacidad para brindar una atención oncológica completa en toda la región. Muchos hospitales, incluso el hospital donde trabajo, Memorial Sloan Kettering Cancer Center, han transformado sus instalaciones. Han preparado a su personal con equipos completos de protección y han tomado precauciones para permitir que sean lo más seguro posible para visitar. Y para aquellos que aún se sienten inseguros como para ir a un centro de atención médica, se ha ampliado enormemente la capacidad para comunicar con los pacientes mediante telesalud.
La verdad es que las cifras muestran que cada semana, en promedio, cientos de residentes de la ciudad de Nueva York reciben un diagnóstico de cáncer. Si tiene síntomas o si le toca realizarse una prueba de detección del cáncer, permítanos cuidarlo. Podemos hacerlo de forma segura. El cáncer no está confinado.
El cáncer es grave. No se puede dejar en suspenso e ignorarlo sin consecuencias. Mis queridos neoyorquinos, es momento hora de volver al médico.
-La Dra. Diane Reidy-Lagunes es una oncóloga médica especializada en el tratamiento de pacientes con cáncer gastrointestinal y tumores neuroendocrinos, y médica adjunta en jefe de la Red de atención regional de Memorial Sloan Kettering.