Cómo daña el azúcar el sistema inmunológico, según la ciencia
Un nuevo estudio comprueba los devastadores efectos de salud, que se asocian con un excesivo consumo de fructosa
Aunque no lo creas existen aún más razones para reducir el consumo de azúcar. En los últimos meses mucho se ha hablado sobre las devastadoras consecuencias que trae a la salud y por supuesto al peso corporal. Lo cierto es que actualmente contamos con numerosos estudios y trabajos de investigación, encabezados por los más prestigiosos científicos, en los cuales se nos advierte sobre los efectos secundarios que trae consigo un excesivo consumo de azúcar.
Lo primero que tenemos que entender es que el azúcar de mesa se compone de dos moléculas: glucosa y fructosa. La fructosa se encuentra naturalmente en la miel y en pequeñas cantidades en varias frutas y verduras (calabaza, remolacha, caña de azúcar y maíz, por nombrar algunas). Tiene un sabor más dulce que la glucosa, por lo que se utiliza en la elaboración del jarabe de maíz de alta fructosa y en varios alimentos procesados.
El excesivo consumo de azúcar se ha vuelto mucho más evidente y preocupante con el estilo de vida de la sociedad moderna. De hecho según información revelada por Harvard Health, hasta principios de la década de 1900, el estadounidense promedio consumía alrededor de 15 gramos de fructosa por día, y esta ingesta no era tan alarmante ya que se obtenía principalmente a través del consumo de frutas y verduras. Sin embargo actualmente el número se ha disparado y se estima que la persona promedio consume alrededor de 55 gramos de fructosa al día.
Lo que llama la atención de los expertos, es que se ha comprobado que la fructosa puede ser incluso más dañina que la glucosa. Las últimas investigaciones respaldan estas afirmaciones. Tal es el caso de un nuevo estudio publicado en la revista Nature Communications encontró que la fructosa puede aumentar la inflamación, lo cual se relacionó con efectos negativas inclusive en el funcionamiento del sistema inmunológico. A la vez la inflamación al volverse crónica, se asocia con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas. Cabe mencionar que esto no quiere decir que la investigación sugiera que las personas deban de dejar de comer frutas, más bien es indispensable reducir el consumo de jarabe de maíz con alto contenido de fructosa que se encuentra en populares bebidas y alimentos. Con base en ello nos dimos a la tarea de recopilar la lista de los principales efectos negativos, que causa la excesiva presencia de fructosa en el organismo.
1. Inflamación
Como lo mencionábamos anteriormente la inflamación es una de las consecuencias más devastadoras de la fructosa. De hecho, se ha demostrado que un tipo de glóbulos blancos llamados monocitos se inflaman más cuando se cultivan en fructosa. Esto quiere decir que cuando se encuentran en un ambiente rico en fructosa, en lugar de glucosa, producen más proteínas asociadas con la inflamación llamadas citocinas. En resumen la fructosa puede hacer que las células del cuerpo se inflamen y este tipo de inflamación se asocia con daños en las células y tejidos, lo cual daña el funcionamiento de los principales sistemas que mantienen funcionando al organismo.
2. Daño significativo al sistema inmunológico
La calidad de la alimentación está directamente relacionada con la fortaleza del sistema inmunológico. Según un estudio reciente del año 2019; las células dendríticas, que son consideradas un factor crítico en la respuesta inmunitaria, también se inflaman cuando se exponen a la fructosa en lugar de cuando se exponen a la glucosa. Este simple hecho deteriora el óptimo funcionamiento de las defensas del organismo y nos hacen más propensos a padecer enfermedades e infecciones, causadas por virus y bacterias.
3. Obesidad
Claro el riesgo de aumentar de peso y con ello llegar a la obesidad, es una de las consecuencias más evidentes del consumo excesivo de azúcar. Lo que sucede es que todas las células pueden metabolizar la glucosa, pero solo el hígado puede descomponer la fructosa en grandes cantidades. Por lo tanto cuando seguimos una dieta en la que se consume de manera recurrente demasiada fructosa, el hígado la convierte en grasa, lo que puede provocar aumento de peso y obesidad. De hecho se cuenta con un estudio en el cual se comprueba la conexión entre la fructosa y la inflamación, por lo cual este punto también podría explicar el vínculo entre la fructosa y la obesidad, ya que la inflamación crónica de bajo grado también se asocia con la obesidad.
4. Mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2
Es simple cuando se consumen grandes cantidades de fructosa, de manera automática se aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2. De manera específica se cuenta con diversas investigaciones que lo avalan, tal es el caso de un estudio en el cual encontraron que beber bebidas endulzadas con fructosa (como refrescos) puede disminuir la sensibilidad a la insulina, que es un factor de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2. Es bien sabido que una de las más contundentes recomendaciones de salud, es evitar el consumo de refrescos; aumentan el riesgo de padecer obesidad, diabetes, alteran el estado de ánimo y afectan el rendimiento físico y mental (entre otra larga lista de devastadores efectos).
5. Enfermedad del hígado graso no alcohólico
La enfermedad del hígado graso no alcohólico, es una afección que se asocia con el aumento de la obesidad y la diabetes tipo 2. Esta condición se desarrolla cuando el hígado produce demasiada grasa o no descompone la grasa de manera suficientemente eficiente. Según un artículo de investigación publicado en 2018, la evidencia sugiere que la enfermedad de hígado graso, está relacionada con el consumo de fructosa, que hace que la grasa se acumule en el hígado cuando este la descompone. Por lo tanto se ha comprobado que la reducción de la ingesta de fructosa, puede ser un cambio de hábito alimenticio significativo en la prevención de la acumulación de grasa en el hígado y por ende se ve mejorado el funcionamiento hepático.