María Hinojosa a latinos: “Hay que comernos ese miedo”

La periodista habla de su libro 'Una vez fui tú' y del momento político que vive Estados Unidos

María Hinojosa publica su libro en inglés y español.

María Hinojosa publica su libro en inglés y español. Crédito: Editorial Atria / Kevin Abosch | Cortesía

Hay pocas personas que pueden darse el lujo de ser “las primeras”, las que rompen barreras que indirectamente ayudarán a más gente. La periodista María Hinojosa es una de esas personas, pero no lo habría logrado sin dejar a un lado su miedo, a “comérselo”, como ella dice.

“Yo lo hablo mucho, porque fui la primera latina en trabajar en todas mis salas de redacción, la primera en NPR, en CNN, en CBS. La primera en crear mi propia compañía periodística sin fines de lucro”, expresa. “Cuando eres la primera, cuando eres latina, obviamente tienes miedo… pero una de las cosas más bellas que he podido entender es porqué pude comerme ese miedo”.

Hinojosa se refiere a la empresa The Futuro Media Group, que lanzó en 2010, una consecuencia positiva de haber perdido el temor, gracias en gran parte a su compañero de vida, su esposo Germán Pérez, pintor dominicano.

“Él tuvo que comerse su miedo cuando los marines estadounidenses llegan a su país en 1965 e invaden… mi esposo sobrevive a eso y me dice: ‘Cómete el miedo’”, apunta Hinojosa, quien llegó a los Estados Unidos siendo prácticamente una bebé, en 1962, en plena efervescencia en la lucha por los derechos civiles y conflictos raciales.

Nuestro diálogo es vía telefónica. Ella desde Harlem, en Manhattan, y yo desde Queens –por aquello de la distancia social debido al coronavirus– pero en gran medida por su apretada agenda. El motivo es la publicación de su libro Una vez fui tú (Atria, 2020), aunque podría haber decenas de razones para este diálogo, dados los aportes de Hinojosa a la comunidad como periodista, a su éxito reconocido con distintos premios, como el Peabody, cuatro Emmy, John Chancellor a la excelencia en periodismo, el Robert F. Kennedy por informar sobre los desfavorecidos… y un largo y destacado etcétera.

Cualquiera pensaría que hay pocas cosas que la sorprenden, pero no, ella mantiene intacta la emoción que generan las primeras veces y no tiene empacho en compartir su alegría. Es justo como inicia nuestra plática.

Vi que compartió en Twitter que su libro fue mencionado en The New York Times. Ese mensaje a su mamá. ¿Qué emoción le despierta?

“Estoy en ese momento de ¡qué chulo!, porque no estoy en la lista de los más vendidos… pero sí fue seleccionado en lo que se llama la selección del equipo que trabaja en la sección literaria del New York Times, que es tan influyente.

Por una parte me siento como reconocida por el periódico, pero por otra parte lo que veo y siento que está pasando con el libro no tiene nada que ver con el New York Times. Tiene que ver con cómo la comunidad está recibiendo el libro y, en ese sentido, ha sido bien chulo… que en su mayoría sean mujeres, en su mayoría latinas que se han sentido súper identificadas por este libro. Uno dice: ‘Pero, ¿por qué?’ Creo que porque somos muy pocas las latinas que tenemos la oportunidad de escribir una memoria en este país, porque como tú mismo dijiste, en esta memoria revelo mucho, porque como periodista manejo la honestidad y la verdad… y estoy en un momento en mi vida en que no tengo pena, no tengo miedo, estoy muy apoyada por mi familia, por mi esposo, eso me da la fuerza de compartir estas cosas.”

Habla de perder el miedo, un mensaje que se necesita en esto momento que se vive en Estados Unidos, especialmente los latinos.

“Yo lo hablo mucho… Me parece muy importante, porque los mensajes que los latinos y latinas recibimos ahora en este país son mensajes que nos hacen sentir mal.

A propósito, dicen que estamos aquí para cambiar este país, para robarle, para cambiarle el idioma, todo eso y eso es una narrativa falsa. Obviamente nosotros vamos a sentir miedo de hacer cosas, porque no nos vemos amados, nos vemos atacados.

Entonces, en este momento la comunidad latina tenemos que decir: ‘Hay que comernos este miedo’.”

María hace una acotación, para referirse a los inmigrantes indocumentados, quienes deben tener cuidado de exponer sus vidas ante la posibilidad de ser deportados.

“Los que tienen [papeles]… [Los] que no tienen papeles deben tener mucho cuidado y debemos salvar sus vidas, pero para los que podemos y tenemos voz… sí, es un momento de perder el miedo.”

