El impuesto para los más ricos
Hay un sector empresarial que entiende la necesidad de la aportación de más tributos en aras de salvar la economía.
La historia enseña que las grandes distancias entre ricos y pobres terminan desestabilizando la sociedad. Hay un momento en que la arrogancia de los primeros y el resentimiento de los segundos conduce a un enfrentamiento que pone a prueba el sistema político.
Estados Unidos se encuentra en una encrucijada con la presidencia del demócrata Joe Biden. Sus propuestas de inversión en infraestructura vienen acompañada por un aumento de impuestos en el sector más pudiente para que lo pague.
La idea va más allá de subir un impuesto para pagar una cuenta, sino de dar un giro que cambie la distribución de la riqueza en la sociedad. Los motivos para la pérdida de poder adquisitivo del estadounidense son varios. La tecnología, la globalización, el derrumbe de los sindicatos y la erosión del valor del salario mínimo.
Sin embargo, el factor más determinante en los últimos 40 años fue la reducción de impuestos a las empresas y a las personas de mayores ingresos. Fue un cambio económico y cultural que dio vuelta el código impositivo.
Un trabajador hoy paga un porcentaje mayor de impuestos que un millonario y que más dinero que muchas empresas gigantescas.
En vez de mantener la apuesta al bolsillo del consumidor como nervio motor de la economía, se prioriza el sector corporativo con la ilusión de que las empresas con más dinero invertirán en maquinarias y darán mas empleo.
Mientras que el gasto personal de los más ricos “derrama” el beneficio a quienes les proveen servicios.
A partir de los ochentas la reducción de impuestos se convirtió un artículo de fe en la religión republicana para hacerse cuando hay crisis para estimular la economía o para repartir ganancias cuando hay bonanza. Los déficits del recorte impositivo irresponsable decimos los programas sociales y llevó al endeudamiento del consumidor que siguió comprando con menos dinero.
Las propuestas de Biden son razonables para hacer que el balance impositivo sea más adecuado.
Por ejemplo, una de las propuestas de Biden aumenta los impuestos para los estadounidenses que ganan más de 400,000 dólares. Un aumento en la tasa corporativa superior al 28% desde el 21% actual. Con Trump se redujo del 35%
También quiere gravar las ganancias de capital a largo plazo al mismo ritmo que los salarios de los hogares que ganan más de un millón de dólares al año.
Este es el momento para impulsar cambios. Hay un sector empresarial dispuesto a las correcciones porque comprenden el impacto económico y político de mantener el rumbo actual. Para los republicanos nada cambió en 40 años, ni su extremismo ideológico.