La pandemia de las armas

Es de dominio público que en las grandes urbes del país los tiroteos van en aumento

Vigilia en Parkland el pasado 14 de febrero.

Vigilia en Parkland el pasado 14 de febrero.  Crédito: Joe Raedle | Getty Images

En Estados Unidos hay otra pandemia que por lo general ocupa los grandes titulares o cobra relieve cuando ocurre una masacre: se trata de las cien muertes por día que deja la violencia por armas de fuego.

A pocos días de recordarse el tercer aniversario de una matanza en Florida, creemos oportuno insistir en no dejar morir el debate de un cambio en las regulaciones respecto al acceso a las armas de fuego que cale hondo en la tristemente llamada “cultura americana de tenencia de armas”.

Basarse en la Segunda Enmienda de la Constitución no le da derecho a nadie para agarrar un arma de asalto e infligir tanto dolor como el causado en la escuela secundaria de Parkland. Se truncaron los sueños de 17 personas.

Esa obsesión por las armas, alimentada por la Asociación Nacional del Rifle y que encontró un aliado en la Administración Trump, ha hecho que el país refuerce esa reputación trágica y vergonzosa. Solo el año pasado 41,000 personas perdieron la vida por balas sin sentido. Es de dominio público que en las grandes urbes del país los tiroteos van en aumento.

Sabemos que la nueva Administración en la Casa Blanca tiene trabajo a manos llenas con otros asuntos acuciantes, pero es necesario hacer hincapié en la necesidad de prestar atención cuanto antes a esta problemática. No podemos permitir más masacres como las de Parkland o Las Vegas, por citar ejemplos.

Nos sumamos a las recomendaciones que hizo recientemente una coalición no partidista de 46  fiscales que prestan servicios a más de 60 millones de personas en 24 estados. El grupo ofrece lineamientos concretos al presidente Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris de cómo la Administración podría enfrentar la crisis “exclusivamente estadounidense” de la violencia armada.

El plan de cuatro partes, que contiene una amplia gama de medidas de sentido común para la prevención de la violencia y la seguridad de las armas de fuego, insta a que el Ejecutivo y el Congreso adopten medidas para hacer que el país sea más seguro.

Entre las recomendaciones se destacan: la implementación de una estrategia federal coordinada y dirigida por un experto reconocido a nivel nacional con el aporte de agencias federales clave. Reforzar el sistema de verificación de antecedentes para evitar de manera más efectiva que las personas a las que se prohíbe comprar armas las obtengan, incluido el cierre de las ferias de armas.  Revisar los vacíos legales y responsabilizar a los intermediarios en línea que facilitan la venta de armas de fuego.

Destinar más recursos a los estados para que las localidades aprueben o refuercen leyes que faciliten quitar armas a las personas en riesgo de provocar daños a otros.

Poner fin a la proliferación de armas ‘fantasmas’, que pueden fabricarse con impresoras 3D o ensamblarse a partir de kits comprados en línea.

Por último, no deben cesar las campañas de concientización en las escuelas. Aquí se trata de establecer un cambio de mentalidad para no aferrarse a la “cultura” de las armas

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