Fue en 1962 cuando llega a Estados Unidos. En una época de conflictos raciales, en plena Guerra Fría, un coctel sui generis para el país, tal como el que estamos viviendo. ¿Qué opinión le desata?

“Qué bueno que me haces esta pregunta, porque definitivamente yo siento que lo que estamos viviendo ahora siento que es algo que ya viví. Ver un país luchando con su propia democracia, luchando con su propia identidad, viviendo lo que es la democracia, el pueblo que demanda.

Yo no tenía mi ciudadanía de pequeña, pero yo estaba viviendo esto, las protestas, el asesinato de John F. Kennedy, Martin Luther King, todo esto me impacta profundamente y siento que ahora hay niños de 6, 7, 8, 9 años, adolescentes, que están viviendo esto y les va a cambiar la vida.”

Hinojosa hace otra pausa, reflexiona un poco tras mencionar a los niños y adolescentes.

“Si alguno ve el libro y decide que su carrera es ser periodista. ¡Wow!

Es como me siento… algo nació en mí, que yo misma me llamo una ‘democracy junky’, o sea una adicta a la democracia. Siento que en este momento en el país está ocurriendo lo mismo. Niñas y niñitos cuyos padres son inmigrantes que tienen muchas preguntas.”

La periodista, quien mantiene en su agenda como prioridad el tema migratorio, enfocado a las personas, más que en los políticos, considera que el caos que vive el país puede traer algo positivo.

“Está este dicho que es uno de mis favoritos, que dice: ‘No hay mal que por bien no venga’. Hemos tenido mucha, mucha, oscuridad… El bien que estamos viendo es que ahora las cosas que ocurren todo el mundo las sabe, antes no.

Por ejemplo, específicamente en el caso de los inmigrantes, esto es algo que no se hablaba en los años sesenta, pero la gente estaba siendo deportada, muchas deportaciones ocurrieron cuando era niñita, pero no se hablaba, ocurrieron en el sureste, en Chicago o hasta en Michigan, donde yo estaba cerquita… daba tanta pena que no se hablaba.

Ahora todo mundo sabe, lo habla. Se está viendo. Lo primero que se debe hacer para cambiar una situación es verla y, ahora, por lo menos la estamos viendo. A los otros que no son inmigrantes se les ha quitado el velo.”

En cuanto al discurso sobre los inmigrantes, ¿siente que ha habido un cambio en los últimos 30 años o es una especie de montaña rusa sobre el tema?

“Definitivamente ha cambiado en los últimos 30 años, desafortunadamente ha cambiado para lo peor. Cambios sí ha habido y creo que todos esperábamos, un paso adelante, otro adelante, en este país, en las espaldas de los inmigrantes, que nuestro único crimen es no haber nacido en este país. Los abusos no están disminuyendo, están aumentado, ¿cómo puede ser? Que [ocurra] en el país dizque más moderno del mundo.”

María precisa. Su acotación marca lo que varias organizaciones han apuntado sobre la actual política migratoria del presidente Donald Trump.

“Tenemos que hablar ahora de lo que está pasando, son violaciones de los derechos humanos internacionales.

¿Cuándo va a aparecer la corte de La Haya, la Corte Internacional de Derechos Humanos y van a empezar a juzgar lo que está pasando en este país? De estos 30 años, que he cubierto como reportera, [ahora] es que se ha puesto peor.”

María se refiere a los casos de mujeres a quienes les hicieron cirugías no solicitadas en ICE. Hay una involución…

“Ahora les están quitando los úteros, ¿qué más necesitamos? Es una crisis humanitaria, que nada tiene que ver ahora con la reforma migratoria. Estos centros de detención los tienen que cerrar inmediatamente. Las deportaciones tienen que parar inmediatamente. [Debe haber] un proceso de reunificación de las familias y tratamiento de salud mental para todos inmigrantes y refugiados que han sido afectados, gratuito de por vida. Eso es como esto podría mejorar.”

Dado que el voto latino lidera las minorías con 32 millones de votantes elegibles, ¿cree que pueden girar el timón?

“Estoy cansada de la pregunta de los periodistas estadounidenses: ‘¿Qué le pasa al voto latino?’ Estoy harta de esa pregunta, porque el votar es una cuestión política, es una cuestión de partido y deben buscar el voto, entonces si el latino no ha votado, por favor no le echen la culpa, porque no lo han buscado. Nos tienen que buscar. Vamos a poner la culpa donde debe de ser.”

