La democracia vale oro
Los intereses del país deben ser la priodidad
Aunque sea imperfecta, la democracia vale mucho para los hispanos y hay que defenderla para evitar que se repitan historias de las que escapamos en la mayoría de nuestros países.
Pero con estas elecciones presidenciales, creo que sentimos como un Déjá Vu, algo ya vivido, que genera desconfianza y el temor de caer en la corrupción.
Sin duda el daño está hecho y la democracia de los Estados Unidos puede afectarse con las 18 llamadas del presidente saliente Donald Trump al Secretario de Estado de Georgia para que buscara los 11.780 votos que le permitirían exigir el reconteo de votos y revertir el triunfo de los demócratas Joe Biden y Kalama Harris. Eso sin contar los actos violentos del miércoles en el capitolio de la Unión.
En su última llamada Trump hablaba: de trasteo de votos con personas que sufragaron sin vivir en el estado, de supuesta destrucción de balotas, de la ruptura de un tubo de agua que hizo a todos salir corriendo sin asegurar las urnas, personas que no pudieron depositar su balota porque alguien ya había votado por ellos, muertos que sí votaron, o firmas que no coincidían con el registro del voto en ausencia por correo.
Y además, según el Presidente todos los votos del ejército fueron para Biden, cuando él contaba con los soldados como sus electores más fieles.
Aunque Trump repetía en su llamada que no quería sacudir el mundo, sí dejó una grieta sobre la confianza en la democracia y el sistema electoral.
Ese sistema pide a gritos una reforma para modificar el Colegio Electoral y se imponga el voto directo.
Pero también nos preocupa volver a vivir hechos como la grabación y filtración de conversaciones telefónicas, como parte de las denuncias de escándalos políticos.
Es legal y legítimo que Trump quiera ganar; a todos nos gusta el éxito, pero el partido demócrata obtuvo sobrado, tanto el voto popular, con más de 7 millones, como el polémico Colegio Electoral.
Por eso pedimos: ¡Señor presidente acéptelo! y hágalo sin dañar la confianza.
Esas denuncias, sin pruebas creíbles sólo afectarán el sistema democrático sobre el que se basaron los principios de fundación de esta nación.
Así lo hizo Hillary Clinton en 2016, pese a que ella obtuvo 4 millones más que usted del voto popular.
Y esa misma grandeza la tuvo el demócrata Al Gore en el año 2000 cuando puso primero los intereses del país al reconocer el triunfo del republicano George W. Bush. ¡Esa grandeza al actuar vale más que el oro!
(La autora -que utiliza un pseudónimo- es una periodista radicada en Nueva York)