Otra reflexión la hace detenerse un momento: los votantes latinos que apoyan al presidente Trump, a pesar de los ataques a su comunidad.

“Yo mantengo mi fascinación con el latino o latina que puede votar por Donald Trump. Vamos a decir, es casi un cuarto, un poquito más que se ve reflejado en la política y en el carácter moral del presidente Trump, para mí esto es una fascinación, pero es una verdad.

Otra parte el votante latino en el que estoy muy interesada es el primer votante o segundo votante. Por ejemplo, mis hijos ya van a ser segundo votantes por la presidencia, entonces cómo van a votar los hijos de esos latinos que van a votar a Donald Trump, entonces va a ser muy interesante, porque son cada 60 segundos que un latino cumple 18 años.

Hay que decir que si el latino no participa en la democracia de este país, entonces dile adiós a la democracia.”

La periodista con el actor Lin Manuel Miranda, en un reportaje en la frontera con México y entrevistando a la jueza de la Corte Suprema, Sonia Sotomayor. / FOTO: CORTESÍA MARÍA HINOJOSA

La plática toma el giro hacia el motivo original, el nuevo libro de María, que habla sobre cómo llegó a este país, cómo creció y aprendió a amarlo, de la amistad, de su amiga Ceci.

“A veces somos invisibles, no el día a día, pero en el medio del mainstream somos muy invisibles. Entonces encontrar un grupo de amigas que te ven, que te escuchan, que te van a ayudar con tus ganas, que te van a ayudar contra el síndrome del impostor, contra tu propia inseguridad.

Si tú me preguntas cuántas amigas tienes, no te voy a decir 50-40… conozco mucha gente sí, pero amigas-amigas, con una sola mano las puedo contar.”

A un grupo de periodistas, todas exitosas, las coloca aparte. Llevan casi 30 años juntándose en tertulias profesionales que derivan en lo personal.

“Tenemos 30 años juntándonos casi, ahí es una amistad muy especial. Un grupo de latinas en Nueva York que terminamos siendo las más poderosas.

Ese tipo de amistad es una cosa muy linda y siento que en la comunidad latina es algo muy importante. Hay que hablarlo más, porque la verdad de que uno se siente bastante solo en este país, lo difícil es cuando perdemos esa amistad, como perdí a Ceci, ahora tengo que tratar de escucharla, escuchar su voz sin que esté.”

El viaje con su escrito nos lleva a lugares muy íntimos, a la sala de su casa.

“Lo bueno de ser mayor es que tienes menos pena y la pena muchas veces nos hace no compartir, nos hace mantener los secretos y siento que una de las cosas que he logrado es que me siento afirmada de la persona que soy. Tengo a mi esposo, 30 años de casamiento, Germán López, tengo a mis dos hijos, entonces siento como que yo puedo hablar de estas cosas y no me da miedo.”

Al iniciar la entrevista, María expresó su sorpresa de llegarle a tantas mujeres. Casi al terminar leo una cita donde habla sobre cómo una amiga le hizo ver que era sobreviviente de una violación. “Era una chingona con pantalones bien fajados, nacida en México, educada en el sur de Chicago, una habitante de Harlem… una latina, indígena, espiritual, intelectual, feminista, una chaparra. ¿Pero una sobreviviente?” Les habla a todas o a muchas latinas, le expreso. Suelta la carcajada.

“Pues sí, lo que pasa es que esas compañeras que yo veo… aquí no viene, sino en mi primer libro Rasing Raúl, donde hablo de cuando decido hacerme mamá y mis dos pérdidas, entonces cuando yo decido ser mamá estoy en la calle 14, en East Village, la iglesia de la Virgen de Guadalupe, era la celebración del Día de la Virgen. Ahí estoy con todas mis chaparritas paisanas, todas ellas de mi tamaño. Las vi con sus hijos, tres o cuatro. Yo soy ellas, si ellas pueden, yo también puedo. Ellas eran mamás trabajando, entonces yo también puedo.”

Con 25 años de carrera, María se siente orgullosa de sus lectores de a pie, no los más famosos, a quienes ha incluso entrevistado.

“Puedo echar nombres por todas partes, la semana pasada entrevisté a Gloria Stefan. La última que vi en persona para entrevistarla es a [la jueza] Sonia Sotomayor. He estado en varias ocasiones con ella, ella tiene mi libro en sus manos, ya lo sé, ya me escribió. Pero la gente que llevo adentro es la gente que no tienen esos grandes nombres, pero luchan cada día por ser felices.”

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